18th.- A la misma velocidad a la que caen los pétalos de los cerezos.

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Kise era un mentiroso. Mentía desde que consiguió su primer trabajo y seguía mintiendo. Eso le ayudó a levantarse al día siguiente como si nada hubiera sucedido, gracias en parte al masaje que Aomine le había dado y a la pastilla para el dolor que le consiguió de Teppei, por eso es que había sido fácil para él caminar por la casa y entrar a la habitación de Izuki a platicar con él, tomando una de sus pastillas anticonceptivas antes de que lo notara. Incluso resultaba ridículamente fácil para él platicar con su familia durante el desayuno, fingiendo que nada había ocurrido con Aomine la noche anterior. Llegada la tarde la familia decidió regresar a Tokio y en vista de que Kise ya sentía las molestias de la noche anterior al pasar el efecto del analgésico, Aomine se llevó a Kise en brazos, alegando que sería su esclavo hasta que el rubio le perdonase, lo que no levantó sospechas en nadie.

La noche había entrado a la ciudad y con ello el típico bullicio de la gente caminando por las calles del nocturno escenario de Tokio. Música proviniendo de los locales y los destellos de las luces que abrían paso a otras arrancaban a Kise de su profundo sueño. Nada le parecía más bonito que el matiz diferenciado que las personas atribuían a las calles; aunque a veces ese tipo de cosas le hacía añorar regresar a su pueblo, lo cierto era que desde su llegada a Tokio su vida había cambiado para mejor, lo cual agradecía, muy a pesar de encontrarse en la situación actual en la que se encontraba con Aomine. El moreno no decía nada, simplemente observaba el rostro hinchado del rubio, producto de su ligero descanso durante el trayecto, así que dejó de dar vueltas a lo tonto por la ciudad y se encaminó al departamento de Kise.

-Hay un lugar al que quiero que me acompañes mañana.

-¿Eh?

-Mañana tenemos el día libre, no tienes que preocuparte por la escuela o el trabajo.

-Tengo que estudiar para un examen y en verdad me duele el trasero.

-Yo te ayudaré a estudiar y sobre lo otro te conseguiré analgésicos.

-Aominecchi...

-Vendré temprano. Es importante.

El auto se estacionó frente a la entrada principal del complejo. Kise suspiró exhaustivamente para después acceder a la petición del moreno. Bajó de auto antes de que Aomine dijera algo más y comenzó a caminar con dificultad. Un brazo pasó por su cintura, lo cual lo sobresaltó, sorprendiéndose de que Aomine estuviera caminando a su lado para que no cayera. Subieron al elevador en silencio. Sabía perfectamente que quería decirle algo pero agradecía el hecho de que no lo hiciera. Bajaron en su piso y se dirigieron al departamento. Kise digitó la clave de acceso y cuando estuvo por entrar, Aomine lo llamó para que voltease a verlo y pudiese besarlo. Kise parecía confundido ante tal acción y por temor a hacer algo que pudiera lamentar, se despidió rápidamente del chico y se escabulló rápidamente al interior de su hogar.

Aomine se quedó pasmado en la puerta, pensando en la reacción del chico, la cual suponía era causada por los eventos de la noche anterior. Kise, por su parte, tenía la espalda recargada en la puerta, deslizándose lentamente por la misma mientras se tocaba los labios.

Conciliar el sueño supuso una dura tarea para Ryouta. En gran medida a que se sentía incómodo en cualquier posición que buscaba para dormir y es que no estaba de más, ya que de verdad su trasero estaba molido. El sólo recordar la forma en la que gemía ante cada una de las acciones del moreno lo sonrojaron al máximo. ¿Por qué había hecho eso? No importaba, había pasado y así se quedaría, como la primera vez que se acostó con su primer amor, el que suponía quedaría marcado en él.

No sabía que sucedería a partir de ahí y no es como si hubiese tenido tiempo de pensar en ello pues Aomine se apareció a las nueve de la mañana en punto. Kise apenas había terminado de vestirse y cuando abrió la puerta se sorprendió al ver la vestimenta del chico. Llevaba una camisa blanca con un chaleco a cuadros sobre el cual vestía un saco azul marino acompañando su atuendo con unos pantalones de mezclilla. Kise había optado por algo más casual, así que opto por un polo manga larga en negro y un pantalón de mezclilla.

Yes, I Am.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora