Capítulo 7.

18K 1K 74
                                    

7. Perseguidos. 

Harry se alejó bruscamente de mí. El momento clave había sido destrozado gracias a mi mejor amiga.

Cerré los ojos maldiciéndola.

Miré en su dirección y vi que no venía sola, sino que también se encontraba con alguien: Leo.

—Vaya, ¿Interrumpimos algo? – Preguntó mi amiga.

Los chicos se habían quedado totalmente callados. Obviamente eran amigos, quizás demasiado para ocultarse –quizás mutuamente- todo lo que acababan de descubrir ahora mismo.

—Harry. – Se atrevió a decir Leo. -¿Qué haces aquí?

El chico se levantó arrebatando la carpeta de la mesa. La alzó.

—Trabajamos juntos. – Dijo, casi titubeando.

Leo no pareció estar muy convencido de que eso que decía Harry era cierto, pues estábamos a punto de besarnos.

—Me voy a casa. – Musitó Harry.

El chico rodeó el sofá y pasó al lado de Sharon y Leo.

—Un placer. – Le dijo a mi compañera de piso.

Después, pasó al lado de su amigo y le hizo un gesto brusco con la cabeza, el cual Leo contestó.

Yo seguí sus pasos, mirando a ambos totalmente confusa. No entendí la extraña reacción que estaba teniendo Harry. ¿Acaso hacía algo mal estando conmigo? ¿Acaso habría hecho algo mal si nos hubiéramos besado?

Stewart se encontraba ya en el rellano cuando yo alcancé el pomo para de nuevo abrirlo e ir detrás de él. 

—¡Hey! – Le grité, volviendo a cerrar la puerta del piso.

El chico ignoró mi llamada y empezó a bajar los peldaños.

Eché a correr detrás de él y él aceleró más su paso. ¡Maldita sea! ¿Por qué ahora huía de mí?

Al fin terminamos de bajar las escaleras y salió del portal. Yo seguía su paso.

Empecé a correr. Él apresuraba su paso, me era imposible llegar a su altura.

Y, tras unos segundos, él también comenzó a correr.

Estaba casi exhausta, era imposible conseguir alcanzarle.

El chico desvió su mirada hacia su izquierda, y pareció asustarse. De repente se paró en seco y miró hacia atrás, mirándome.

Esperó a que llegase y me agarró la muñeca, tirando de mi cuerpo y de nuevo empezando a correr.

—¿Qué pasa? – Exclamé, casi sin aliento.

—¡Vamos, Abbie! ¡Tienes que correr!

Harry tiraba de mí tanto como su fuerza le permitía. No había nadie por las calles, pues la noche ya había entrado.

Entramos a un aparcamiento y empezamos a esquivar todos los coches que se encontraban en sus plazas perfectamente aparcados. El chico no dejaba de mirar para atrás, pero yo ni siquiera podía doblar mi cabeza, corríamos demasiado deprisa y estaba completamente exhausta.

Harry giró bruscamente hacia la izquierda, donde nos encontramos en un callejón.

El chico empezó a callejear por unas calles estrechas y oscuras. El miedo se metió de lleno en mi interior, junto a la incertidumbre de por qué corríamos, o de quién huíamos.

En las callejuelas había casas bajas, las cual pasábamos a toda velocidad.

Styles paró en seco y nos resguardó en una especie de hueco que creaba una de esas viviendas. Nos apoyamos en una puerta verde que supuse que era el garaje.

Al fin pude retomar el aire. Mi pecho subía y bajaba a toda velocidad, igual que el de él.

—¿Qué hac...

La mano de Harry me tapó la boca. Me miró y se puso el dedo índice de su otra mano encima de sus labios, mandándome callar.

Una silueta pasó a toda velocidad delante de nosotros, sin vernos.

Automáticamente la mano de Harry que estaba en mi boca, bajó a mi tripa, protegiéndome.

Nos quedamos alrededor de un minuto en esa posición. Yo, aún seguía intentando cuadrar qué estaba pasando, y por qué Harry parecía esconderse de todo el mundo.

El chico asomó cuidadosamente su cabeza por la pared en dirección a donde se había ido la silueta.

—¡Joder! – Exclamó, pasando sus manos por su frente llena de sudor.

Yo, intentaba buscar una teoría que al menos tranquilizase mi alteración, pero me era imposible.

—¿Por qué huíamos? – Pregunté.

—Abbie, vamos a tu casa, te acompañaré. – Dijo, casi ahogándose.

—Harry, ¿Qué ha pasado? – Repliqué.

El chico cerró sus ojos y pareció maldecirse en su interior.

—No puedo contártelo, Abbie.

—¿Por qué?

—Es un secreto.

—No se lo diré a nadie.

El chico empezó a reír, y me sentí satisfecha de que en una situación así pudiese hacerle sonreír.

—No puedes saberlo.

Algo muy grave debía de ocultar Harry cuando no quería contármelo.

El chico de nuevo miró a ambos lados de esa pared y cogió mi muñeca, apresurando su paso lo máximo posible, hasta llegar a mi portal de nuevo.

—Gracias por acompañarme. – Agradecí.

—No hay de qué.

—¿Y tú? – Acusé. - ¿Querías besarme antes?

El chico sonrió mirando hacia el suelo, algo sonrojado. ¿Eso era un sí?

—Buenas noches, Abbie.

Harry se dio media vuelta y comenzó a andar recto.

—¡No! – Exclamé, cogiéndole del hombro y girándole hacia mí. - ¿Querías besarme?

—Ojala todo fuese tan fácil.

—Lo es.

El chico de nuevo sonrió mostrándome sus dientes y sacudiendo su cabeza, quitándome la razón.

Quizás era otra de sus advertencias.

—Descansa. – Musitó mientras se alejaba.

Me quedé mirando como su silueta bajaba la calle, desapareciendo de mi campo de visión.

Había ignorado completamente el sentimiento que ese chico me había causado, totalmente perjudicial para la apuesta de la que Nick y yo habíamos hablado.

WHISPERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora