Capítulo 23.

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Había pasado al rededor de un minuto después del último mensaje que recibió de Louis, Harry se encontraba aun parado frente a las escaleras procesando todo lo que estaba ocurriendo, no había recibido otro mensaje en esos últimos segundos y eso lo preocupaba más, porque no recibir otro mensaje significaba que algo iba mal, y en ese momento todo iba mal.

Harry limpió sus ojos de una manera brusca, contó hasta diez y comenzó a subir las escaleras, en ese momento había perdido su capacidad para razonar, no entendía porque sus pies tomaban esa dirección en vez de salir e irse, pero pensar en estar solo en la madrugada en ese bosque lo perturbaba más que ir a un segundo piso de una vieja casa. Cada escalón que subía lo hacía sentir con un peso en la espalda, cada escalón más y más pesado. Por un momento pensó que llevaba algo con él, ese peso se hacía más y más grande, más denso. Tanto así que la presión que sentía en su pecho se hacía insoportable.

Sus manos temblaban y la poca iluminación que generaba con su celular era insuficiente, se sentía completamente ciego; Al llegar al segundo piso se detuvo unos segundos y trató de respirar profundamente, cerró los ojos unos segundos, tranquilo, tranquilo. 

Al abrirlos y mirar hacia el frente se encontró con un pasillo, habían muchas puertas y al final se separaba en dos. la pequeña linterna de su celular no iluminaba todo, a veces deseaba no mover la luz por miedo a que algo apareciera delante de él. Tenía demasiado frío, por un momento recordó cuando era pequeño y se iba a pequeños viajes de fin de semana con su abuela a un lugar que él no podía recordar, era la misma sensación, sentía que estaba transportándose a otra época, aquella época de su niñez que nunca pudo comprender, nada estaba claro, sentía nauseas y pensaba que estaba perdiendo lo último de cordura que le quedaba, se sentía como un niño, estaba volviendo a ser un niño. Su cuerpo no respondía, su cabeza en esos años, días nublados y noches lluviosas, frías, oscuras, tenebrosas para un pequeño niño.  

Se pierde, Harry comenzó a perderse, ya no sabia si era ese pequeño niño o si aun estaba buscando a Louis, ¿Qué está pasando? 

El celular de Harry sonó, esta vez no era un mensaje, era una llamada. Harry volvió en si y miró la pantalla, sus manos temblaban, no tenía  ese número, dudo mucho en contestar y se quedó viendo la pantalla del teléfono hasta que se detuvo.Espero unos segundos y no volvió a sonar. Harry sabia que no iba a devolver la llamada, suspiro y miró hacia el frente, comenzó a caminar con pequeños pasos hacia el fondo del pasillo. 

Todo a su alrededor se veía viejo, iba alumbrando poco a poco las paredes de aquella casa, eran viejas, la pintura que alguna vez llegó a tener, estaba hecha basura por la humedad en la que se encontraba, tenia un aspecto fúnebre, la diferencia de ambos pisos era sorprendente, el segundo piso daba la impresión de que se caería en cualquier momento, cada paso que daba hacía rechinar las tablas viejas del piso. Estaba todo tan silencioso, demasiado silencioso, podía escuchar su corazón latiendo de una forma apresurada, bombeando sangre y esta fluyendo por cada parte de su cuerpo, podía sentir el sonido del viento, suave y firme dentro de aquella casa.

Cada vez que avanzaba se daba cuenta que todas las puertas de ese corredor estaban cerradas, ni intentó en abrirlas, solo siguió caminando sin saber que esperar. Estar en ese silencio tan fuerte lo abrumaba más de lo normal, era muy perturbador, no era normal, no lo era.

Por alguna razón comenzó a tararear una canción que solía cantarle su abuela para que durmiera, suave, no la recordaba, pero sentía una gran necesidad de tararear mientras daba pequeños pasos. Un paso, dos pasos, tres... Ya casi.

Un grito, uno muy fuerte y con voz ronca sacó a Harry de su trance, su cuerpo se congeló y se quedó estático en donde estaba. Era el grito de un pequeño niño, asustado, con la voz rota.

Castle Combe {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora