Clase D

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Después de carcajear hasta orinar, el profesor nos miró molesto. Las cuatro estábamos aturdidas por el hongo que nos drogó y como todo acto... tiene consecuencias.

—Después de clases se quedaran a limpiar todas las aulas y el gimnasio, sanitarios y ventanas. En resumen, limpiarán toda la institución—dijo escribiendo algo—por toda la semana, ahora vayan a clases—las cuatro nos quejamos pero el profesor nos sacó de su clase. Caminamos molestas a la siguiente.

—¿Qué haremos después del recreo?—preguntó Lucía algo pensativa

—Seguro que Daniela se va con los populares y yo a fumar con los drogadictos de la esquina—contestó sarcástica Sarah— yo me quedaré con la nueva— dijo pasando uno de sus brazos entre mis hombros en un abrazo—¿Se unen? —ambas asintieron—¡Bien! ya somos amigas

Las cuatro caminamos hacia la clase de lenguaje y nos sentamos juntas, causando alboroto entre nuestros compañeros. Los lunes, compartíamos todas las clases, los martes compartía todas con Sarah y una con Daniela, los miércoles no compartíamos ninguna clase, los jueves compartía clases con Lucía y los viernes compartíamos clases todas juntas. Eso era un poco decepcionante, pero tendríamos algo que decirnos en los recreos y qué había sido de nuestras vidas.

Me senté y miré hacia afuera por la ventana. Me preguntaba cómo había terminado en este lío de limpiar la institución durante una semana, pero también me preguntaba, ¿cómo llegué a tener un grupo de amigas? En toda mi vida no he tenido amigas. Siempre me la he pasado sola. Me sentía feliz... 

—¡Alice!—di un salto en mi asiento ante el llamado de la directora en los parlantes—¡Presentarse de inmediato a mi oficina!—la profesora me miró amable y me levanté para ir hacia la dirección escuchando a la clase decir un alargado "uuu" como si me hubiera metido en graves problemas.

Una vez ahí, me dieron el pase y la directora se encontraba con una sonrisa y una taza de café

—¿Cómo te ha ido el primer día?—miré que fingía una sonrisa, pero estaba furiosa, le temblaban los labios al hablar junto con la voz

—Bien, supongo---

—¿¡BIEN!?—la directora se puso de pie bruscamente y comenzó a gritar—¡EN ESTE COLEGIO NO SE ACEPTAN MUJERES REBELDES! ¡TU PROFESOR DE BIOLOGÍA ME INFORMÓ QUE NO SIGUIERON INSTRUCCIONES Y TENDRÁN UN CASTIGO! ¡QUEDAS ADVERTIDA!—dijo furiosa—Ahora dime, ¿fuiste la única que interrumpió al profesor o hubo alguien más?—dijo un poco más calmada

~¿Qué responder? Si digo que no, tendré que dar el nombre de las chicas... lo cual es extraño ya que el profesor tuvo que haberle dicho quienes fueron. O tal vez solo dijo algo como: "Unas chicas obtuvieron el castigo de limpiar el colegio durante una semana, entre ellas la chica nueva... Alice" Si no digo que fui la única, y me hecho la culpa, no las meteré en problemas así que nuestra relación se fortalecerá~Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de la directora quejándose

—Fue mi culpa hacer reír a la clase, así que solo soy yo la que debe recibir el castigo, por lo que después de clases seré yo quien me quede a limpiar—dije fríamente sin chistar, aunque la mirada de aquella mujer era intimidantemente fuerte, no aparté mi vista de sus ojos. Así no sabría que estaba mintiendo por mis nuevas amigas. 

Después del pequeño incidente con la directora, fui a clases con las chicas. Era aburrido esperar al recreo, tenía hambre y sueño.

  — Faltan cinco minutos para salir a comer, deberíamos prepararnos— dijo Daniela, salté de mi lugar y guardé mis cosas para levantarme impaciente. 

