CAPITULO 26

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29 de Diciembre del Año 1991

Bueno, pues no han de tardar en quitarte de mis manos, no sabes lo que me hicieron, Enrique donde estas, te necesito, espero que esos hombre no te hayan hecho nada malo. Perdóname enrique, perdóname, no supe cuidar a nuestro bebe.

Me duele tanto escribir, pero sé que tengo que hacerlo, ice una promesa, en tu primera página, malditas promesas, no porque las hacemos si no las vamos a cumplir, o nos causas tanto dolor.

Bueno pues si venían por mí, me llevaron a otra recamara pero muy bonita donde estaba, Ismael, al verlo le escupí en la cara:

- ¿Por qué me tienes aquí?

- Para hacerte sufrir. (dijo con una sonrisa malévola)

- Yo...

- ¡Tú mataste a mi esposa y a mi hijo!

- ¡Yo no los mate, y Lilia aun no era tu esposa! (grite con todas mis fuerzas)

- En eso tienes razón, y me estoy cobrando a tiempo cada una que hiciste.

- ¿Qué?

- Si, ya tu futuro esposo Enrique, ¿No? Creo que así se llamaba pero bueno me da igual, jajá. ¡Ya está muerto!

- No eso no es cierto.

Me le lanze, como una loca, pero de un puñetazo que me dio en el estómago logro tirarme, al suelo. Mis manos se fueron directo a mi vientre, me dolía mucho.

- Ha ya veo, ese bastardo, te dejo preñada.

- No soy ningún animal, para que me trates así.

- Yo te trato como quiera.

- Déjame.

- ¿Contesta estás cargada?

- Ya te dije que no me hables como a un animal. Y no estoy embarazada, solo me duele mucho.

- Eso ya lo veremos.

Entonces salió dejándome sola. Después llego, con un señor, que parecía un médico.

Ismael, salió y:

- Debo revisarla.

- No quiero.

- Señorita, por favor, no haga las cosas más difíciles.

- Pero señor, por favor.

- Déjese.

- Si estoy embarazada, pero si le dice...

No me dejó terminar y salió, de la habitación, después entraron dos hombres y el medico también, los dos hombres me tomaron y me llevaron a la habitación obscura.

Estando allí.

No no.

Por qué a mí.

El médico, saco unos cuchillos, y los hombres me tenían, muy bien agarrada, en eso.

El señor, disque médico, corto mi vientre, como en una cesárea pero, mierda como dolía, pues era obvio, no tenía anestesia.

Creo que quede inconsciente, solo miraba pero ya no podía escuchar nada.

El señor, me esculpía el vientre, yo tenía unos tres meses, pero aún no se notaba.

Después desperté, muy adolorida, en esa habitación obscura. Me moví un poco, y mi mano izquierda, se humedeció, al sentir la textura, era de sangre, en el suelo, abia gran cantidad de sangre, y con ella, los restos de mi bebe, pude sentirlos. Allí estaban, las lágrimas, no paran de salir, de mis ojos.

¡MI HIJO, NOOOOOOOO!

LA PROMESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora