21- Almas perdidas

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Gracias por leer!

Se vienen capítulos reveladores...

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Me miraba fijamente, cada célula de mi cuerpo estaba alerta. Paso su mano por mi rostro, su tacto era suave y preciso. Acerco su rostro poniéndose a la altura del mio, sentí su respiración y su aliento, apenas nos separaban varios centímetros.
Volvió a hablarme suavemente.

-Hola Bennlie...

Odiaba como sonaba mi nombre en sus labios, su aliento olía a tabaco y menta.
Sus pupilas se dilataban a medida que su mano bajaba, por mi cuello, por mi torso hasta mi abdomen. Mis ojos encontraron los suyos, por un momento casi caí en su juego.

- ¡Quita tus asquerosas manos de mi! - dije asqueada.

-Ay, mi bella diabla, lamento incomodarte. ¿Has pensado en mi propuesta?-inquirió.

A pesar de su tono amable y seductor no retiro sus manos de mi cuerpo, siguió explorando y me quede rígida.

-No pienso aceptar nada de ti.

-Deberías... Puedo darte una vida de lujos y placer.

-Sueltame-dije.

-No pienso dejar pasar esta oportunidad-respondió con una maliciosa sonrisa.

-Sueltame...

-¿O que harás?-pregunto divertido-Yo te traje aquí, no hay manera de que puedas escapar.

-SUELTAME-comencé a gritar-SUELTAME.

Tapó mi boca con una de sus manos mientras con la otra comenzaba a desnudarme. Entre en pánico y comencé a moverme desaforamente, movía mis piernas para patearlo, mis manos luchaban para sacar su mano que me asfixiaba, la habitación comenzó a dar vueltas y yo luchaba para respirar de la forma correcta. Fueron momentos eternos entre forcejeos y golpes.

Retiro sus manos de mi, riendo a carcajadas.

-¿De verdad creíste que iba a violarte?-pregunto divertido.

-Maldito enfermo, hijo de puta-dije cubriendome con una sabana.

-Debiste ver tu expresión, debo decir que sabes defenderte. Esto fue solo una prueba-camino hasta la silla, volvió a sentarse encendiendo un cigarro.

-Estas demente.

-¿Por esto?-dijo apuntando a la cama y hacia mi-esto no es nada...

Mi corazón se acelero.

-La próxima será mejor-dijo abandonando la habitación.

Maldita sea...

Me vestí rápidamente, intente abrir puertas y ventanas pero no había manera, todas estaban cerradas.
Pensé en formas de escapar, mi primer plan fue transportarme. Me concentre en idealizar la casa de la doctora, lo intente y falle, ni siquiera salí de la habitación. Lo volví a intentar decenas de veces, era inútil; no sabia que estaba mal conmigo, si estaba débil o cansada.
Estar sola con Samael significaba peligro, debía encontrar la forma de defenderme de él.

-Escapa... Escapa... Vete...
-Escapa... Corre... Escapa...

Cada vello de mi cuerpo se erizo.
¿Qué eran ellas? Dos mujeres se materializaron frente a mis ojos. Flotaban en el aire, su pálido rostro reflejaba sufrimiento.
No eran humanas, no parecían reales.

Almas perdidas...

No lograron llegar ni al cielo ni al infierno, quedaron varadas en la tierra de los hombres.
Había oído de esto, pero me parecía improbable; recordé que estaban estancadas por que tenían pendientes algo de su vida anterior. Tal vez Samael las había asesinado.

-Escapa... Vete... Corre...

Repetían lo mismo una y otra vez al unisono, me miraban con sus ojos blancos sin pupilas.

-¿Por dónde puedo escapar?-pregunte.

-Escapa.. Vete...

-¿Pero por dónde? No hay forma de salir.

-Baño... Escapa... Vete...

Corrí al baño, mire por todos lados intentando buscar una salida. Abrí la ducha, arriba en la pared había una pequeña ventana cerrada pero estaba tan alta que no seria sencillo alcanzarla. Volví a la habitación, busque objetos e hice una pila para alcanzar la abertura, debí juntar varias cajas y la silla. A pesar de eso aún no lo alcanzaba.
Escuche varios pasos en la habitación, el temor se hizo presente, salté hasta rozar la ventana, abrí el cerrojo y volví a la silla, volví a saltar y pude agarrarme del borde, trepe por la pared, pude ver que no estaba muy lejos de un balcón, llegué a deslizar mi pecho, el sol me cegó unos momentos.
Una mano agarro mi pie con fuerza arrastrándome hacia la silla nuevamente, caí de golpe contra el suelo frío de la ducha.
Él me miraba desde arriba con enojo.

-¿Queriendo escapar mi bella demonia?-preguntó.

-Pudrete.

Tiro una toalla en mi rostro y encendió la ducha, el agua fría caía directamente sobre mi, el presionaba la toalla para que no me zafara.
Estaba intentando ahogarme...

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Esto se pone jodido ¿cierto?

Samael es un sádico, le excita el sufrimiento de los demás.
Pobre Ben.

Con amor, Yanni 😘

BENNLIE |COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora