N a r r a d o
p r i m e r p a r t e.Tomé el celular con cuidado y miré por segunda vez la fotografía que tenía de fondo de pantalla, éramos Matthew y yo, ambos con una sonrisa enorme y abrazados, era una de mis fotos favoritas, sin dudas. Las cosas con él habían mejorado, quería intentar estar en algo conmigo pero quedamos en hacerlo despacio y sin estar revelando que estamos juntos, no queremos que los periodistas piensen cualquier cosa y comiencen a decir que engañó a Esther, aunque es cierto, nadie debe saberlo.
En ese momento un mensaje de él apareció avisándome que vendría a mi casa a cenar, corrí hacia la habitación y me cambié la ropa de vagabunda que traía puesta; tomé un jean azul junto con una remera azul con algunas flores y me las coloqué, me puse unas zapatillas blancas para después ir hacia el espejo y arreglar mi cabello, coloqué un poco de perfume en mi cuello y ya estaba lista. Había dicho que a las 9 vendría y ya estaba a punto ser, mordí mi labio lentamente tirando mi cabeza hacia atrás y viendo al techo, como si fuese lo más interesante del planeta.
Tomé mi móvil y miré la hora, 9:30 de la noche, me había dejado plantada. Negué con mi cabeza y bufé mientras me acostaba por completo en el sofá, mi celular comenzó a vibrar dando a entender que era una llamada, el rostro de Matthew apareció en la pantalla y me negué a contestar, pero cada vez que rechazaba su llamado, volvía a insistir con cincuenta más.
─Creo que te haz perdido en el camino, Daddario. ─hablé con sarcasmo, oía como soltaba un suspiro.
─Lo lamento, tiene una explicación.
─¿Sí? ¿Cuál? ─pregunté sarcástica, una vez más, mientras prendía la televisión, justo estaban hablando sobre Matthew y su relación con Esther. Esperen, ahí dice, ¿volvieron?
─Yo, uhm. No sé cómo decírtelo.
─Volviste con ella. ─susurré sintiendo como en cualquier momento caerían las lágrimas, había sido estúpido llegar a pensar que Matthew iba a ser capaz de sentir algo por mí. Siempre había sido ella.
─Yo.. Lo siento, Hails. Ella estuvo a mi lado siempre, no podía dejarla ir. Pero quería pedirte que sigamos siendo amigos.
─Vete al demonio, Matthew. ─murmuré antes de cortar la llamada y arrojar el teléfono contra la pared, sentía un horrible nudo en la garganta que apenas dejaba que pudiera respirar, no quería llorar, no tenía porqué hacerlo cuando sabía que él iba a elegir a Esther siempre.
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LAS ADORO, SIN USTEDES NADA DE LO QUE HAGO SERIA POSIBLE. GRACIAS, EN SERIO, LAS ADORO. 💜