Capítulo 6.

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6. Derribando tensiones. 

Mi pecho continuaba el ritmo apresurado, sin dar abasto de tenerle delante de mí.

Sus dos manos se apoyaron en la pared paralelas a mi cabeza, de forma que estaba enfrente de mí, cubriéndome totalmente por sus brazos.

Su cabeza miraba hacia el suelo, y parecía necesitar recuperar la estabilidad de su cuerpo.

Yo aún seguía completamente asombrada. ¿Qué hacía encerrada en un armario con Harry? ¿Por qué su reacción? ¿Acaso se ocultaba de algo?

Su cabeza subió hasta dar con la mía. Nuestros ojos chocaron. Me percaté de que sus labios estaban siendo mordidos bruscamente por sus dientes.

Tragué saliva e intenté ignorar todo indicio de ellas.

—¿Por qué estamos aquí? – Pregunté.

El chico me miró fijamente. Su ceño se frunció.

Estábamos uno demasiado cerca del otro. Mi mirada se desvió hacia sus labios. Las ganas, o quizás la situación, estaban obligándome a crear el deseo de besarle.

Fruncí el ceño y subí mi mirada hacia los ojos, intentando deshacerme de cualquier pensamiento incoherente.

El chico miraba también mis labios mientras comenzaba a morder más fuertemente los suyos.

Aclaró su garganta y quitó sus manos de la pared, sacudiendo levemente su cabeza e intentando volver a la realidad, que aparentemente ambos habíamos abandonado segundos antes.

Harry abrió poco a poco la puerta y asomó la cabeza para inspeccionar el exterior.

El chico buscó con su mano la mía y yo se la tendí. La agarró y tiró de mí hasta abandonar la pequeña sala.

—Cierra la puerta. – Me exigió, susurrando.

La empujé cuidadosamente con el pie hasta que la puerta quedó completamente cerrada.

El chico seguía sin soltarme la mano y comenzó a andar de nuevo por los pasillos de discos.

—¡Abbie! – Exclamó Mikel, desesperado.

Harry soltó rápidamente mi mano cuando vio a Mikel,  y yo, me quedé aturdida. Mi compañero de trabajo frunció el ceño.

—¿He interrumpido algo? – Preguntó.

Los tres nos quedamos callados. Ni siquiera sabía qué había pasado, ni siquiera sabía que había ocurrido en esos quizás cinco minutos. Estaba totalmente ausente aún.

—Te esperaré fuera, Abbie. – Comentó Harry.

El chico pasó al lado de Mikel y abandonó rápidamente el local.

Mi compañero y yo nos quedamos petrificados en el mismo sitio.

—¿Lo he hecho? – Volvió a preguntar.

—Tranquilo, Mikel. Antes casi me caigo y solo me sujetó la mano por precaución.

El chico hizo un gesto de extrañado, pero encogió los hombros y lo dejó pasar.

—Tengo que cerrar ya. ¿Necesitas algo más? – Preguntó.

—No, Mike. Gracias.

El chico me sonrió y yo le correspondí. Le rodeé y atravesé el local hasta salir al exterior.

Mis ojos se percataron de la silueta de Harry, quien estaba con sus brazos cruzados, apoyado en el respaldo de un banco, mirando hacia el escaparate de la tienda. Un extraño sentimiento se aceleró en mi interior, creciendo junto a una esperanza. Me estaba esperando a mí.

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