Recuerdos

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 —¡ALICE!—desperté sudada, de golpe, mi respiración agitada. No podía recordar mi sueño, pero sé que no era sobre ositos de gomita ni otras golosinas, sabía que no era sobre pasteles ni galletitas. 

Miré a la habitación y dos hombres, mejor dicho, dos policías se encontraban en la entrada, a mi lado estaba mi padre, viendo como me movía dormida o mejor dicho, me veía ahora mismo. ¿Los dos policías eran para mi padre?

  —Pronto vendrá tu madre—comentó él con la mirada perdida, no quería estar cerca de mi padre, tenía miedo de que me hiciera daño como años atrás lo hizo—Me llamaron del hospital, aparentemente te involucraste en una pelea... deberías tener más cuidado—intentó acercar su mano a mi rostro, pero me aparté asustada por sus acciones. Los policías nos miraban, cada uno con las manos en su pistola, listos para atacar si hace falta, viendo cada acción, escuchando cada palabra, sintiendo cada movimiento de mi padre, listos para atacarlo si era necesario.

No duró mucho ese ambiente, la puerta se abrió violentamente dejando ver a mi madre asustada, con café en su blusa, despeinada y agitada. Cuando vio a mi padre su furia aumentó y sentí la necesidad de correr y golpearlo. Me levanté de la camilla y corrí a abrazar a mi madre, ocultando la mitad de su cuerpo detrás del mío. Dejando en claro que la protegería si él hiciera algo extraño. 

No pasó nada más en esos largos minutos hasta que el médico entró en la sala y me susurró algo que me impactó.

  —¿¡DESPERTÓ EN SERIO!?—no evité más y salí corriendo de allí, sintiendo el frío del suelo en mis pies, dejando que todos vieran mi trasero y mi espalda por la única cosa que llevaba. 

Abrí la puerta fuertemente, ahí estaba Lucía abrazando sus rodillas y sollozando, al lado de Daniela y su madre. No quería interrumpir hasta que me encontré con Sarah y me empujó dentro. Confesé ante su madre que había sido su novio quién la ha violado, pero no creí oportuno hablar mucho con ella, ya que se podía ver como odiaba que la molestaran.


VARIOS AÑOS DESPUÉS

  —¡Alice!— corrí con mi mochila en la espalda para llegar al lado de mi amiga Sarah, quién había terminado con Oscar y Daniela se había ido para Europa. Después de nuestras vacaciones nos encontrábamos de nuevo—¿Visitamos a Lucía?—preguntó cuando llegué a su lado. Asentí agitada por correr fuera de la gran universidad y fuimos a su motocicleta. 

—Pero me traes luego que debo ir por mi auto—comenté con una sonrisa, abrazando a mi amiga por la cintura.


El camino fue bastante largo ya que tuvimos que pasar por ciudades y pueblos hasta llegar a nuestro último año de colegio. Vaya melancolía...

  —¿te acuerdas de este lugar?—comentó al pasar junto al bar donde el peliblanco trabajaba, a decir verdad no supe nada de él a partir de ese día... 

Al pasar junto al instituto donde estudiamos hace varios años, pudimos presenciar a los alumnos en el recreo, extrañamente, ya el instituto no aceptaba a mujeres y se había convertido en una academia de disciplina masculina. Sarah detuvo su motocicleta y nos adentramos al edificio, el director había cambiado, incluso los docentes. 

—¿Brandon?—me quedé petrificada junto con Sarah que mantenía la risa, aquel pelinegro del que no sabíamos nada después de nuestra graduación se encontraba como conserje, llevando un trapo mojado y un bote de basura—tanto que molestaste a los conserjes y ahora eres uno...—ganando una mirada fulminante de parte de él Sarah comenzó a reír

—¿Por qué han venido?—preguntó rabioso

—A dejarte en claro que todo en la vida se devuelve tarde o temprano, pero también a agradecerte... si no hubiera sido por tu tremenda estupidez Alice no hubiera podido ser quién es hoy. ¿Qué quiere decir esto? Que gracias a que la hayas lastimado y despreciado ahora tu estas de conserje con mal salario y nosotras estamos terminando nuestra segunda carrera, pero ten, te daré estos diez dólares, a lo mejor te sirvan de algo—comentó mi amiga Sarah con aire de superioridad, a decir verdad me parecía incorrecto lo que ella estaba haciendo, pero me mantuve en silencio. Vi como le daba dinero y lo dejaba caer para pisarlo y tomarme del brazo e irnos. No pude evitar voltear a ver como Brandon recogía el dinero y seguía limpiando los pasillos apestosos de la secundaria. 


Nos volvimos a encaminar a nuestro destino, donde era preocupante encontrarse con alguien conocido y a esto me refería a familiares de Lucía. 

Nos bajamos de la motocicleta y cruzamos las grandes puertas de hierro, para llegar a donde nuestra amiga se encontraba.

Lucía Rojas

1997-2015

"Por una excelente hija, una gran estudiante, y una madre" 


Sonreí al leer la lápida color blanco, recordando la época de crisis, donde mi amiga castaña no despertó del coma y estaba embarazada de una niña, que al intentar salvar a la pequeña se llevaron la vida de mi amiga. 

Hacía tiempo que no la visitaba, a decir verdad muchas cosas pasaron a partir de su muerte. Eliminando la parte donde Daniela se fue del país y solo quedamos Sarah y yo. Fueron meses realmente amargos, largos y dolorosos. Ella murió realmente joven y pudo haber tenido un gran futuro. Pero incluso, si no se le hubiera intentado sacar a la bebé por complicaciones ella seguiría aquí como un vegetal. 

Me había encargado por estudiar ciencias políticas, junto con Sarah y terminamos la maestría juntas. 

Me llamo Alice Aslí, y esta es mi vida.

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Sarah en multimedia (Sarah Mcdaniel)


YOLO; You Only Live OnceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora