Capítulo 1

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Desperté gracias a un pequeño rayo de sol que envocaba justo en mis ojos. Los abrí lentamente, observando con pesadez a través de la ventana.

Al desenredarme de todas las sábanas, estiré mis brazos pesadamente, saliendo de la cama de un salto y dirigiéndome al baño.

Me miré rápidamente en el espejo. En el reflejo podía verse a una chica de dieciocho años, con pelo castaño largo, despeinado. Voluptuosas ojeras debajo de sus ojos -verdes gato-, ocupaban gran parte de su rostro, mostrándose cansado.

Cuando terminé de analizarme a mí misma, procedí a hacer lo que tenía que hacer.

Ese era mi último día en el colegio secundario y esa noche, la fiesta de graduación.

En dos semanas, me mudaría a Buenos Aires, para estudiar en la Universidad. Con mi mejor amiga, viviríamos juntas en un departamento, ya que habíamos decidido mudarnos a la misma ciudad.

Fue una decisión muy difícil de tomar, separarnos de nuestras familias para vivir solas, completamente aisladas del resto de la gente. O al menos hasta que conozcamos gente nueva, basta de dramatismos.

Bajé las escaleras. Mis padres estaban en la cocina, como casi todas las mañanas. Era habitual que a esta hora estén desayunando, pero esa mañana no había nada sobre la mesa

-¡Hola, hija!-Dijo mi mamá y yo sonreí vagamente.

-Hola.-Hice una pausa.-¿Y el desayuno?

-¡Eva se hace tarde!-Gritó mi padre.

Ya sé qué pasó con el desayuno.

-Pero si son las... ¡mierda!-Exclamé.
-¡Chau mamá!-Grité agarrando una manzana y mi mochila.

-¡Eva, todavía estás en pijama!

Subí rápidamente las escaleras para cambiarme, lanzando profanidades.
A esto me refería respecto a vivir sola, si no hubiera sido por mi madre, hubiera salido de mi casa en pijama.

Ahora sí.

Llegué al colegio, me despedí de mi papá y bajé del auto rapidísimo.

¡Ay Dios mío! Leo, el chico que me había gustado durante todo el secundario, estaba atravesando la puerta con su pelo rubio todo revuelto por el viento.

Al entrar al edificio, apuré el paso, solo faltaban cinco minutos para el timbre.

-¡Eva! ¡Esperá!-Gritó Leo, haciendo que me de vuelta y que el corazón me suba a la boca. Llegó a mi lado rápidamente.

-Hola.-Dije más alegre y psicópata de lo que quería sonar. Hice una mueca ante eso, esquivando su mirada.

Empezamos mal, Eva. No tartamudees, controlate.-Me reproché.

-Hola... se te cayó.-Dijo dándome mi celular.

-Ay qué... estúpida.-Dije en un susurro, guardándolo.

-¿Y? ¿Estás contenta?

-¡Sí!, hace tres meses que estoy esperando este día. Y por fin es hoy.

Leo solo rió.

No podía creer que estaba hablando con él.

-Eva, sé que te puede sonar raro pero... ¿no te gustaría...? No importa.-Dijo acelérando el paso.

No iba a quedarme con la intriga de saber lo que me iba a decir de ninguna forma, por lo que me apuré para alcanzarlo.

-¡Ahora decime!-Dije, ya a su lado.

Confía en mí (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora