Capítulo 2.

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2. Negocios. 

Me había despertado antes que Sharon, algo poco natural en mí después de una escapada de noche.

Me acurrucaba en mí misma, y me paré a pensar si en algún momento de la noche había conseguido realmente dormirme.

Mi cabeza no paraba de intentar encontrar la solución a mi real problema: Los ojos verdes de aquel chico del pub.

Pero, no solo eso me inquietaba, sino que también lo hacía la apuesta que su propio amigo me había sugerido.

Suspiré y decidí retirarme la manta de encima y levantarme.

Arrastré los pies hasta la cocina y, mientras seguía pensando en sus ojos verdes, me preparé el desayuno.

Aún recordaba el sentimiento tan raro que ese chico había producido en mí. Aparte de la obvia atracción que se creó en torno a él desde que nuestros ojos chocaron, la etiqueta de Nick de imposible, hizo crear un indudable misterio hacia ese chico en mi interior.

Me dirigí hacia la televisión y la encendí. Después, di un par de pasos hasta llegar a la pequeña mesa que decoraba la parte izquierda de la cocina.

Mi pijama de raso azul adornaba mi cuerpo mientras mis manos rodeaban la taza gigantesca. Mis labios ofrecían pequeños sorbos y mi cuerpo se estremecía gracias al choque tan fuerte de diferentes temperaturas.

—¿Cómo tú tan pronto despierta? – Preguntó Sharon, apareciendo por la puerta de la cocina.

Dejé mi taza de café en la mesa y la miré mientras me pasaba una servilleta por mis labios.

—Hay gente que trabaja, Shar. – Musité.

La chica me miró mientras se servía una taza de café, como todas las mañanas. Fruncí el ceño al ver en su rostro algo más extraño de lo normal: Su sonrisa.

No recordaba que Holly y ella se quedaron más tiempo en el pub cuando Stela y yo decidimos venirnos.

—¿A qué hora llegaste? – Pregunté.

Sharon se acercó a mí con una sonrisa pícara y se inclinó sobre mi oído.

—Casi no he podido dormir. – Susurró, con una sonrisa traviesa al final de las palabras.

Arqueé una ceja y la miré insinuante.

—Conocí a un chico.

La miré y asentí. Mi ceja aún seguía arqueada.

La chica soltó una carcajada casi silenciosa y yo ya obvié que ese chico estaba en la habitación de Sharon.

—¿Estás segura de que tu obsesión con los hombres no debe de ser tratada? – Pregunté, burlona.

Sharon me sacó la lengua después de beber un sorbo de su taza.

—Buenos días. – Anunció una voz de hombre en el arco de la puerta de la cocina.

Le miré y pude observar el cuerpo tonificado de un chico. Como prenda, solo llevaba calzoncillos blancos.

Mis ojos se abrieron todo lo que pudieron. Le observé de arriba abajo. Era castaño, y aun estando despeinado era sexy. Sus ojos eran marrones y algo achinados. Su nariz era pequeña, al igual que sus labios, los cuales también parecían ser suaves. Por su rostro se podía apreciar una barba de dos días, bastante atractiva.

Sentí el codo de Sharon chocar con mis costillas. Un gemido salió de mi boca y me encogí gracias al golpe de mi amiga.

La chica se fue corriendo al lado de su apuesto hombre y le rodeó el cuello con su brazo. Después, le besó la mejilla y me miró.

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