— ¿Vas a alguna parte Alice?— la profesora me miró con los brazos cruzados en su pecho, me senté lentamente con nervios de nuevo pero la campana sonó y salí lo más apresurada posible.

Caminamos fuera del edificio, dirigiéndonos hacia una de las mesas al aire libre, todos los alumnos estaban esparcidos por todas partes. Interesante, a decir verdad, ya que la gente siempre se divide en grupos. Siempre con un mismo tipo de gente, ya sean los populares, los nerds, los góticos, etc. No obstante, mi grupo tenía de todo. La gente nos miraba raro al pasar y mencionaban cosas, ¿La criminal con la presidente del instituto? ¿La popular con la nueva marginada? Esas preguntas no se detenían en ningún momento. Fue difícil encontrar una mesa a causa de la gente que siempre habla de todo lo que no le importa.

— ¡Miren! ¡Una mesa libre!— Dije aliviada, ya que tenía sombra y era extensa, además no estaba tan cerca de la gente chismosa. Corrí alegre con mi comida hacia la mesa, pero una mano grande y pesada me desvió el paso y terminé en el suelo.

Mi pantalón se rompió en las rodillas y salía sangre de éstas. Miré furiosa a los chicos que ocuparon la mesa en la cual pensaba sentarme.  

  — ¿¡Cuál es tu problema!?— chillé levantándome y mirando desde arriba a un chico de cabello largo y café oscuro, lo tenía mejor que el mío a decir verdad, tenía ojos verdes y piel blanca. Sus brazos eran musculosos y su camiseta le marcaba su buen cuerpo — Yo me iba a sentar ahí, así que tú y tus amigos lárguense— Lucía se acomodó nerviosa los lentes y me tocó el hombro intentando alejarme para no darle importancia, pero yo no me moví.

— Me interesó este lugar— dijo con arrogancia, miré mi comida en el suelo y tomé su postre. No pude evitarlo, fue algo rápido e impulsivo. — ¡MALDITA PERRA!— el chico se levantó de golpe y se limpió los ojos, el postre caía por toda su hermosa cabellera, rostro y camiseta. Era mucho más alto que yo, pero a mí no me intimidaba o al menos no lo demostraba en lo absoluto. 

El silencio en el ambiente era incómodo, todos estaban sorprendidos, sus amigos se reían de él y yo recibía miradas extrañas. Daniela y Lucía estaban nerviosas, mientras que Sarah se colocó a mi lado y tomó el fresco para tirarlo en el rostro del chico

— El postre fue por la mesa, tu bebida en tu rostro fue para limpiarte la desgracia al decirle a mi amiga perra— Dicho esto tomó mi muñeca y caminó lejos arrastrándome con ella. Lucía y Daniela nos siguieron en silencio, el ruido se hizo entre los alumnos hablando sobre lo ocurrido, pero entre Sarah y yo las risas no se detenían.

Al finalizar nuestro recreo todos nos miraban y comenzaban a susurrar, a decir verdad mi memoria era muy corta y ya lo había superado.

— ¿Cómo no ganarse el odio de los chicos de la clase D después de hacer eso?— una chica susurró a su amiga al pasar a mi lado, me llamó la atención, ¿odio? ¿qué hice para que me odiaran? Solo fui justa con ellos, diente por diente, ojo por ojo ¿no es así? 

No le di mucha importancia y seguí caminando a clases, Lucía mencionó mis rodillas ensangrentadas, así que me cubrieron la espalda para ir a la enfermería y poder desinfectar las heridas.

Fue todo un caso lo sucedido en el recreo con esos chicos, eran solamente tres chicos, extrañamente se veían muy unidos, pero al mismo tiempo muy distantes y diferentes. Como si realmente no hubiera un hilo que los uniera entre ellos, al menos algo en común.

Ese fue el pensamiento de la tarde que no salía de mi cabeza.


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Lucía en multimedia (Maia Mitchell)











YOLO; You Only Live OnceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora