24 de Agosto del Año 1991.
TARDE:
- Hola, no sabes lo que paso, hoy, los chicos de mi salón, se pusieron a jugar futbol, las chicas solo veíamos de las gradas, todo esto ya que teníamos, hora libre.
Uno de mis compañeros se resbalo y cayo, se raspo muy feo la rodilla, en seguida que se escucho el golpe, Enrique, fue en su ayuda, lo cargo y le llevo a la enfermería, se veía muy preocupado por el, se preocupó mucho por una persona a la que apenas conoce, sin duda, tiene, un corazón de doctor, y una alma demasiado noble, que se nota en su mirada.
Bueno el chico que a un no sé su nombre, regreso y se sentó en las gradas junto a Blanca, que a su vez estaba a lado mío. No pronuncio ni una palabra.
Entonces, blanca decidió, avanzar con sus apuntes, pero una pluma salió volando de su bolso, por cierto muy bello, color rosa claro, la pluma cayo en el área donde los demás se encontraban jugando, blanca dijo:
- Hay no puede ser, mi pluma (con voz chillona).
Yo no sabía que hacer, pero me hice la valiente y dije:
- Tranquila, yo iré por ella.
- Pero te pueden dar un mal golpe.
- Tendré cuidado.
- Mucho por favor.
Me dirigí al área de juego, ya estaba muy cerca de la pluma, cuando el portero, lanzo la pelota hacía, mi, debo ser sincera en mi vida he jugado futbol, la pelota me golpearía la cabeza, me encogí de hombros.
Pude observar de reojo, que frente a mí se encontraba Enrique, con la pelota, fue a por ella para que no me golpeara, el voleo a verme y me dijo:
- Es mejor que te alejes de aquí regresa a las gradas, no queremos otro enfermo, (sonrió)
- SI... GRACIAS. (un poco, que dijo poco, demasiado, tímida)
Al regresar a las gradas Blanca me dijo:
- Muchísimas, gracias, has arriesgado la vida por mí.
- Vamos, no es para tanto.
- Eso lo dices porque, Enrique, Te ha salvado la vida, no es así?
- Que es lo dices BLANCA?
- La verdad, lo que vi, el corrió lo más rápido que pudo, para lanzarse por esa pelota que destruiría esa linda cara tuya.
- Solo lo hizo porque es muy amable con las personas.
- Haaa has notado eso, jaja
- Ya basta, que no ibas a estudiar.
- A si claro, deberías, hacer lo mismo, en vez de desgastar a Enrique con esa mirada.
- Vaya tú no tienes remedio.
Saque mi libro y un lápiz para contestarlo, deje el tema de conversación olvidado.
Pero sabes al llegar a aquí a mi casa, y sentarme a escribir sobre lo ocurrido, me siento muy feliz porque Enrique me haya salvado de ese balonazo.
Gracias, Enrique.
Buenas noches, querido amigo fiel.