Capítulo 3

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Ya que estábamos, fuimos al centro comercial, no había más nada para hacer y el calor ya no era tan fuerte.

Entramos y fuimos al primer negocio que encontramos.
La cantidad de gente que había ahí adentro era agobiante, pero no nos importaba, ya que estaba todo de oferta.

Empecé a ver zapatos, había un par negro, con tachitas pequeñas y plataforma.

-Hola, ¿tenés número 37 de estos?-Pregunté a una vendedora del local.

-Sí, esperame un minutito, ya te traigo.-Dijo y se llevó el par que tenía en la mano.

Ese minutito que dijo que tardaría serían como dos horas, por lo que me dispersé por el local, viendo qué más había. Aunque no podía comprar nada, sino no duraría nada de nada en esta ciudad.

Me acerqué a Ana para ver qué estaba eligiendo, pero cuando la vi... ¡ésta chica! Tenía tres pares de zapatos en la mano, y un montón de ropa, ¿cómo encontró todo eso tan rápido?

-¿¡Nena vos estás loca!?-Pregunté alterada.

-Más o menos...

Me quedé mirándola incrédula.

En eso, llegó la vendedora con los zapatos que había pedido.
Me los medí con cuidado y parecían hechos para mí.

-Los quiero.-Susurré para mí misma.

-"Yo quiero tantas cosas...".-La voz de mi madre se apoderó de mi mente en ese momento.

Sabía que no tenía que comprarlos, pero simplemente no pude.

Me acerqué a la caja y le di los zapatos a la chica que atendía.

-¿Cuánto salen?

-Ya te digo...-Dijo tecleando algo en la computadora.-$4.450, pero de contado tenés descuento, serían...

-Está bien.-Dije, sacando muy a mi pesar la tarjeta de crédito.

Se la entregué a la cajera, vacilando en si era lo correcto. Y sabía que no estaba bien pero, ¿qué? La tarjeta ya había sido pasada por el pasatarjetas, todo estaba hecho. En ese momento, mis padres me dieron algo de pena, pero luego vi los zapatos nuevamente dentro de la caja y se me pasó todo.

-Gracias.-Dije agarrando la bolsa, encaminándome fuera del negocio.

Al darme cuenta que Ana aún estaba adentro, le envié un mensaje diciéndole que iba a dar una vuelta y que cuando termine me llame.

Seguí caminando, limitándome sólo a ver las vidrieras, porque sabía que si entraba me quedría sin herencia por parte de mis padres.

Mi celular sonó, avisando que tenía una nueva notificación.

-¡Mierda!-Dije al chocar contra alguien, quien me hizo tirar el celular al suelo.

-Perdón.-Dijo ESA voz.-¿Eva?

-¿Qué haces acá?-Pregunté impactada.

-¡Eva al fin te encuentro!-Gritó Ana.-¿Qué hace él acá?-Preguntó arqueando una ceja, una vez que estaba al lado mío.

-Yo sólo vine a dar una vuelta...-Dijo Leo. ¡Sí, Leo!

-Bueno, chau.-Dijo Ana cortante, llevándome del brazo. Ella estaba más enojada por lo que me había hecho que yo misma.

-Pero... ¡Eva!-Siguió gritando él, mientras nos alejábamos.

No tenía ganas de hablar o estar con Leo.

-¿Qué pasó ahí?-Preguntó Ana, cuando ya nos habíamos alejado lo suficiente como para que no nos vea.

-El idiota ese me hizo tirar el celular, y encima me habla como si nada hubiera pasado. ¿Quién se cree que es? Por suerte llegaste justo...

Confía en mí (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora