Las Mariposas También Cagan

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7 años antes:

Caminé a la parada del autobús para juntarme con mi única y mejor amiga. Me sonreía alegre con su mochila en el hombro y una coleta de caballo.

Subimos en el medio de transporte alegres y no dejamos que las burlas o los comentarios infantiles de nuestros compañeros nos afectaran. No quería que ella sufriera, por eso no me importaba que al juntarme con ella hablaran mal de mí.

Era una semana hermosa, los días del verano siempre iluminados por la felicidad del sol. Extrañamente llovía en verano, pero ese día lo hizo.

"Puedes verme en nuestro escondite a las 6 p.m. es urgente"

Me carcomía lo que mi mejor amiga tenía que decirme, así que caminé horas antes de la hora establecida. Pero la lluvia no bajaba y ahí estaba ella. Empapada, con lágrimas en los ojos y una sonrisa triste en sus labios.

"Discúlpame Alice, pero ya no podemos ser amigas, ya no quiero ser tu amiga"

Sentí como todo se me derrumbaba, no la miré a los ojos. Caminé cada vez más apresurando mi paso hasta correr lo más lejos posible.

Durante horas caminé bajo la lluvia, y una vez que bajó volví a casa. Mi madre me miró con tristeza y me llevó a mi habitación.

Al día siguiente...

Actualidad:

Desperté de golpe, agitada por el sueño que desde hace 7 años he tenido. No recuerdo el rostro de esa niña, y tampoco lo que sucedió después de esa noche. Pero sé que desde entonces no tengo amigos y siempre estoy sola.

Mi madre y yo nos distanciamos desde entonces y me la paso cambiando de instituto a causa del trabajo de ella. Este año, iría a un colegio público. Mi madre se dio cuenta que gastar en uniformes no servía de mucho para la casa y desde entonces voy a colegios públicos.

—¿Hija? ¿Estás lista?— Mi madre, con su móvil en mano, abrió la puerta de mi habitación nueva, miré las cajas y luego a ella y asentí colocando unos cuadernos en mi mochila para ir con ella al auto.

Mi madre se la pasó hablando del trabajo y de sus muchos novios, mientras se maquillaba. Yo simplemente escondí mis auriculares bajo mi cabello y miré por la ventana hasta llegar al colegio.

Era un edificio bastante nuevo, o tal vez, lo cuidaban bastante bien.

Bajé del auto y mi madre se fue sin siquiera despedirse, pero ya era algo normal ante mí. Mi madre no recordaba mucho sobre mis situaciones importantes. ¡Pero qué va! Es mi último año de colegio, dentro de un año cumpliré mis dieciocho, ¿dejaré de preocuparme por estas cosas? No suele importarme nada en general.

Caminé hacia el edificio, seguí las señales y terminé en la secretaría donde me dieron el horario de mis clases y me llevaron a mi clase. El único momento en que se tenía un aula estático era en exámenes, pero si no era eso, entonces debías cambiar de aulas en cada materia diferente. Mi madre me había dicho que era un instituto pequeño, sinceramente ahora me preocupo por perderme en el momento de cambiar con mis compañeros.

El profesor salió de su aula y nos miró a la directora y a mí, intercambiaron unas palabras y luego me dio una sonrisa. Los nervios se calmaron un poco ante esa amabilidad y esa dentadura perfecta, a decir verdad era un profesor bastante guapo y tenía un aire de superioridad amable, la directora se despidió y me quedé a solas con ese profesor en el pasillo desierto del instituto.

—Cuando te diga que pases, abres la puerta y entras ¿ok?—dijo sonriente y se adentró al aula dándome la espalda. Escuché como hablaba con mis nuevos compañeros y me daba una mirada segura para que abriera la puerta y entrara.

YOLO; You Only Live OnceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora