35- Mi vida

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Estaba muy cómoda para despertar, me sentía muy a gusto en la cama. Mi mente giraba en torno a un sueño extraño, demonios y un ángel. ¿Un sueño? Mi mente recogió pedazos de aquel recuerdo y desperté.
Estaba en la habitación que se suponía que debía ser mía, en la puerta una figura femenina me observaba con una sonrisa dulce en los labios.

—Siempre supe que lo lograrias.

Se acercó hasta sentarse a mi lado. Me abrazo muy fuerte y yo correspondi esa muestra de afecto, las lágrimas inundaban sus ojos, estaba muy emocionada.

Pero estaba tan joven, era imposible.

—¿Mamá?

—Si mi niña.

Mire la habitación, la ventana filtraba la luz del sol naciente.

—¿Cómo es posible? Estás tan joven—dije con admiración.

—Parezco más de la edad que tengo.

Recordé cada instante antes de despertar, Rael, Lampy y Dión.

—¿Y Lampy? —pregunte.

—¿La recuerdas?

—Por supuesto.

Me miro como con tristeza y suspiro.

—Murió hace tiempo, siempre te espero.

Sentí como mi corazón se quebró en mil pedazos, mi respiración se cortó y las lágrimas brotaron de mis ojos. No era posible... Sentí como si todo perdiera sentido. Dolía muchísimo.

—¿Cómo murió?—quise saber.

—Ya era vieja hija, no iba a vivir mucho.

—¿De qué hablas?

—¿De quién hablas tú?

—De mi hermana.

Se llevó una mano en el pecho.

—¡Oh Santo Dios, que confusión!

Respiró profundamente y esbozó una sonrisa.

—Hija, Lampy era tu mascota, era una pequeña perrita colorada a la cual le pusiste ese nombre ya que parecía una lampara, tenia un collar especial para que no se lastimara su piernita operada.

No. ¿Qué? Le había puesto a mi hermana el nombre de mi mascota, si lo supiera me mataría.

—¿Sabes donde esta Lampy? No la perrita, mi hermana.

—¿No te gustaría contarme como lograste escapar de allí?

Asenti, me miraba con mucho amor. Me había esperado tanto, sus ojos no paraban de llorar.

Me levante para ducharme, la casa era tan distinta, tan llena de vida.
Era como si...
Me detuve frente al espejo, mi reflejo me mostraba algo tan diferente a lo que recordaba. Me veía mas pequeña, mas infantil.

Me bañe rápidamente y bajé corriendo las escaleras, encontré a mi madre preparando el desayuno.

—¿Qué edad tengo?—pregunte temerosa.

Me miró buscando algún indicio de confusión. Si estaba muy confundida.

—17 años ¿Por qué? - quiso saber.

¿Diecisiete? Había vuelto hacia atrás, ahora era una adolescente puberta.
Me senté intentando asimilar todo. ¿Por qué me enviarían aquí y ahora?

—Ven, sientate y cuéntamelo todo. Juntas resolveremos esto. - habló mi madre.

Le conté todo, cada detalle omitiendo los románticos, se sorprendía con cada cosa que le revelaba.

—Creó que algo falló cuando el demonio te llevo, debías vivir una vida y no lo hiciste, pero deberían haberte hecho nacer de nuevo. - reflexionó.

—Ellos dijeron que me enviarían donde todo comenzó, ¿Qué podía sucederme a los 17 años? - inquiri inquieta.

—Es extraño...

—Demasiado, pero debo encontrar a mi hermana y a Rael. - dije firme.

—¿Sabes dónde buscar?

Mi mente quedo en blanco.

—No. No se nada de ellos.

No sabía nada en lo absoluto, sólo sabia sus nombres y así no conseguiría mucho.

—Busquemos en internet - opinó.

Pusimos manos a la obra pero fue en vano.

Paso un día.

Una semana.

Un mes. 

Nunca tuve señales de ellos, nunca supe donde buscar.

Volví a teñir mi cabello de gris y blanco, así me reconocerían.

Recorrí centro comerciales cafeterías, cines, librerías, supermercados pero nada...



Paso un año sin respuestas.




Sentía como mi alma se encogía cada vez que veía a una niña pelirroja pero no era ella.

Cada vez que mis ojos encontraban unos azules como los de Rael me rompía el corazón.

—Deberías seguir tu vida mi niña, tal vez te los encuentres en algún momento.

Odiaba admitirlo pero tenia razón, debía conseguir un empleo o estudiar algo.

Conseguí uno como mesera en un bar, cada noche se llenaba de jóvenes y eso me animaba un poco creyendo que tal vez así me los cruzaría.

Lo vi de lejos y me quede observándolo un rato, era una noche muy ruidosa y las personas se amontonaban en la barra.

Me miró un momento y sonrió.
Deje mi puesto un momento y fui a su encuentro.

Cuando lo tuve cerca pude hablarle.

Era él, mi hermano Aiden.

—¿Aiden?

—Si—respondió él—¿Te conozco?

—¿No me recuerdas? Soy yo,Bennlie.

—No sé quién eres, si dormimos juntos alguna vez, lo siento, ya no lo recuerdo. - dijo con una sonrisa juguetona.

—¿Qué? No, no dormimos juntos.

—De verdad no sé quién eres nena. Pero jamás olvidaría un rostro tan hermoso. - su tono seductor me asqueo.

Me di la vuelta y no volví a hablarle, esa noche ya en cama deje que todos mis sentimientos guardados fluyeran. Aiden no me recordaba y era probable que ellos tampoco.
De verdad llore como nunca antes, no quería esa vida si no era junto a los que amaba pero ya era muy tarde.

Un pensamiento vino a mi mente:
"Volverán a sus orígenes"

Si yo volví a mi casa eso significaba que Lampy y Rael estarían en la suya. Y eso me consoló un poco.

Lo supe por pensar tanto en eso y no pude creer que no me había dado cuenta antes.

Lampy, Rael y Poy no eran mas que apodos, no eran nombres reales. Ellos se tenían otro nombre.

Paso otro año mas sin saber nada.



Los peores dos años de mi vida.

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Gracias por leer.
Con amor yanni.

BENNLIE |COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora