Sin Lagrimas

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No puedo llorar...por mas que lo intente, no hay lágrimas en mi.

Deseo desahogarme, gritar, renegar, encapricharme y después soltar un suspiro de alivio...mas tampoco puedo hacer eso. ¿Por qué demonios siento esto?

Aunque desde el principio...el llegar a sentir algo, no lo tenía permitido. Después de todo, soy un ser que siquiera posee una alma a pesar de ser un Segador. No soy más que una falsa.

- Segador yo...

Trato de hablar Muerte mas yo simplemente le di la espalda, limpiando mis labios con mi vendada muñeca, para después encaminarme hasta la puerta con intenciones de salir. Supuse que el solo me estaba observando, tal y en la posición como se había quedado cuando de impulso lo aparte de mí con algo de brusquedad ante la impresión. La verdad no me esperaba eso...no de él.

- No tiene que decir nada, en primera yo no debí aprovecharme de la situación. Lo lamento mucho mi señor.

Decía seco, sentía un nudo en la garganta y empezaba a hacer incómodo ello. No le daría la cara, ¿Cómo podría?, solo divise la perilla de la puerta y sin más tome de ella para después salir del cuarto de baño. Ni una palabra o algún movimiento, solo cerré la puerta tras de mí y me encamine a la recamara donde Vida a un se encontraba roncando.

- Menos mal...- suspiro de alivio. Después me deslicé hasta quedar de rodillas al piso, cubriendo mi rostro con una de mis manos.- maldición...maldición...

Ser besado por Vida...ser besado por Muerte...no ha sido más que un pecado enorme, un crimen del cual jamás sería perdonado. Mi deber es protegerlo, mantener un equilibrio más lo único que he logrado es...ser un simple y lamentable reemplazo para ambos. De solo recordarlo siento...siento...tanto dolor y rechazo...

De nuevo ese jodido sentimiento de rechazo...

¿Qué había pasado?...no quiero...no debo...no deseo recordarlo....

Ahí estábamos Muerte y yo, abrasado, dándonos ese calor necesitado....

El tenerlo entre mis brazos era una enorme dicha como tortura, no podía dejar de pensar en Vida, pero...al ver sus ojos, era como si ya nada más importara que nosotros dos en ese momento.

¿Por qué el tiempo no puede detenerse? ¿Por qué no podíamos quedarnos así para siempre?, admirarlo y atesorarlo en mis memorias por toda una eternidad. Desde siempre, había añorado eso, poder estar a tu lado, poder ser alguien que pudiera protegerte y hacerte feliz...aunque sea solo ese momento.

Imaginaba poder bastarme con una mentira...pero no es tan fácil sin importar cuan enamorado este de el.

Nos miramos a los ojos, estabas sonrojado, con los labios húmedos y ojos cristalinos, simplemente hermosos y provocativos. Me atreví, a bajar mis manos hasta tus caderas, estrecharlas hasta hacerte soltar un gemido y tú con fuerza te tomaste de mi cabeza, presionándome a tu pecho mientras movías tus caderas sobre mi regazo.

- Dime lo que deseas...- pedía- dime lo que quieres y yo lo hare sin pensar. Dímelo y seré tuyo cuanto lo desees...- imploraba con deseo de probar esos labios de nuevo.

- Por favor...no te detengas...tócame, tócame mas...- pedias entre gemidos, perdido en el deseo. Sonreí de lado para después bajar mis manos a tus glúteos carnosos y presionarlos con suavidad mientras besaba tu cuello.

Llevabas solo la parte de arriba de tu pijama, una camisón ligero y un poco mas grande. Lo desabotone lentamente dejando expuestos tus erectos y hermosos pezones rosados, me acerque a ellos temeroso y después los envolví con mis labios sacándote un jadeo que rápidamente silencie con poniendo una de mis manos en tu boca. Debía estar consciente de que no estábamos del todo solos.

- Ham...nyaaa...mmmm...- tus gemidos eran música para mis oídos. Mientras succionaba tus pezones me encargaba de tu miembro, tan duro y caliente ya algo húmedo por detrás de la tela de tu ropa interior. Cuando lo note estabas usando unas trusas negras muy pegadas y pequeñas. Eso casi me ase explotar. – yo...duele... - susurraste con pena, pasando tu mano hasta la mi donde acariciaba tu entrepierna. Entendí lo que deseabas así que solo baje un poco la trusa liberando tu miembro. Me sonroje un poco y pase saliva.

- Que adorable...mi señor no puede más...- dije con un tono pícaro para después apoyar tu espalda contra el mosaico del baño, alzando una de tus piernas hasta mis hombro (vaya piernas más hermosas y lisas) y la otra la sostenía con mi brazo para así poder acomodarme entre tus piernas y rozar mi propia intimidad cercas de tu entrada. Diste un ligero brinco al sentir la ligera precio, estremeciéndose entre mis brazos y mirándome extrañamente. Una mezcla de temor y deseo. – no temas, voy a hacerte sentir mejor...- susurre a su oído sonrojándose más, cuando cole mi miembro dentro de su trusa, simulando unas embestidas donde la punta solo rosaba por en medio de sus glúteos, cercas de su entrada. Estaba tan mojado, se sentía exquisito pero aun no pensaba entrar en el.

- Sus jadeos y gemidos resonaban en cada esquina del cuarto de baño, te aferrabas a mi cuello posando tus labios en mi piel, chupandome y succionandome causándome placenteros escalofríos, sentía que no aguantaría más y sin perder tiempo seguía frotando tu miembro.

- No...no aguantaré más...- soltabas deseoso mientras un poco de saliva corría por tu mentón...

- Muerte...Muerte...- repetía con una voz ronca, sintiéndome también al borde del clímax. Pero deseo que nos vengamos juntos – Muerte...yo te.,..yo a ti...

- Ha...ham..ha...Vi...Vidaaaaa!!!!!

Gritaste poco después de haberte corrido, más yo había detenido cada uno de mis movimientos, paralizado, realmente sorprendido por lo que había escuchado. Mis ojos estaban tan abiertos que lentamente comencé a soltarte, haciéndote caer sin poder evitarlo. Apenas recuperaste el aliento pero tu cuerpo seguía temblando, tapaste tu boca y alzaste el rostro viéndote más pálido de lo acostumbrado.

- Yo...yo no quería...Segador...- te levantaste para tratar de tocarme mas yo en un impulso te aparte, empujándote de nuevo al piso para después darte la espalda.

Vida...de verdad lo dijo...Vida....!! De nuevo había sido comparado¡¡

¿Qué demonios esperaba?, que dijera que también me amaba...cuando de verdad lo que el deseaba era estar entre los brazos de su verdadero amor...

Yo simplemente...solo fui....

- Perdóname...por favor, perdóname...- sollozaste con pena, mas yo no te daría la cara. ¿Cómo podría hacerlo? Acabaste con todo...en un inexistente corazón roto.

Cerré con fuerza mis ojos, de nuevo lo había recordado y me maldije por lo bajo. Arrope a Vida con las sabanas, poco después de haberme acabado de vestir.

- Ustedes serán mi ruina...- dije con un suspiro melancólico, tomando uno de mis cigarrillos para después sentir algo correr por mis mejillas.

Oh vaya...una mísera lágrima.

El Guardián de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora