23th.- Descubrí que mi paraíso contiene al mismísimo infierno.

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Kōki rodó los ojos y suspiró pesadamente por enésima vez en el día. Su prometido entraba y salía de la recámara sumamente enfurruñado mientras alistaba la pañalera de Seiji. Akashi dirigía de vez en cuando miradas afiladas y discretas al castaño con sus ojos heterocromáticos, las cuales le calaban el cuerpo sin importar que estuviera de espaldas a él, colocándose su yukata.

-¿Seiji llevará puesta su esclava de oro o también debo quitársela porque es peligroso?

El sarcasmo y la molestia plasmados en la voz del pelirrojo lo llevaron al límite. Giró violentamente para ver cara a cara al chico que le observaba con una fría expresión en el rostro.

-Deja de decir estupideces, Sei-chan. Ya te expliqué mis motivos. ¿Por cuánto tiempo piensas seguir actuando como un niño inmaduro?

-Ahora yo soy el inmaduro. Claro, Kōki, continúa negando tu actitud tan exasperante como la mía. Mis motivos para estar furioso son completamente válidos, lo sabes perfectamente. Deja de querer verme la cara de idiota.

-¡Maldita sea! Eres un caso único en el mundo, Seijūrō. Tan irritante... No he hecho nada.

-Precisamente es porque no has hecho nada que estoy tan molesto. Sabes lo importante que es y aun así tú...

-¡Es sólo un maldito accesorio! ¡Da igual que lo use o no! ¡No tienes porqué depender de semejante objeto para vivir tranquilo!

-W-WAAAHHHHH.

-Bien hecho, hiciste llorar al niño.

Akashi le reprochó con una mirada frívola mientras arrullaba a su bebé para que dejara de llorar a la vez que Kōki se dirigía a toda prisa al buró junto a su cama. Completamente enfadado rebuscó entre las cosas para sacar una cajita negra de la cual extrajo el anillo de compromiso que Akashi le había dado. Se lo colocó de mala gana prosiguiendo a ver con disgusto al mayor.

-Bien, ahí está. ¿Estás feliz ahora?

-Ese no es el punto aquí. ¿Tanto te costaba llevarla puesta desde que me propuse?

-Te lo he dicho cientos de veces, Seijūrō, me la quito porque me da miedo que me arranquen la mano o el brazo con tal de arrebatármela.

-Eso tiene solución: ¡Utiliza los malditos guardias a los que les pago para protegerte!

-¡No me grites! Y sabes perfectamente que odio que me estén siguiendo todo el día, me ponen paranoico.

-Lo sé. Maldita sea, lo sé perfectamente. Sólo deja de quejarte por cualquier cosa y permíteme protegerte. Soy completamente tuyo Kōki, haría cualquier cosa por ti. Nada malo va a pasarte.

-Es sólo que a veces eres demasiado. Te amo, Sei, ese hecho nunca va a cambiar. El que use el anillo o no, no va a dictar nuestro futuro juntos.

-Y aun así siento que no estás seguro de estar conmigo. Kōki, ¿en verdad quieres casarte conmigo?

-Sei, yo...

-¿Ya has terminado de alistar a Seiji? Oh, ¿interrumpo algo?

-Para nada Shun. Esperaré en la sala.

El mayor simplemente salió en silencio, acomodando el chupón de su hijo mientras Kōki no le despegaba la vista de encima.

-¿Y ahora qué pasó? Había tiempo que no lo veía con sus ojos de diferente color.

-Es... una bobería... Sei se dio cuenta de que me quité el anillo hace días y que en ocasiones sólo lo uso en casa. Discutimos esa vez en la escuela y desde ese día peleamos cada vez que mira mi mano.

Yes, I Am.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora