Capítulo 54.

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54. Puedes salvarme.

Harry's POV.

Me encontraba sobre el repugnante Ryan Johnson. Mis manos estaban encima de las suyas, las cuales estaban paralelas a su cabeza. Aprisionado por mis piernas, el chico me miraba suplicándome libertad, pero no sería tan fácil.

—De nuevo... ¡Tú! – Exclamé.

—Si me matas no sabrás nunca dónde están las coordenadas. – Murmuró.

—No tengo más ganas de nada que de matarte, Ryan.

—Pues hazlo. Tu novia también morirá.

—Si te mato no sufrirás, y yo solo quiero que sufras por todo el daño que has hecho a Abbie.

Ryan rio sarcásticamente. Mi ceño se frunció y le miré lleno de ira.

—Eso mismo le dije yo a Abbie. 

—¿A qué estás jugando, idiota? – Exclamé.

—Me das pena, Stewart. Estás deseando matarme por cómo me comporté con Abbie, por lo que le arrebaté. Pero no te das cuenta de que tú estás haciendo algo peor con ella: Arrebatarle su vida. Sabes que morirá si no te doy las coordenadas, y, ¿Podrás vivir con la culpa de haberle arrebatado lo más preciado que cualquiera puede tener? Porque yo no soy capaz de mirarme al espejo sin sentirme culpable por lo que la hice.

Mi fuerza de las manos desaparecía a medida que el chico iba diciendo sus palabras. Quizás era su ingenio o quizás simplemente sinceridad, pero todo lo que había dicho Ryan era absoluta y completamente verdad.

Yo mismo había metido a Abbie en todo esto y yo mismo la había crucificado a morir.

Era igual o peor que él.

Ryan aprovechó ese momento de debilidad para recuperar su fuerza y soltarse. Después, me dio un puñetazo en la espalda e hizo que cayese en rotundo al suelo.

Mis quejidos salían desde lo más profundo de mi garganta.

—Qué fácil es ablandarte, Stewart. – Comentó Ryan, poniéndose de pie y dibujando una maligna sonrisa en su rostro.

—¿Qué intentas? ¿Escaparte de mí? – Musité, entre quejidos.

—No tengo razones para huir de ti. Estás en mi casa y, por si lo dudas, no. No te tengo miedo.

Reuní todas mis fuerzas que quedaban expandidas por mi sangre para ponerme de pie. Solo quería salvar la vida a Abbie y la única forma era haciendo que Ryan dijese dónde estaban las coordenadas.

Me levanté rápidamente, antes de que el chico sospechase que recobraba mis fuerzas.

Seguidamente, me puse delante de él e inmediatamente rodeé su cuello con mi mano, empotrándole contra la pared y dejando que una mínima cantidad de oxígeno pudiese circular por su cuerpo.

—Deberías de tenerme miedo. – Musité.

La cara del chico se estaba poniendo roja. Hacía muecas y daba pequeñas patadas con sus pies en la pared.

—Terminemos rápido con esto, Ryan. Dime dónde puedo encontrar las coordenadas y esto acabará. – Advertí.

El chico negó con la cabeza, la cual a cada segundo estaba más roja.

—¿Quieres morir?

Ryan encogió sus hombros, sin poner de su parte.

—¿Quieres que Abbie muera? Porque, hablando de culpa, si lo hace, tendrás toda tu vida llena de culpa. Habrá muerto porque tú no quisiste darle lo que ella necesitaba para sobrevivir. Pongamos que es una dosis de medicamento y que tú eres el único médico que puede salvarla. ¿Lo harías?

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