Capítulo 29.

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29. Arma de fuego. 

Harry me obligó a parar el coche bruscamente, tirando del freno de mano y dejando el vehículo aparcado en el arcén cuando él vio oportuno.

El chico se bajó del vehículo y yo aún seguía completamente consternada. Mis acciones inmovilizadas y mis articulaciones parecían haberse congelado.

Vi como Stewart rodeaba el coche andando, colocándose su americana, y, mientras que los coches pasaban a nuestra derecha a máxima velocidad, él se encargó de abrir la puerta del piloto.

—Baja. – Me exigió.

Desabroché mi cinturón y posé mis tacones en el asfalto. La diferencia de estatura ahora era mínima, pero seguía existiendo.

Nuestros ojos se miraban en la tenue noche, ya que la única luz que había era la de los focos de los coches que venían en la dirección opuesta, y la de mi coche.

Ninguna palabra entre nosotros, sin embargo, nuestras miradas se decían de todo.

Mis nervios estaban a flor de piel. Por fin creía que me había encontrado con la confianza de Harry para que él fuese capaz de contarme todo, o casi todo, lo que ocultaba.

Los ojos de ambos se entrelazaron. Ahora no sabía cómo mirar a Harry. Ni siquiera sabía quién era. ¿Por qué llevaba una pistola en su americana? ¡¿Por qué se relacionaba con el mafioso más buscado de todo el país?! ¿Acaso se encargaría hoy de decírmelo?

Fuese lo que fuese Harry, mi intuición aún gritaba que mi confianza y cariño por él, destacaba.

Sabía que jamás podría hacerme daño, jamás. Confiaba demasiado en él como para pensar algo así.

—Vamos, entra. – Añadió.

Abandoné mis pensamientos y sacudí disimuladamente mi cabeza. De nuevo le miré durante un par de segundos más y comencé a andar para rodear el coche y sentarme en el asiento del copiloto.

El chico abrió su puerta y se sentó, encargándose de conducir él.

Harry de cambió de carril, poniéndose a su vez en la dirección contraria, llevándome a un sitio quizás más seguro para confesarme su secreto.

Parecía que estaba dispuesto a ello para no perderme. ¡Stewart me quería! Y yo, sin embargo, seguía jugando con él.

El amenazante tono de Nick exigiéndome adivinar todo sobre Harry retumbó en mi cabeza, convirtiéndose en el protagonista de mis pensamientos mientras miraba por el cristal del coche.

El transporte circulaba aún por la carretera de dos sentidos. Sin embargo, ahora lo que había a los lados no eran edificios, ni siquiera algo que hiciese referencia a la ciudad. Ahora sólo se veían pinos inmensamente altos, como si de un bosque se tratase.

Harry usó su dedo índice para encender la radio. Una banda sonora de alguna película. Una música algo inquietante.

Quizás fruto de algún trabajo junto a Robert Hamilton.

—¿Por qué no hablas? – Le pregunté.

—Porque creo que tengo tantas cosas que decirte, que prefiero ahorrarme las palabras para luego.

Tragué saliva. ¿Acaso Harry dramatizaba?

El chico aceleró instantáneamente el vehículo. Mi cuerpo se pegó con el respaldo del asiento, tensando mi cuerpo.

Las manos de Harry agarraron fuertemente el volante.

—¿Estás bien? – Le pregunté.

Asintió con su cabeza, tensando su mandíbula.

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