Resentimiento y Pelea

382 40 0
                                    


Tiempo había sido el primero en encontrarse con aquel misterioso ser. Capaz de purificar y corromper el alma de un dios. El sabía que no se trataba de un simple Segador de almas mas tampoco era quien para cuestionar a sus señores así que solo se presento cordial mientras este soltaba el humo acumulado de sus delgados y pálidos labios.

Desde que lo vio no sintió confianza alguna en el, sentía que algo malo pasaría una vez se encontrara con sus demás compañeros y desde su llegada el destino de ellos estaba incierto, nublado y confuso. No podía bajar la guardia.

- He de aceptar las órdenes de nuestros señores, pero no por ello pienso dejarme engañar por ti. Un ser que siquiera posee un alma – aclaro con frialdad mientras el Segador bajo la cabeza soltando un bufido. – tu tiempo es limitado, así que solo cumple con tu deber y déjanos tranquilos.

- No llevo ni dos minutos y ya me estas apresurando. Se bien lo que debo y no hacer. Mi deber es proteger a Muerte. – aclaraba con una sonrisa mientras sostenía con sus afilados dientes la colilla de su cigarrillo. – no pretendo hacer daño alguno, a menos que sea necesario.

- Si te atreves a tocar a uno de mis hermanos...- presionando la vara de su báculo, Tiempo dio una amenazadora mirada al Segador. – no pienso tener consideración aun cuando ello me cueste.

- Es un tarto...- aceptaba si mas para después encaminarse a la salida del santuario del Dios del Tiempo. No sin antes mencionar...- ojala supieras lo que va a pasar. Odio la incertidumbre, ¿tú no?

Tiempo abría sus ojos encontrándose reposando en uno de sus sillones. No era común en el quedarse dormido y lo que más le sorprendió al punto de sentirlo como un malestar fue haber recordado ese día. Siendo el ser que todo lo ve, pasado, presente y futuro no creía para nada en las predicciones ya que él estaba u paso delante de lo que fuera a pasar y si estuviera en sus manos poder evitar. Mas ahora no podía hacer nada, solo esperar y ver qué pasa.

Más no por ello, ese mal presentimiento podía desaparecer.

- Guardián o verdugo...solo deseo que el desparezca de una vez. – se decía así mismo cuando al bajar la mirada, en su regazo, se encontraba la pequeña Amor profundamente dormida abrasada a su pierna. Sonrió con cariño pasando sus manos por los cabellos albinos de la morena. – mi deber es protegerte, mi más preciado tesoro.

Muerte se encontraba realizando su trabajo en el reino de los humanos, estaba al tanto de no toparse con una plaga al igual que esperanzado de encontrarse con su guardián, mas este no daba señales de aun encontrarse con el dios y sin más, resignado fue a donde una vez con Vida se había encontrado, el puente que daba a las afueras de la cuidad destruido y abandonado.

- Ham...que día. Pero al menos las cosas han estado tranquilas.

- En ese momento se materializaba Vida a las espaldas de Muerte- Muerte, ¿alguna noticia de Segador? – preguntaba preocupado para después tomar asiento al lado del dios más alto que solo negaba con su cabeza desanimado- descuida, estoy seguro que pronto aparecerá. Además es su deber estar al tanto de ti.

- No lo sé Vida, lo he lastimado. ¿Qué tal si decide no volver jamás? De verdad no deseo perderlo, como tampoco deseo perderte a ti.

- Estoy consciente de ello cariño. – tomando a Muerte en brazos, Vida lo estrechaba a su pecho tratando de confortarlo. – todo estará bien, vale.

- Muerte sonrió, devolviendo el abrazo a Vida con cariño. En ese momento noto una mariposa de alas de fuego revoloteando cercas de donde ellos se encontraban. Este se separo al momento llamando la atención de Vida. – esa mariposa...Vida...- pero antes de decir algo un fuerte estruendo altero a ambos. Frente a ellos se encontraba una enorme y peligrosa plaga que sin más comenzaba a lanzar ataques a ambos Dioses que rápidamente reaccionaron esquivando los ataques y aparecido sus armas para defenderse de aquel ser. – qué demonios... ¡esa plaga es mucho mas grande que las otras!

El Guardián de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora