ADIÓS MI MORADA II

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XV

Temo decir adiós a estas piedras,

a este duro silencio de escarcha.

Temo dejar mi sitio y mi espera,

dolor inminente del que me ampara.

Temo dormir, soñar con fieras,

que descarnen mis entrañas.

Temo despertar y no verme.

Ser sangre de derrota al alba.

Temo al mismo dolor y a la muerte,

por temer temo hasta mi alias,

que resuene en estas paredes

y el aire saje, corte y parta.

Celda, no puedo decir que te quiera,

pero en estos rincones queda mi alma,

déjala reposar en mi ausencia,

que llevan la huella de mi amada,

el cobijo que me recuerda a ella,

la luz de mis años, mis alas.

Me iré de tu abrigo a mi quimera,

de tu piel helada a su piel alada,

de este seco cauce a mi agua plena,

de tu techo a su alma estrellada.

Me iré de tus lágrimas a su risa ligera,

de tus duros abrazos a su almohada.

Y aunque me dé miedo decirte adiós,

si al final he de encontrarla,

el dolor será menos dolor,

arderán mis lágrimas saladas,

y el martirio tendrá una única razón

que será... volver a amarla.

Adiós morada fría...

Adiós.

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