21th.- A ti, que llevas tu amor en una red de papel (Parte uno).

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2am. De nuevo Seijūrō no estaba junto a él en la cama. Su bello hijito por supuesto que estaba más que dormido en su cuna, pero el atractivo hombre que lo procreó con él, no. No le tomó mucho tiempo encontrarlo en la sala, sentado en el piano. Seijūrō llevaba días así. Dormía unas horas y después se levantaba a tocar. A veces se encerraba en su estudio o salía al balcón con el violín e incluso, como ese día, tocaba el piano para sí mismo. Siempre, a las 2 am, hasta el amanecer o hasta que el sueño lo venciera. La razón era Nijimura, y su hombre no era el único.

Varios de ellos habían optado por regresar a sus casas durante las noches, no del diario, pero sí seguido, mientras Nijimura estaba en el hospital. Y eso se debía a que las visitas en el hospital a veces se alargaban de más y el cansancio no les permitía ir todo el trayecto a la casa Ishimura. Sus hermanos le contaron algo similar: sus parejas hacían algo parecido a la misma hora. Kagami se armó de valor para desempolvar su vieja guitarra y tocar por horas, Aomine se levantaba a escuchar música y a practicar con el balón, Teppei se dedicaba a ejercitarse y a practicar, Midorima a tocar el piano y Murasakibara salía a correr.

Las manos del castaño sobre sus hombros lo sobresaltaron imperceptiblemente. Sus dedos descansaban sobre las teclas, inmóviles, atentos a las caricias que Kōki le daba.

-Regresemos a la cama, es tarde.

-Ve a descansar, iré después.

-¿A las seis de la mañana como ayer? Nada de eso, necesitas descansar y yo te necesito junto a mí.

-No, ve a descansar, es una orden.

El castaño bufó por la manera en la que el chico rechazaba sus caricias. Su rostro lucía exhausto y unas enormes ojeras le daban un aspecto más pálido. Akashi continuó tocando, ignorando los esfuerzos de su chico por evitarlo. Al final, Kōki se sentó sobre sus piernas, abrazándolo mientras acariciaba su cabeza, escuchando la melodía que provenía del piano.

-Sé que te preocupa el estado de Nijimura-senpai, pero no ayudará de nada el hecho de que te tires a la desgracia por él. Si tú te quiebras también entonces será muy difícil apoyarlo.

-No lo entiendes, no sabes como está. Ha bajado notoriamente de peso y no come. Es lo mismo con Shun, pero Shūzō se castiga más. Ni siquiera forzándolo a comer recupera su estado. Y luego está Atsushi. No sé qué ocurrió pero últimamente está de muy mal humor... ¿De dónde obtuviste el poder para hacerme hablar así?- Seijūrō dibujó una pequeña, pero divertida sonrisa en sus labios antes de besar la frente de su chico. El suave olor a chocolate que emanaba del cuerpo contrario era exquisito. Dio una fuerte bocanada de aire con la nariz enterrada en sus cabellos, sonriendo internamente al sentirle temblar por ello.- Últimamente hueles mucho a chocolate.

-Es porque Zoe me regaló un kit de cuidado personal con olor a chocolate. Si te molesta puedo dejar de usarlo.

-Al contrario, me parece exquisito, como tú. Lo menciono porque tu aroma ya de por sí es así, sólo se incrementó más.

-Pues a mí me gusta tu aroma a fresas...

-¿A eso huelo? Entonces debo pedir un reembolso. El perfume que uso fue costoso y prometía un aroma más... ¿varonil?

-No me refiero a eso.- Kōki rió hermosamente, ganándose unos tiernos besos y unas caricias juguetonas.- Es sólo que a eso hueles Sei-chan, y para mí es el mejor aroma del mundo.

Ambos juntaron sus labios en un lento beso. Las manos de Akashi pronto se hallaron sobre sus caderas para abrirse paso al interior de su ropa, junto a su lengua que ya había tomado poder de la boca del castaño. Los suaves suspiros mezclados con jadeos y el sonido de sus húmedos besos llenaban la sala del apartamento.

Yes, I Am.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora