Capítulo 5

34 9 0
                                    

Estábamos caminando y unas pocas cuadras después, llegamos a un bar.
Entramos y no había mucha gente, nada comparado con la calle. Nos sentamos en los sillones del fondo, yo con pasos torpes por la próxima incomodidad que iba a experimentar.

No conocía a Lucas en lo absoluto, ¿de qué se supone que ibamos a hablar?

Como dije, empecé a removerme incómoda en mi asiento, Lucas no paraba de mirarme y yo de vez en cuando levantaba la vista, o hacía que revisaba algo en el celular. Ya sé, patético.

Después de encontrar un tema de conversación decente, pedimos nuestro almuerzo, el cual llegó después de veinte minutos de pedirlo.

-¿Vas a comerte todo eso?-Preguntó, alzando una ceja.

Mi almuerzo consistía en una enorme hamburguesa con queso, tomate, lechuga, cebollas, pepinos, ketchup, mayonesa y obviamente, la carne. Dos carnes. Como eran indispensables, de guarnición, papas fritas.

-Sí, me voy a comer todo. ¿Por qué?-Pregunté.

-No, por nada.-Respondió. Su hamburguesa era mucho más pobre y vacía que la mía, entendía por qué me miraba así.

-Siempre como así yo.-Dije riendo. Él rio.

Seguimos comiendo y hablando de cosas sin importancia.

-Eva es en serio, ¿dónde te entró tanta comida?-Preguntó.-No lo entiendo.

Yo sólo reía a carcajadas. Me había comido toda la hamburguesa, y me quedé con ganas de postre.

-No sé... no comí nada de postre.-Repliqué.

Él sólo hizo una mueca y rio.

Cuando terminamos de comer, pedimos la cuenta.

-Yo pago.-Dijo Lucas.

-Mitad y mitad.

-Yo pago todo.-Replicó.

-Pero Lucas, con todo lo que me comí...-Dije, no iba a dejar que pague todo él.

Pero sí, terminó pagando todo Lucas.

Salimos del bar, al parecer había llovido, pero nosotros no nos habíamos dado cuenta.
Seguimos caminando. No sabíamos a dónde estabamos yendo. O al menos yo no lo sabía.

-¿Dónde querés ir?-Preguntó.

-No sé, demos una vuelta y vemos.-Respondí.

Llegamos a una plaza donde había puestos de artesanos y nos pusimos a recorrer.

-¿Lucas vamos al centro comercial?-Pregunté.

Sí, me encantaba ese lugar.

-¿Estás aburrida?

-No...-Respondí.-Tengo frío.

Él me miró y se sacó la campera.

-No... no hace falta...

-Sí, hace falta.

Me rodeó con su camperón por los hombros. Lo usé de manta, era un poco grande.

-Ay tengo ganas de algo dulce.-Dije.

-Sí, yo también... ahí hay una heladería, ¿vamos?

-Sí, vamos.

Pedimos los helados y esperamos a que los sirvan.

Lucas pagó los dos.

-No, yo pago el mío.

-Yo los compro.

Me estaba cansando de que quiera pagar todo. ¡Qué machista! Igual yo no tenía nada qué perder, ya casi no tenía dinero y recién llegaba a la ciudad. Presentía que iba a fundirme si seguía así. Todo eso lo razoné en media milésima de segundo, y sólo por eso, dejé que Lucas pague los helados.

Confía en mí (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora