Capítulo 50.

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50. Tyler Johnson 

Las paredes y suelos rojos en una sala cuadrada me estaban colapsando. Mi cuerpo en el medio de ese enorme cuadrado.

Miraba hacia todos los lados, totalmente acobardada y buscando una salía que no existía.

Quizás el techo mediría unos treinta metros y el ancho de la sala sería de cincuenta.

El color rojo me estaba saturando demasiado.

Mi ceño fruncido y mi cuerpo dando vueltas.

De repente, una chispa en la pared de mi derecha hizo que me sobresaltase.

Era fuego. Las paredes estaban prendiéndose. Mis manos fueron directas a mi boca, intentando no gritar y buscar cuanto antes una salida. Pero no existía.

El sudor caía de mi frente.

Lo único que fui capaz de hacer fue echar a correr.

Mis piernas iban una detrás de la otra, intentando conseguir la máxima velocidad posible. Mis brazos coordenados intentando tomar impulso. Mi boca cogiendo y soltando aire, y mis ojos, diluviando lágrimas.

Continué corriendo por esa sala llena de fuego durante quizás dos minutos. Jadeo tras jadeo.

Pero, de repente, mis piernas se pararon. Justo en frente de mí se encontraba Harry. Estaba ahí.

Sus brazos estaban abiertos y parecía querer que le abrazase.

Suspiré de alivio y de nuevo comencé a andar hacia donde él estaba. Sin embargo, nunca llegaba. Por muchos pasos que diese, él cada vez estaba más lejos.

—Vamos, Abbie. Te ayudaré a salir de aquí. – Exclamó.

Mis piernas de nuevo cogieron la máxima velocidad. Pero era imposible cogerle. Cada vez se alejaba más.

La temperatura cada vez subía más, y el fuego se expandía demasiado rápido, pues el suelo era de madera.

—¡Harry, ayúdame!

—Lo intento.

—¡Por favor, no te vayas!

—Abbie.

—¡¿Qué?!

—Lo siento.

Y desapareció metiéndose en el fuego. Lo único que fui capaz de hacer, fue desgastar toda mi energía en el grito más profundo y doloroso.

—¡Abbie! ¡Abbie!

Mi cuerpo se incorporó completamente. Mi pecho no paraba de subir y bajar, mirando desorientada a todos los lados de la habitación.

Me encontraba en el sofá del salón de mi casa. Al lado se encontraba Sharon de cuclillas. Su pelo estaba recogido por la mitad con una pinza, y la parte inferior estaba rizada. Se estaba preparando para salir.

Lo que me hizo darme cuenta de que todo lo que había pasado antes, tan solo había sido una pesadilla.

—¿Estás bien? – Preguntó Sharon

—S-sí. – Balbuceé. – He tenido una pesadilla algo desagradable.

—Sólo gritabas: Harry, ayúdame. – Informó, levantándose y tomando rumbo de nuevo al baño.

—Y, ¿Qué hago aquí? – Pregunté.

—Cuando vine de la universidad te encontré dormida como un tronco.

—¿Qué hora es?

—Las ocho y  media.

Fruncí el ceño. ¡Mierda! ¡La cena que habíamos organizado con Tyler!

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