CAPÍTULO 37

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Y una vez más nos encontramos en la misma situación de ayer, pero ahora no tengo de que ni de quien esconderme por lo que ha dicho Hugo. Estamos en el autobús y llevo mi ropa, la gente ya no me mira extraño cuando Hugo me coge la mano, eso es lo único que detesto en este momento porque el resto es perfecto.

No tengo miedo de cruzarme a mi padre por la calle, puedo mentirle. Antes no mentía, mas cuando me dí cuenta de que mi vida era totalmente falsa, todo lo que salía de mi boca eran mentiras. Me gustaría decir la verdad pero no la sé y por lo poco que conozco sobre ella, parece ser bastante dolorosa.

Nos bajamos del transporte público en una calle cercana a la morada de Sean. Cuando los tres estamos reunidos en la acera, Sandra se dirige a nosotros:

-Hugo, tú nos dijiste que pasaste a través de la puerta del garaje, y eso haremos , porque además, el misterioso trastero, está por esa zona del bloque de pisos, ¿verdad?

Mi amigo especial asiente y los tres andamos hasta llegar hasta la puerta de la cochera. Allí, esperamos un rato hasta que un coche sale, y tenemos suerte, porque en ese coche van montados todos los Johnson, incluida mi abuela, así que podremos estar más tranquilos.

Pasamos dentro y Hugo nos guía porque él es conocedor del camino. Tras recorrer pasillos llenos de coches, motocicletas y cachivaches de todo tipo, hallamos la misteriosa puerta. Sandra intenta abrirla, pero no puede, está cerrada con llave. Le digo a Sandra que me deje probar a mí y uso mi famosa técnica: cojo una de las horquillas que sujeta mi cabello pelirrojo salvaje y la introduzco en la cerradura. Tras moverla de todas las formas posibles, no consigo abrirla y le comunico a mis amigos que es misión imposible.

Ojalá Sean estuviese de nuestro lado, él podría ayudarnos, pero sé que no lo está y eso me fastidia un montón. Los tres estamos en un momento de desesperación, tenemos que entrar, mas no sabemos cómo hacerlo y además, los Johnson podrían llegar en cualquier momento ya que llevamos un buen rato intentando abrir la puerta que nos llevará directos a la verdad, o eso creo.

De repente Sandra, saca una tarjeta de crédito de su mochila y con ella, intenta abrir la puerta. Tras unos segundos de tensión lo consigue, y los tres pasamos dentro corriendo.

Todo está repleto de cajas enormes y no sabemos cómo empezar a buscar. Sandra, con su gran iniciativa, dice:

-Ruth, tú abres las cajas de la derecha y tú Hugo, las de la izquierda, yo me quedo en la puerta por si viene alguien, ya que creo que a ninguno de nosotros le gustaría ser pillado, ¿vale?

Hugo y yo aceptamos y empezamos a buscar. Yo no encuentro nada, solo fotos en álbumes antiguos, mas no sé por qué, muchas fotos me suenan, así que decido echarles un vistazo para encontrar la razón.

La chica del pelo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora