CAPITULO 8

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3 de Septiembre del Año 1991

TARDE:

-Hola, lamento no escribir ayer, pero la verdad es que no me dio tiempo de nada, apenas me alcanzo el tiempo, para arreglarme y dejar todo en orden, y para decirle a Vanesa, que mañana (o sea hoy) llegaría temprano, para ir a donde ya habíamos quedado, dije esto porque nadie más puede enterarse de lo que paso con VANESA.

Al llegar a la casa de Mariana, ya todos estaban allí solo faltaba Rosa, cuando llego Rosa, José, grito, al fin llegas solo faltabas tu para iniciar, la fiesta, Rosa contesto, ¿porque yo? pueden empezar sin mí. Enrique se levanta de su silla, y le dijo a Rosa:

-Te amo Rosa, desde el primer día en que te vi, me gustas mucho.

-Enrique, yo también te amo, también me gustas, eres muy guapo.

Después de esas palabras de novela, mi corazón se sentía como una piedra, pero partida en mil pedazos.

Ellos se besaron frente a todos, Blanca me tomo de la mano y me dijo ven acompáñame al baño, sin duda ella sabía que no podía seguir allí, ella fue mi salvadora, me dijo:

-Debes de saber esto.

-¿Qué?

-Por llamada, se me salió, decirle a Enrique, que estabas enamorada de él.

-¿Qué hiciste qué? (varias lagrimas recorrían mi rostro)

-Perdóname pero pensé que él también estaba enamorado de ti.

-No debiste.

-Lo sé pero ustedes harían bonita pareja.

-Pues ya viste a quien ha elegido (dije retadora).

-Por cierto investigue un poco de Rosa, se dice que es facilota.

-Ha, (DIJE SIN INTERES)

-Escucha no creo que duren mucho tiempo.

-Y eso a mí de que me sirve, si el aun sabiendo que yo estaba enamorada de él, me restriega en la cara como puede estar con otras mujeres menos con migo.

-Perdóname.

-No debiste.

-Pero yo.

-Está bien creíste que era lo correcto.

-Lo siento.

-No pasara nada, lo quiero mucho, me debo poner más limites, tú me has hecho descubrir la clase de persona que es.

-¿Segura?

-Sí.

Me limpie las lágrimas, me puse un poco de maquillaje para que no se viera que había llorado, y salí para continuar con la fiesta.

Pude ver como Enrique y Rosa se estaban comiendo en las escaleras, después, Enrique le susurro algo en el oído a Mariana, y ella asintió con la cabeza, después Enrique tomo de la mano a Rosa, y subieron por las escaleras, que llevaban a las habitaciones de la familia, mi corazón ya no podía, mas.

Todos estaban bailado, yo no tenía pareja, y con lo que me gusta bailar, subí por las escaleras sin que me vieran, camine por el pasillo, llegue a una recamara, no puede ser la puerta estaba abierta y ellos, en mero acto, me pare frente a la puerta, pensé en esconderme pero ya era demasiado tarde, ellos me avían visto, quise salir corriendo pero mis piernas no respondían, mi boca hablo por si sola:

-Saben creo que no es el lugar para hacerlo, mejor vallan a un hotel es un poco más cómodo.

Enrique dijo.

-Por qué subiste y no te quedaste donde es la fiesta.

Se levantó de la cama completamente desnudo, a lo que me boca respondió.

-Estos niños son muy aburridos.

Después me dirigí a Rosa.

-No puedo creer es esto más que pequeño, te de tanto placer, como para gemir como una puta cuando no quiere que su cliente sospeche, que no sirve en la cama.

Enrique me cerró la puerta en la cara le había ofendido, cuando lo que buscaba era intimidarme, y no lo logro, no sé de donde salieron esas palabras, ni el valor que tuve para quedarme hasta el último segundo. Por dentro aun me sentía peor que una basura, pero por fuera, mi perfil era otro, más cuando, tenía que ver a Enrique.

Después de unos minutos Enrique y Rosa, bajaron por las escaleras, Rosa se despidió de Mariana solo de ella y salió por la puerta principal, José, grito, vengan acá los que se quieran divertir, vi como en una mesa pequeña tenian: cervezas, cigarros, condones, estimulantes, pequeñas bolsas con un polvo blanco, que de seguro era cocaína.

Me senté con Blanca para tomar un refresco, mientras, los demás, se drogaban y divertían a su manera, no puedo creer que esos estaban estudiando la carrera de medicina, no lo creo, dañando, su cuerpo.

Llego la madrugada, y todos los presentes a excepción de blanca que su papa llego por ella, nos quedamos a dormir, en las habitaciones de arriba, eran muchas.

A la mañana siguiente, todos se habían ido, pero Enrique y yo seguíamos allí, Enrique se sentía muy mal, tanto que vómito, la ropa que Mariana traía puesta, era, obvio, que no podía irse por sí solo a su casa. No quería pero mi mente me obligo a decir: yo te llevo, él dijo si por favor, entonces pedimos un taxi y lo deje en la puesta de su casa no sé si entro o no pero bueno yo ya había hecho mucho por él, por la persona que se había burlado de mí y en mi cara.

Le dije al taxista que me llevara a mi casa, le di la dirección.

Bueno al llegar a mi casa, Vanesa estaba lista, para que nos fuéramos al consultorio, ni siquiera salude a mi mamá, solo, volví a salir de mi casa.

Ya estando en el consultorio, Vanesa entro sola, con la psicóloga, hablaron durante dos horas, ya estaba más que aburrida, por fin salieron la psicóloga me dijo, tu amiga está mucho mejor, pero será mejor que salga un poco a pasear, y que venga de nuevo, una vez más será suficiente.

Regresamos a casa, mama nos dijo que donde habíamos ido, a lo que respondí, a caminar mama, no pasa nada.

Después paso la comida y Vanesa estaba muy tranquila, creo que si le sirvió, la plática que tuvo con la psicóloga.

Bueno ya es tarde y quiero dormir, ha sido un día complicado y además mañana es la práctica en la universidad.

Besos.

LA PROMESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora