Capítulo 12

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Capítulo 12



Micah llevaba unos días en la casa de la manada, y aunque parecía que nadie quería hacerle daño, no podía relajarse y bajar sus defensas... o por lo menos lo intentaba mientras el Alpha no estuviese alrededor. Había recuperado su actitud independiente y desafiante siempre y cuando Alek no estuviese cerca. No podía evitarlo, por más que se había esforzado en permanecer indiferente en el momento que notaba esos ojos azules sobre él, se convertía en masilla. De momento poco podía hacer para evitarlo. Así que se concentró en elaborar un plan de escape por si las cosas se complicaban. Había recorrido la casa y había explorado los alrededores, no se le permitía salir fuera solo, así que sus paseos siempre habían sido bajo supervisión. Eso debería haberle molestado, pero de alguna manera no acababa de sentir que estaba mal. Dentro de él, su omega estúpido ronroneaba complacido por la atención, si pudiese Micah le hubiese golpeado en el hocico.

La casa era antigua, como había sospechado desde el primer día. Dos plantas, ático y sótano. A excepción del sótano había inspeccionado cada habitación. El sótano, no. Y no lo haría mientras no fuese totalmente imprescindible. No le gustaban los espacios cerrados y oscuros. La planta baja, tenía un recibidor, un comedor enorme, que no utilizaban nunca, dos salas pequeñas, una oficina con biblioteca, la cocina y el patio trasero. En la segunda planta había seis habitaciones, dos lavabos, una sala de música con un piano y la oficina del Alpha. El ático estaba lleno de viejos muebles, archivadores, papeles y libros. Encontró baúles llenos de ropa antigua y cuadros apilados de cualquier manera.

Alek le había asignado tareas y de alguna manera eso calmó su ansiedad. Cuando el hombre le había dicho que tenía obligaciones casi no pudo evitar que lágrimas se resbalasen por su cara. Saber que estaba allí para algo más que... que no estaba allí para ser el alivio de aquellos hombres calmó sus miedos. Por supuesto esa calma duró lo que el Alpha tardó en salir de la habitación. Era sorprendente e incomprensible el poder que tenía ese hombre sobre él. Si el Alpha le decía que todo estaba bien, él simplemente le creía. Y precisamente por eso necesitaba un plan de fuga, aunque a su lobo estúpido le disgustase la idea, el necesitaba poder tener una opción si resultaba que estaba siendo engañado o manipulado de alguna retorcida manera.

Sus tareas eran ayudar a Cam en la cocina, también se encargaría de las coladas y la plancha, aunque Cam le había dicho que no se esforzase demasiado, con lavar y tender la ropa estaba bien. Cuando le había sugerido a Alek que podía hacerse cargo de la selva creciendo en el patio trasero, el Alpha le había conseguido todo un set de jardinería. También le había pedido permiso para que le dejase un tiempo para conectar con los espíritus del bosque. Cuando el Alpha pareció no entender, Micah le había hablado de como una vieja omega le había enseñado a utilizar sus dones invocando a los espíritus para crear armonía.

"-Entonces dices que estamos rodeados de esos espíritus y aunque no son peligrosos es bueno tenerlos contentos?" -realmente parecía que no sabía nada sobre los espíritus. Micah era consciente que solo los omegas podían realmente verlos, pero creía que era de conocimiento común. La vieja omega parecía tratar el tema con normalidad.

"-Sí. Ellos, solo están por ahí. Son como pequeñas esferas de energía, solo están y a veces ellos necesitan atención" -de pronto Micah estaba preocupado por que el Alpha no le dejase invocarlos o le negase pasar tiempo con ellos. A él realmente le gustaba poder sentirlos cerca, no quería tener que ignorarlos.

"-Y son inofensivos?" -el ceño fruncido en la cara del Alpha, sería gracioso si no fuese tan importante para Micah que entendiese.

"-Sí, ellos solo... están" -no, no era gracioso en absoluto, los pequeños espíritus le habían acompañado durante mucho tiempo y aunque podía parecer infantil, ellos habían sido sus únicos amigos y confidentes, durante años. Cuando estaba encadenado en su jaula ellos habían sido su único consuelo en las largas noches. La posibilidad que el Alpha le negase esa compañía le hacía doler el corazón. Había decidido que si se lo negaba, él se lo ocultaría, pero el pensamiento de engañar a Alek también le producía dolor, y ese sentimiento también era confuso.

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