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¡Oh Dios!-susurró Amelie mientras Dyane le contaba entre susurros en la biblioteca.
Fue extraño –susurró Dyane.
Tienes que tener cuidado –la miró preocupada- osea... mejor no tomarlo en serio.
¿Quién dice que me lo estoy tomando en serio?-frunció el ceño la muchacha.
Por cómo me lo cuentas creo que sí-Amelie habló algo preocupada- si es para un polvo lo entiendo pero sé que no eres así.
Solo me lo encontré Amelie, no es que vaya a pedirle que se case conmigo –susurró enojada.
Dyane frunció el ceño recordando como aquella vez lo había encontrado con su compañera de aula teniendo algo más que un beso, todo había sido realmente muy intenso.
Es mejor que lo evites si no quieres tener problemas –susurró Amelie mientras bajaba las escaleras de la facultad.
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Dyane caminó tras ella pensando en lo que acababan de hablar y es que era cierto, no iba a confiarse de un tipo como él. No podría jamás hacerlo.
Caminó hacia las canchas de béisbol para poder estudiar con tranquilidad, estaba por llegar a su árbol favorito cuando uno de los muchachos del equipo pasó con su motocicleta cerca de ella. Terminó llena del lodo que se había acumulado en una esquina cerca de uno de los grifos que usaban los del equipo.
Quiso renegar pero solo le dio tiempo de girar para irse hasta que volvió a chocar con él. Sehun la miró de pies a cabeza mientras movía las llaves de su auto entre sus manos, la muchacha pasó de largo para poder ir al baño y usar las toallas que tenían dentro.
No esperó que él la tomara del antebrazo y la acercara de un tirón mojándole la chaqueta de jean que estaba segura era carísima.
¿Quieres que se rían de ti?-ladeó la cabeza para buscar la vista de la muchacha.
La muchacha se vio indefensa y quiso llorar en ese momento porque se sentía ridícula frente a la imponente figura del muchacho, Sehun no hizo más que subir la cabeza y mirar de derecha a izquierda, no estaba lejos del estacionamiento y ciertamente ya suficiente había visto.