CAPITULO 2

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22 de Agosto del Año 1991.

- Buenos días, me he levantado de nuevo muy temprano, por mi cuerpo corren unas ganas inmensas de querer ya estar en la universidad, me fascina estudiar, cada día que pasa es un día más cerca de mi tan esperado sueño.

Bueno mama me habla para desayunar un poco, para no salir con el estómago vacío, ya ves cómo son las mamas.

TARDE:

- Hola, otra vez, me siento feliz y a la vez un poco confundida, Enrique llego o través tarde a la clase, y como era de esperarse, el profe le llamo la atención muy drásticamente, cuando el profe lo dejo pasar, claro sin antes advertirle de su retardo en el historial, al caminar para llegar a su silla, se detuvo por unos segundos en el pasillo, creo que se dio cuenta de que no dejaba de mirarlo, pero si todos lo mirábamos por llegar una segunda vez tarde, se quedó estático me miro, LAS MIRADAS SE CRUZARON bueno creo soy un poco, no muy dramatica, no sabía qué hacer, tan solo hice como que mi celular sonaba y me dispuse a encender presionar un boton, los nervios me carcomían por dentro y por fuera, fue uno de esos momentos en donde dices, TRAGAME TIERRA, pero la tierra nunca se abre, de nuevo mi dramaticismo, cuando deje el teléfono en mi bolso, él estaba sentado observando la clase.

Bueno no sé si esto es una señal o algo, pero me gusta, jaja, que loca soy, durante el transcurso del día, no volvió a pasar nada interesante.

Cuando llegue a casa, entre como de rayo, a dejar mis cosas en la sala de mi casa, y me limite a decirle a mi mama,

- He llegado estoy bien, nos vemos en la noche!!

Creo que lo que contesto mi madre fue, un:

- ¡Cuídate y no llegues muy tarde!

Pero la verdad no estoy segura, pero bueno que más da, ella sabe que jamás dejaría pasar una tarde de miércoles con mi mejor amiga, LILIA.

23 de Agosto del Año 1991.

TARDE:

- Hola, perdona por no escribir en la mañana, es que me sentía muy cansada, por lo ayer ya sabes las películas, vimos una que se titula, EL SILENCIO DE LOS CORDEROS, y quise dormir un poco más, pero para sumar una más a mis desgracias, llegue tarde a la clase, no puede ser, ahora era yo la retrasada, al llegar el profe me miró fijamente, le dije:

- Buenos días, profesor, me permite pasar.

- Tal parece que a este grupo le gusta llegar tarde.

- Disculpe, pero no es por gusto.

- ¿Qué tienes para justificarte?

- Me he sentido un poco mal desde ayer en la noche (mentí).

- ¿Esa es tu justificación? ( sono ironico)

- Si, (dije cabizbaja)

- Y dime que harás cuando, si es que llega a pasar, te encuentras en un hospital, y un paciente requiere de tu ayuda, es una emergencia de vida o muerte, pero llegas tarde al quirófano, por un simple dolor de cabeza, ¿Qué pasara con el paciente?

- Pues.... (no supe que contestar)

- Así llueva o truene, tienes obligaciones, que nadie te impuso, tú las has elegido, y por lo tanto debes cumplir.

- Si, disculpe.

- ¿Disculpe?, A mí no me pidas disculpas es más dáselas a tus compañeros, que ya han perdido más de cinco minutos de clase.

No sabía qué hacer, el profesor se portó más duro con migo que cuando Enrique ya ha llegado dos veces tarde.

Me senté en mi asiento, Enrique ya estaba allí, no me miro, solo veía su cuaderno.

Bueno, sabes querido diario, me siento triste, a Enrique pareció no importarle en lo más mínimo, el que yo, la chica con la que cruzo miradas, avía llegado tarde, y a la que el profe, dio un sermón.

Por que me siento mal, ni yo misna me entiendo.

Descansa, hasta mañana.

LA PROMESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora