La chica del pelo rojo

CAPÍTULO 32

Sandra llega a casa de Hugo y le doy un fuerte abrazo. Hugo interrumpe nuestro achuchón diciendo:

-Sandra, sé que normalmente eres tú la que planea todo, pero está vez déjame a mí, quiero ayudar a Ruth.

Mi amiga asiente y mi amigo especial prosigue:

-Vamos a escondernos en el bosque, sé que es arriesgado, pero nadie buscará allí. He cogido una tienda de campaña y varios sacos de dormir, también un botiquín y ropa de abrigo para la noche. Además, Ruth ha seleccionado todos los alimentos que llevaremos para que yo los cocine, porque aunque no lo parezca, soy un gran chef- ríe.

Cuando Hugo termina su discurso, nos indica que vayamos al garaje a coger las bicicletas, pero antes, Sandra interrumpe:

-¿No pensáis que si usamos las bicicletas como transporte, la gente sospechará de nuestra fuga?

-Llevas razón- dice Hugo.

-¿Pero cómo iremos al bosque entonces? Está muy lejos.- pregunto.

-En bus.-responde Sandra.

-Pillarán a Ruth- añade Hugo.

-No, la disfrazaremos de chico.

Una vez más, mi amiga ha demostrado que está fatal de la cabeza, pero aun así lleva toda la razón del mundo. Hugo me deja algo de ropa: unos vaqueros anchos, una sudadera, unas deportivas dos números mayores de las que suelo llevar y una gorra que esconde todo mi cabello pelirrojo.

Andamos hasta la parada más próxima, y allí, cogemos un autobús hasta la parada más cercana al bosque. Noto como  la gente me mira raro cuando Hugo me coge la mano, y lo peor es la razón por lo que lo hacen, porque ahora mismo soy un chico y Hugo otro, y aunque estemos en el siglo XXI, sigue habiendo homofobia y no entiendo el porque ya que el amor busca la felicidad de las personas y si la gente es feliz amando a alguien de su mismo sexo, nadie tiene porque impedírselo.

Finalmente, nos bajamos del bus y nos adentramos en el bosque. Ayudo a Sandra con su mochila, ya que es la que va más cargada de los tres. Tras haber caminado un rato, hallamos una cueva que está oculta detrás de varios pinos. Antes de pasar, tiro una piedra para ver si hay algún animal que habite dentro, y no lo hay.

Pasamos dentro y resulta ser más fría de lo que parecía por lo que propongo ir a por leña. Sandra y Hugo me impiden salir de nuestro escondite ya que en cualquier momento alguien podría encontrarme, así que, mi mejor amiga es la que realiza lo que he sugerido.

Hugo y yo nos quedamos solos montando la tienda de campaña. Se me da mucho mejor esto que a él, porque se le ha caído encima esta miles de veces, pero resulta tierno verlo así. Al terminar de montarla, coloco los sacos de dormir y dejo la comida entre dos rocas frías para que así se mantenga en buen estado. Cojo mi mochila y saco mi teléfono móvil, mi padre no me ha llamado ni nada, porque él nunca se ha preocupado en tener mi número, pero sí que tengo varias llamadas perdidas de Sean, es mi primo, y es normal que se preocupe por mí aunque pertenezca al bando opuesto.

Sandra llega con leña y Hugo intenta encender una hoguera para preparar algo de cenar ya que ya ha anochecido. Entonces mi amiga me pregunta con una expresión llena de felicidad y entusiasmo:

-Oye, Hugo te ha cogido la mano en el bus, ¿qué está pasando eh?

Yo me río y contesto:

-Me ha dicho que me quiere y nos hemos besado y tal.

Mi amiga baja y levanta sus cejas y me sonríe, es obvio que se alegra por mí y por Hugo, y eso lo adoro, como a los bocadillos de bacon que él acaba de preparar.

Los tres nos sentamos a cenar alrededor de la hoguera. El sonido de las llamas de esta invade la cueva entera hasta que Sandra abre la boca:

-Es viernes por la noche, solo podemos quedarnos aquí hasta el domingo, porque el lunes hay instituto.

-¿Me estás diciendo que voy a tener que volver a ver a mi padre y explicarle todo?- pregunto asustada.
-Eso depende de cómo salgan las cosas este fin de semana.- me contesta mi amiga.

Después de cenar, los tres nos metemos en la enorme tienda de campaña que Hugo ha traído y la dividimos en tres partes, para que podamos dormir a gusto.