03- Incidentes.

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—Lamento que su visita haya sido en vano—dije disculpándome.

Deseaba salir cuanto antes de allí. Pero él lanzo una ultima pregunta, lo había tomado como una cuestión personal.

—¿Qué hay de Amara Blue?

Me estaba cansando, odiaba estar aquí y odiaba hablar con ellos.

¿Por que querían a estas 15 almas en especifico? Había miles de que reclamar. Almas de recién nacidos sin bautizar...

Le respondí rápido.

— 12 años. Faltas básicas. Debe esperar.

—N-no—volvió a balbucear—Ella debe ir al cielo.

—¿Acaso eres Juzgador? Ella esta aquí esperando su juicio.¿No entiendes plumífero? Ascendiste demasiado rápido.

Lo dije para herirlo pero no pareció importarle.
No se daría por vencido.

—¿Cuándo será su juicio?

Volví a responder rápido para que no volviera a hablarme.

—Un mes lunar a a partir de hoy. No puedes hacer mucho por tu novia, lo lamento pero hoy nadie sale del infierno.

Extendi mis alas para remontar el vuelo. Despegue suavemente y entonces lo sentí, un cosquilleo desde la punta de mis pies recorriendo mi columna. Parecía electricidad haciéndome estremecer.
El maldito había tomado mi pie arrastrándome a el suelo nuevamente.

En el tiempo que habite el infierno, nadie había tenido el valor de tocarme, no solo por ser hija de Belial, sino por mi forma de castigar.

Hasta hoy nadie se había atrevido.

Aterrice sobre mis espalda y me incorpore rápidamente.
La ira se había apoderado de mi ser, mi pie dolía de forma inimaginable.
El plumífero estaba sonriendo de forma burlona.
Enfurecida comencé a gritarle.

—¿TE ATREVISTE A PONER TUS ASQUEROSAS MANOS SOBRE MI?

Estaba perplejo.
Los demás ángeles se codeaban en forma de broma.
Saque mi látigo y con un movimiento rápido lo enrede en su cuello, cayo al suelo.

Los ángeles no respiran. Pero no pueden vivir sin cabeza.

Uno de los motivos por los cuáles ángeles y demonios no pueden tocarse es porque se hacen daño. ¿Cómo y por qué? Jamas lo supe.
Pero siempre creí que era para evitar fraternizaran.

Y yo al ser medio humana sufría el doble por estos toques, volví a ver mi pie, parecía estar desintegrándose. Puse mi pie sano donde presionaba mi látigo para no tocar la piel del plumífero, comencé a ahorcarlo con todas mis fuerzas. Él no luchaba pero tampoco volvió a tocarme.

—Aprende esta lección maldito. A mi no me tocas—gruñi desde arriba.

Algo se aferro a mis brazos y por un momento creí que los demás estaban defendiendo a su compañero pero no.

Era Lampy, mi hermana.

BENNLIE |COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora