Capítulo 5

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Capítulo 5




Era la primera vez que Less, había visto a un hombre lobo omega. No sabía que esperar, pero el muchacho nervioso y tenso consiguió sorprenderle. En cuanto entró en el bar y lo vio, supo que era él. Era sin duda un hombre lobo, su forma de moverse fluida, y su aroma. Era pequeño incluso para los estándares humanos.

Ellos eran una raza fuerte, pero el chico era más pequeño que un gamma y demasiado delgado, aunque estaba seguro que una buena alimentación solucionaría ese problema. Fueron sus ojos verdes lo que enseguida captaron su atención, parecían verlo todo. Constantemente alerta, y eran definitivamente una ventana abierta a sus pensamientos. Aunque el chico se esforzase en controlar su lenguaje corporal o modular su voz, esos ojos le delatarían siempre. Vio sorpresa cuando no los pudo oler en el bar, vio miedo cuando se sintió rodeado. Terror cuando le inmovilizaron. Pánico cuando le metieron en el coche... Nadie debería poder tener tanto miedo. Había visto las cicatrices en el cuello y las muñecas y él sabía lo que hacían algunas manadas a los lobos omegas que conseguían sobrevivir a su infancia. Lo normal era que las manadas se deshicieran de ellos al presentar a su omega y viendo todo ese miedo en los ojos del muchacho se preguntó si quizás era mejor morir a vivir en el horror de lo que algunos serían capaces de hacerles.

Un hombre lobo curaba mucho más rápido que un humano y era casi imposible dejar cicatrices en ellos, solo la plata o la magia podían dañar de forma irreparable a un cambiaformas. Así que fuese por el motivo que fuese, estaba seguro que había sido un infierno. Aún le rechinaban los dientes al recordar como el chico había intentado huir al salir del coche y Dom le había derribado. Había luchado ferozmente, desesperadamente. Sí, pero en completo silencio. Debería haber gritado o maldecido como peleaba, sin embargo no dijo ni hizo ningún ruido. Eso no estaba bien.

No sabía que pensar, el chico le desconcertaba. Shia la omega de la manada, fue una omega dulce, sumisa, una mujer pequeña, todo en ella era medido su voz, sus gestos, había sido educada como la omega que era. Así que toparse con la energía nerviosa y tensa del chico, la lucha contra ellos y contra su naturaleza a someterse, le desconcertaba.

Hasta qué límite se negaba su propia naturaleza? Cuánto esfuerzo y energía requería esa lucha? Cómo había sobrevivido como lobo omega solitario?... y de nuevo solo podía pensar en el infierno.

Esta no era su manada natal. Less venía del este, de un lugar árido y en constantes disputas por el territorio entre manadas vecinas. La lucha por la caza, el agua y los suministros, exigía un alpha fuerte, cruel y despiadado. Su lobo era fuerte, él lo sabía y su alpha también. Él nunca quiso ser uno, pero su tamaño y su fuerza representaban un desafío y por lo tanto una amenaza para el alpha. Sus instintos eran fuertes pero no era un alpha, ningún lobo al mando permitiría un beta más poderoso que él mismo, así que como potencial peligro para la manada fue desterrado. Vivió como lobo solitario durante años. Vagaba entre territorios, buscando manadas que le aceptasen hasta que el alpha le considerase una amenaza y lo desterrase, su animal cada vez más cerca de arrebatarle su humanidad,  hasta que encontró la manada Luna. Alek ya era el alpha por aquel entonces, y le aceptó sin problemas. Alek era el lobo más grande que había visto nunca y era espeluznantemente poderoso. Ningún lobo representaba una amenaza para él. Por aquel entonces la manada Luna estaba en su mejor momento, era extensa y rica, la población seguía creciendo, cachorros, parejas, familias, buena caza, ríos y un territorio sin amenazas. La fuerza del alpha era la fuerza de la manada. Entonces... entonces todo cambió. La vieja omega falleció y Shia ocupó su lugar. Tan dulce, tan comedida, nadie vio venir su traición.

Aún no entendía por qué, pero ahora podía verlo. Se daba cuenta de como fue ella la que separó al Alpha de su manada. La que inculcó el miedo en la manada por la fuerza del alpha. La que prendió la mecha de la desconfianza, fue ella la que convirtió al Alpha en un monstruo y poco a poco lo alimentó hasta que el monstruo comenzó a ser real. Empezó progresivamente, los más débiles empezaron a desaparecer, la desconfianza y el temor crecían, las acusaciones veladas hacia el alpha. Su mal carácter salió a flote los continuos desafíos a su autoridad, la traición de los ancianos, la traición de sus hermanos... ella los separó, ella le empujó a su bestia, y su lado salvaje ganaba terreno día a día. Cuando él más podía necesitar una omega, ella le abandonó. Esa fue la última puñalada, la que empujó al Alpha a la locura. Desde entonces entraba y salía del estado salvaje. A punto de perderse, resistía por pura fuerza de voluntad.

ManadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora