Estábamos caminando y unas pocas cuadras después, llegamos a un bar.
Entramos y no había mucha gente, nada comparado con la calle. Nos sentamos en los sillones del fondo, yo con pasos torpes por la próxima incomodidad que iba a experimentar.No conocía a Lucas en lo absoluto, ¿de qué se supone que ibamos a hablar?
Como dije, empecé a removerme incómoda en mi asiento, Lucas no paraba de mirarme y yo de vez en cuando levantaba la vista, o hacía que revisaba algo en el celular. Ya sé, patético.
Después de encontrar un tema de conversación decente, pedimos nuestro almuerzo, el cual llegó después de veinte minutos de pedirlo.
-¿Vas a comerte todo eso?-Preguntó, alzando una ceja.
Mi almuerzo consistía en una enorme hamburguesa con queso, tomate, lechuga, cebollas, pepinos, ketchup, mayonesa y obviamente, la carne. Dos carnes. Como eran indispensables, de guarnición, papas fritas.
-Sí, me voy a comer todo. ¿Por qué?-Pregunté.
-No, por nada.-Respondió. Su hamburguesa era mucho más pobre y vacía que la mía, entendía por qué me miraba así.
-Siempre como así yo.-Dije riendo. Él rio.
Seguimos comiendo y hablando de cosas sin importancia.
-Eva es en serio, ¿dónde te entró tanta comida?-Preguntó.-No lo entiendo.
Yo sólo reía a carcajadas. Me había comido toda la hamburguesa, y me quedé con ganas de postre.
-No sé... no comí nada de postre.-Repliqué.
Él sólo hizo una mueca y rio.
Cuando terminamos de comer, pedimos la cuenta.
-Yo pago.-Dijo Lucas.
-Mitad y mitad.
-Yo pago todo.-Replicó.
-Pero Lucas, con todo lo que me comí...-Dije, no iba a dejar que pague todo él.
Pero sí, terminó pagando todo Lucas.
Salimos del bar, al parecer había llovido, pero nosotros no nos habíamos dado cuenta.
Seguimos caminando. No sabíamos a dónde estabamos yendo. O al menos yo no lo sabía.-¿Dónde querés ir?-Preguntó.
-No sé, demos una vuelta y vemos.-Respondí.
Llegamos a una plaza donde había puestos de artesanos y nos pusimos a recorrer.
-¿Lucas vamos al centro comercial?-Pregunté.
Sí, me encantaba ese lugar.
-¿Estás aburrida?
-No...-Respondí.-Tengo frío.
Él me miró y se sacó la campera.
-No... no hace falta...
-Sí, hace falta.
Me rodeó con su camperón por los hombros. Lo usé de manta, era un poco grande.
-Ay tengo ganas de algo dulce.-Dije.
-Sí, yo también... ahí hay una heladería, ¿vamos?
-Sí, vamos.
Pedimos los helados y esperamos a que los sirvan.
Lucas pagó los dos.
-No, yo pago el mío.
-Yo los compro.
Me estaba cansando de que quiera pagar todo. ¡Qué machista! Igual yo no tenía nada qué perder, ya casi no tenía dinero y recién llegaba a la ciudad. Presentía que iba a fundirme si seguía así. Todo eso lo razoné en media milésima de segundo, y sólo por eso, dejé que Lucas pague los helados.
ESTÁS LEYENDO
Confía en mí (Editando)
Lãng mạnEva nunca ha sido muy valiente o al menos nunca había tenido que demostrarlo. Nunca había tenido que atravesar una situación realmente difícil durante toda su vida. Al mudarse de ciudad para estudiar en la universidad conoce a quien pronto se haría...