Capítulo 30

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Capítulo 30

Micah se quedó en el patio, mirando en la dirección en la que Alek se había ido. En el momento que le perdió de vista la soledad se arremolinó en su interior y el silencio cayó sobre él como una losa. De repente se encontró luchando para llevar aire a sus pulmones.

"No te vayas"  Pero ya era tarde, el enorme lobo estaba fuera de su alcance.

Estaba con Lain cuando sintió a Less y Dom salir del territorio, eso era inusual y peligroso, así que corrió a avisar a Alek. Le encontró en el patio, con la vista fija en el bosque. Su mandíbula apretada y las manos cerradas en puños. Micah cayó en la cuenta, su Alpha ya lo sabía. Era diferente ahora.

Tocó el lazo que los unía, no estaba enfadado ni molesto, solo sintió su preocupación, apretando y retorciendo esa cuerda invisible que les mantenía unidos.

"-Tal vez deberías ir... aunque sea para asegurarte de que están bien"-Micah sabía que fuera de la seguridad del bosque era peligroso... lo era para el Alpha y mucho más para los otros. No le gustaba que Alek se fuera, pero le gustaba mucho menos que su compañero se contuviera como lo estaba haciendo.

Probablemente Alek estaba pensando en él y en su bienestar, anteponiéndolo a todos los demás. Estaba seguro que sí no fuera por él, ya habría ido tras el Beta. Pero permanecía a su lado y aunque amaba que quisiera protegerlo, Alek era el Alpha y debía ocupar su lugar... de otra forma acabaría resentido con él y Micah no estaba seguro de poder soportar que eso sucediera.

"-Tal vez debería" -la voz grave de su compañero se sintió como una caricia sobre su piel y se estremeció. Su mundo se redujo a esas manos que le tocaban como si él fuera algo valioso y esos labios que de pronto bebían de los suyos.

Se sentía como masilla en los brazos de su compañero. Su olor estaba en todas partes y Alek seguía marcándolo, estaba empezando a marearse, sus piernas se sentían como si no fueran capaces de sostenerle y tuvo que aferrarse a los hombros de su compañero para no caer... pero Alek se detuvo y lentamente apoyó la frente sobre la suya, los dos tratando de calmar su agitada respiración.

"-Te quiero" -dos palabras y su loco corazón estaba golpeando desesperado contra su pecho.

"-...yo también a ti" -si solo fuera capaz de encontrar las palabras para decirle a Alek cuanto le amaba... pero fue incapaz de hacerlo mejor.

Alek se fue  y Micah sintió que su vida se iba con él. Miró al cielo y con los ojos cerrados rogó a los espíritus que cuidaran de él.

Cuando los abrió, aun llegó a ver el enorme lobo adentrándose en el bosque. Su compañero eligió ese momento para voltear  la cabeza y  mirarle una última vez antes de desaparecer. Micah pudo leer la promesa en sus ojos. "Voy a regresar"...entonces, por qué su cuerpo temblaba?

El sol se estaba ocultando y aunque había dejado de nevar, el aire se sentía frío sobre su piel. Pero Micah no temblaba por eso. Tenía miedo.

El miedo era un viejo conocido. Le había acompañado durante la mayor parte de su vida. Desde el momento que presentó como omega y su padre renunció a su vida por protegerlo... siempre huyendo, sin un techo sobre sus cabezas... siendo cazados, perseguidos... el miedo estaba allí el día que mataron a su padre y ya nunca se fue durante todos los años que vivió en el infierno. 

Así que sí, él conoció el miedo. En su otra vida. La que terminó el día que Alek le abrió las puertas de su hogar. "Tu eres el corazón de la manada" Le dio una familia y un lugar al que pertenecer... pero el miedo no es algo que se olvide fácilmente y por eso, supo reconocer lo que estaba sintiendo por lo que era. En ese momento, en el patio de una casa que ahora era la suya, sintió que estaba a punto de perderlo todo y tenía miedo.

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