Capítulo 48.

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48. Salvados. 

—Mátame, Brad. Mátame a mí. – Exclamó casi rogando Harry.

—¡No, Harry! – Contestó el hombre. – No es lo que tú quieras. Ya te he dicho lo que hay. Tú decides.

Mis nervios estaban descontrolados. Y solo podía auto culparme en los que posiblemente fuesen mis últimos minutos de vida.

¿Por qué? ¿Por qué tuve que meterme en todo esto? ¿Por qué tuve que contarle todo a Nick? ¿Por qué no fui más precavida? ¿Por qué conocí a Harry? ¿Por qué esa maldita apuesta?

¡Oh, Dios mío!

Solo existía el miedo en ese momento. El miedo de que el hombre que más había amado fuese el que acabase con mi vida, por algo que de cierta manera, justificaría mi muerte.

Harry me dedicó una mirada. Parecía estar perdido, parecía no saber qué decisión tomar.

—Tienes que decidirte, Harry. Sino, las mataré a las dos. – Amenazó Brad.

Harry cargó la pistola. Su gesto era de disculpa. Yo cerré mis ojos y asentí, entendiendo su decisión.

Cogí aire y lo solté por mi boca.

—Hazlo, Harry. Hazlo.  – Le rogué.

Sus ojos estaban empezando a soltar lágrimas como si de aspersores se tratasen.

Al fin llegó a mi lado y cogió aire.

El chico cerró sus ojos y puso su dedo pulgar en el gatillo. La pistola apuntaba a mi frente.

Cerré mis ojos y los apreté tan fuerte como pude. Aquí acababa todo. Mi última respiración.

Toda mi vida apareció en mi mente en forma de flashes.

—Te quiero. – Murmuré.

Abrí un poco mis ojos y vi que el pulso del chico estaba siendo incontrolado.

Y pulsó el gatillo.

La bala salió disparada del arma. Milésimas, milésimas de segundo. Mi muerte se acercaba.

Pero, el grito profundo de un hombre detrás de mí hizo que mis ojos se abriesen y comprobase que mi respiración todavía seguía. Que seguía viva.

—¡¿Qué diablos has hecho, Stewart?! – Gritó Brad.

El chico soltó el arma y esta se estampó contra el suelo.

—Te amo. – Añadió, con su voz rota, y mirándome.

Entendí entonces que la bala había ido a parar a la cabeza de uno de los corpulentos hombres que estaban detrás de mí, agarrándome. Y también entendí ahora todo aquello que Harry siempre me decía: "No quiero perderte. No puedo perderte"

—¡Tú lo has querido, desgraciado! – Exclamó Brad. -¡Matadlas!

Los hombres sacaron pistolas de sus cinturones.

—¡No! – Exclamó Harry. -¡No, Brad! ¡No!

—¡Hacedlo! – Exigía el hombre.

Sentí el metal frío de un arma tocar mi sien. Parecía que los segundos de tranquilidad habían durado poco.

El llanto de Chloe no había dejado de resonar en ningún momento, y mis nervios simplemente los ahogaba en mi interior.

—¡Esperad! – Exclamé.

Quizás no debí hacerlo. Quizás debí callármelo, pero era lo único que podía hacer que nuestras vidas se salvasen.

—Ignoradla.

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