III
Escucho que desgarras
el silencio que añoro,
agitando con congojas
mi pobre corazón.
Tú clamas,
yo te escucho...
Tú espetas por piedad.
Yo le susurro al cielo
por tu misericordia,
que escuche tus plegarias
y puedas descansar.
Y tú cual gran tormenta
despedazas mis oídos,
atormentas mi cerebro
cuando te escucho bramar
y desde tus adentros
retuerces alaridos
que nunca había oído
y te oigo desangrar
con cada golpe austero
la vida de tu cuerpo,
y escucho que tu carne
se descarna por momentos,
se rompe y se saja
vertiendo sangre y suero,
goteando la vida
y desechando tu aliento.
Y gritas...
Y te escucho...
Y rompes la tormenta
cual trueno acusador
rugiendo con la rabia
que trae tan cruel tormento,
vociferando al mundo
y perdiendo a cada paso
un poco de tus fuerzas.
Y perdiendo a cada paso
un poco de tu vida...
Y perdiendo...
Y perdiendo hoy tu vida.
...
Y muriendo.
...
Y solo queda el llanto.
y solo el desconsuelo.
Y solo los gemidos
del miedo y del terror
que escapan de mis labios
cuando ya no te escucho...
que escapan de mi alma
para decirte adiós.

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PRISIONERO
PoesíaUn prisionero político, religioso, de guerra..., sobre todas las cosas un ser humano, espera en una celda el momento de su final y solo el recuerdo de su amada trae consuelo a la extenuante espera del tormento que sabe que está a punto de llegar...