La Manifestación De Protesta

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Appa vio que se acercaba un multitud. Llevo el coche a un lateral de la carretera y se detuvo. Le mire con desconcierto y el señalo con el dedo.

La gente avanzaba hacia nosotros, un muro de gente que se extendía de un extremo a otro de la calle cubriéndola de una acera a otra, una masa humana interminable. Probablemente no podríamos pasar con el coche entre esa muchedumbre.

- appa, es una marcha de protesta?- pregunte emocionada.

- si- contesto con cierta inquietud- no sabia que venían por aquí.

En ese momento pude oír claramente las consignas.

- Jai Hind!! Viva la India!!! Jai Hind!! Viva la india!!!

La llamativa bandera tricolor india- azafrán, blanco y verde- ondeaba con la brisa marina. «¡Libertad!» proclamaba una pancarta en ingles, hindi, y marati.

Contemple una avalancha de gente que se acercaba mas y mas, como la marea creciente. Nuestro Austin no era mas que un diminuto guijarro en aquel río de manifestantes que fluía a nuestro alrededor.

- quedate en el coche Vidya.- me advirtió appa. Pero yo ya había abierto la puerta. Levante los ojos hacia algunas caras, pero nadie se fijo en mi. Todos miraban fijamente hacia adelante, gritando consignas y ondeando banderas.

Cuando salí del coche y me mezcle entre la muchedumbre, empezaron a cantar el himno nacional indio. Vande Mataram. Una canción prohibida por los británicos.

- viva nuestra nación!!- grite tan alto como pude, alejándome unos pasos del coche- Jai Hind!! Viva nuestra nacion!!

Appa me observaba entre nervioso y divertido. Yo quería gritar: «voy a ir a la universidad » pero eso hubiera estado fuera de lugar.

- tendríamos que marcharnos antes de que amma empiece a preocuparse- me dijo.

Pero no podíamos. El Austin estaba encallado, como una ballena varada. Estábamos atrapados allí, atrapados hasta que la muchedumbre se alejara. Parecía una fiesta. Antes de que appa pudiera decir nada mas, me deje arrastrar un poco mas.

- Vidya!!- grito appa mientras la multitud me empujaba alejándome de el. El regocijo había desaparecido de su cara. Parecía asustado.

- quedate junto a mi!!

Apenas podía ver su cabeza. La masa de cuerpos que nos separaba iba en aumento. Hice ver que no había oído. Por fin, formaba parte de algo importante e inmenso. Me aleje mas.

- Vidya! Vuelve aqui!!

La silueta de appa se perdió detrás de mi. Su voz casi no podía oírse por las consignas. Los manifestantes se arremolinaban a mi alrededor, y yo ya no notaba el calor del sol sobre mi cabeza ni el sudor que empezaba a correr por mi espalda. Quería que aquello durara siempre.

No oía las pisadas firmes de appa siguiendo me. Cuando me alcanzo y me agarro por el codo, casi me hizo daño. Me obligo a detenerme empujandome hacia la acera. Me resisti forcejeando para seguir avanzando.

Entonces, a lo lejos, oí otro ruido. Un ruido de cascos. El olor a sudor de los caballos mezclado con el aroma acre del alquitrán caliente.

Me gustaban los caballos. Quería ver a la policía montada. Me gire con impaciencia.

La multitud se había detenido. Era una quietud terrible, como si el mar se hubiera helado repentinamente.

- de rodillas!!!- grito alguien- los caballos no nos pisotearan.

- que vengan!! Nunca me arrodillare ante los britanicos- clamo otra voz.

Unos gritos de confusión cortaron la tensión del aire. Apareció un oficial británico a caballo y vocifero unas ordenes con un marcado acento hindi que apenas entendí.

La gente estaba de pie cogida de los brazos, en corrillos o enlazada por los codos formando largas cadenas. Había miedo en algunos rostros, rabia en otros, pero todos ellos permanecían erguidos como los arboles de un cementerio. Los saris de vivos colores de algunas mujeres destacaban como flores entre el blanco y monótono de las kurtas de los hombres. Sus voces volvieron a elevarse y una canción en hindi, «sare jahan se acha» vibro en el aire.

La canción se quedo como flotando, temblando de miedo y expectación hasta que los policías vestidos de caqui cargaron contra la multitud con sus lathis levantados. El que chapurreaba las ordenes en hindi con un seco acento extranjero se acercaba.

Entonces la vi. Era una mujer de hermoso cabello recogido en una gruesa trensa brillante que se deslizaba hasta su cintura como una cobra negra. Vi latir las venas de su cuello y su frente. Vi flexionar se los músculos de sus brazos cuando levanto la bandera tricolor, arriba, bien arriba por encima de su cabeza.

Un policía indio agito su lathi en dirección a ella, titubeante.

- dale una lección débil estúpido!!- grito el oficial blanco a caballo- ¿de que lado esta?

- si señor!!- dijo el policía indio, que en vez de atizar a la mujer se giro para descargar el golpe sobre otro hombre.

- Ullu ka baccha!! Hijo de puta!!- maldijo el policía. Aquella palabrota sonaba raro en la boca de un oficial extranjero.

Oí el ruido como de un staccato breve y agudo de los cascos del caballo, con mas fuerza. El semental relincho como si protestara ante el oficial que, encorvado, aporreaba a la mujer en los hombros con el lathi. El canto de la mujer se apago como una lampara con una ráfaga de viento.

El sari se deslizo de su hombro y me aparte, pero, antes, oí el rasgón que hizo el oficial al tirar del corpiño de la mujer con sus dedos, como gusanos blancos. Vi su impúdico pecho repentinamente al descubierto. Un chico no mucho mas alto que yo corrió hacia a ella, gritando incoherencias.

Appa se dirigió hacia allí ha grandes zancadas. Levanto en sus brazos el cuerpo inerte de la mujer y se inclino sobre ella protegiéndola. El oficial blanco le propino unos golpes con el lathi sobre sus fuertes hombros.

Appa era fuerte. Era alto. Hubiera podido derribar al oficial a caballo, lanzarlo al suelo, pisotearlo. Pero no lo hizo.

Vi como el brazo de aquel oficial de pelo rizado amarillo se abatía una y otra vez sobre la cabeza de mi padre, sobre su cuello, sobre su espalda.

La sangre de appa- brillante, enfurecida, fresca y roja- empezó a empapar su ligera kurta de Lucknow. No era una mancha herrumbrosa y seca de la sangre de otro. Entonces el lathi volvió a golpear el cráneo de papa con un sonido parecido a cuando el sacerdote abre un coco en el templo; el sonido del sacrificio final de mi padre.

La Escalera ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora