Capítulo 34

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《Cake》

-Somos muy cursis.- dijo Paul entre besos.

-Oh, pero si tú siempre lo has sido, amor mío.

-Ja, ja.

-Oh, tu sonrisa es demasiado bella, es cómo el cantar de los pájaros, el sonido de las olas al chocar con las rocas.- decía John cómo si estuviese protagonizando una obra de Shakespeare.

-¡John! Ya basta- rió el mayor.

Ambos rieron y volvieron a fundir sus labios con besos llenos de amor.

-Así que sexo.- dijo George sentado frente a Paul, quién se encontraba vestido con su uniforme de mesero.

-No tienes que decirlo tan fuerte, George.

-¿Pero qué dices? Yo sólo vine a verte y te pregunté cómo se arregló todo con Lennon ¿y qué dijiste tú?- hizo un ademán para indicarle al pelinegro que respondiera.

-Se disculpó y tuvimos sexo.- respondió con las mejillas rojas por la vergüenza.

-Exacto.

-Pero venir a mi trabajo sólo para preguntarme eso.

-Bueno, como tu amigo me sentí preocupado. Además dicen que la comida aquí es buena.

-Bueno...

-¿Me darías el menú?

-Claro.- dijo entregándole el menú al menor.

-Mm, todo se vé delicioso. Cynthia tuvo la mejor idea al comenzar a servir estos postres...

-Me llamas cuando tengas algo en mente.

-Si, por supuesto.- respondió sin apartar la mirada de las imágenes de los postres.

Paul se alejó y fue a atender a una mujer que demostraba unos cuarenta años, quien sin demora pidió un whisky.
Mientras Paul iba y venía, llevando ordenes y entregándolas o pidiéndoles al cocinero prepararlas, dos orbes marrón lo observaban desde la puerta del local.

-Qué alegría verte, John.- saludó Cynthia.

-Lo mismo digo, Cyn.

-¿Hablas en serio?

-Si. ¿Sabes? Tengo que agradecerte por invitarme aquí la primera vez, si no hubiese sido por ti, de seguro todavía no encontraba a Paulie.

-Ya veo.- sonrió- Espero lo estés haciendo muy feliz y sea así por mucho tiempo.

-Lo haré, no te preocupes.

-Me preocupo porque sé cómo eres.- la sonrisa de Powell se borró -No eres alguien fiel, John.

-He cambiado.

-No lo creeré hasta que lo vea. Aunque no es eso lo que realmente me preocupa.

-¿Qué es, entonces?

-No quiero que seas un inmaduro con Paul.

-¿Mm? ¿A qué te refieres?

-Me refiero a que no quiero que lo abandones por tu cobardía. Eres alguien inmaduro y si llegan a tener que enfrentar problemas grandes, por favor. No lo abandones.

John guardó silencio en todo momento, por alguna extraña razón, era como si Paul le dijese todas esas palabras, como si los pensamientos de Paul fuesen expresados y dichos por Cynthia, quién se había vuelto cómo una sobre protectora madre para el pelinegro.

-Lo prometo.- dijo en voz baja, para luego mirar en dirección a la que miraba Cynthia, divisando así a Paul, quién atendía con toda la paciencia del mundo a Harrison, puesto que éste último no se decidía a qué postre podría comer.

-¿Y, ya te decidiste?- preguntó sosteniendo la libreta que utilizaba para anotar las ordenes de los clientes.

-No me decido entre el pie de manzana o el pastel de fresas.

-Vamos, Geo.- soltó aburrido.

-Espera un poco más, decisiones cómo éstas son de vida o muerte. No puedes tomartelas tan a la ligera.

-Claro...

-Está bien. Pediré el pastel de piña.

-¿Qué...?

-Eso.

Paul torció los labios para finalmente irse por la orden de su amigo. Cuando se fue, Harrison llamó a John, quién no había apartado su mirada de Paul hasta que George lo llamó.

-¡John, ven aquí!- le llamó junto a una gran sonrisa, haciéndole un movimiento de mano que le indicaba que se acercase.

-¿Qué ocurre, Georgie?- le preguntó ya estando frente a él.

-Siéntate un momento junto a mí.

-¿Por qué?

-¿Por qué no? Vamos, acompáñame mientras esperamos a tu novio.

John se sentó y miró al menor.

-Hoy te ves extrañamente feliz.- dijo John mirando con sospecha a su amigo.

-Estoy feliz. Por ustedes, ¿sabes?- prosiguió después de mirar los ojos del castaño -Siempre que miraba a Paul, en los años que estuvimos en Hamburgo, pensaba en lo triste que se veía, embriagadose por un chiquillo que le confesó su amor. Muchas veces deseé que Paul encontrara a alguien que le hiciera olvidar todo ese sufrimiento y me lamenté tanto después de aquel accidente... pero ahora, me doy cuenta que sin todos esos giros de la vida, posiblemente no se habrían encontrado o no estarían tan seguros de su amor.

-George... ¿Acaso dudabas de mi amor?

-Eras un chiquillo, ¿quién no lo haría?- rió.

-Mira tú...

-Aquí está tu orden, George.- dijo Paul al dejar el plato con la rebanada de pastel de piña frente al chico de ojos chocolate.

-¡Gracias, Paul!

-John.

-¿Si, Paul?

-¿Ordenarás algo?- preguntó sonriendole al de ojos avellana.

-Depende.- Paul alzó una ceja -¿Estás tú en el menú?

George sonrió de forma ladina al ver que las mejillas de Paul se tornaban de color rojo y sin demora posó su mirada sobre el pastel de piña que ya estaba a medio terminar, transportando su mente a otro lugar para dejar "a solas" a aquella pareja.

-John, no digas cosas cómo esas.

-¿Por qué no?

-Porque... sólo...- hizo un mohín y silenció sus balbuceos -Volveré al trabajo.

Y sin decir más, se fue, dejando a John y George solos.

-Lo amo.- suspiró Lennon.

-Tanto como yo amo este pastel.- suspiró Harrison.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2017 ⏰

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