Bajo despacio las escaleras para no caerme. Llevo conmigo el balón porque quiero jugar en el jardín. Aunque la última vez rompí algunas de las flores que tanto cuida Rosalía. Ella es como mi abuelita y no se enfadó por ello. Al contrario, mantuvo el secreto y no se lo contó al abuelo.
Voy por la cocina, pero no puedo salir fuera. Está lloviendo mucho y me puedo resfriar. No puedo evitar mi tristeza, de verdad me moría de ganas por jugar con mi pelota favorita. Vuelvo hacia el salón cabizbajo y enfadado, ¿Por qué siempre llueve los días que no hay cole?
-Robert. -El abuelo llama mi atención. Le miro y allí está, sentado en su viejo sillón y frente a ese tablero extraño de cuadritos blancos y negros que tanto le gusta. La única figurita que me gusta es la que tiene forma de caballo.
-¿Qué pasa abuelo?
-Acércate. -Voy y me siento en el sillón de enfrente. El abuelo mira mi balón con mala cara y yo sonrío. No le gusta mi pelota aunque él me la regaló para mi cumple.
-¿También estás jugando con estas fichas abuelo? -suspira mientras rueda los ojos. Creo que he dicho algo que no le ha gustado.
-Esto se llama ajedrez y es un juego para personas inteligentes, no como ese maldito balón que siempre llevas detrás... todos saben darle patadas a esa cosa redonda.
-¡Yo también soy inteligente! -digo enfadado. Seguro que ese juego de fichas no es tan complicado como él me quiere hacer creer. Suelta una risita y coloca todas las fichas blancas delante de mí. Tienen color aunque son de cristal, vi los dibujos de como él mismo las diseñaba en su estudio.
-Perfecto, entonces escucha atentamente.- Me explica todas las normas del juego. Asiento intentando asimilar toda la información que él me ha dado-. ¿Lo has entendido Robert?
-Sí.
-¿De verdad? -me molesta cuando pone esa cara de sabelotodo. Así que yo empiezo a señalar las fichas según su forma, también soy inteligente y se lo voy a demostrar.
-Estos pequeñitos son peones y se mueven de uno en uno. Estas son las torres van siempre recto, los caballos tienen forma de "L" como la palabra Libro, estos con punta se llaman arfil y van en diagonal. Este es el Rey que solo va de uno en uno y por último, esta ficha se llama Reina que va donde quiere.
-Perfecto, entonces juguemos.- Le miro sin parar, estoy atento a todos sus movimientos. Yo he movido todas mis fichas aunque él hay una que no la ha movido para nada. No entiendo muy bien el por qué-. ¡Jaque Mate!
-¿Qué es eso? -digo molesto. ¿Significa que ha ganado?
-Significa que no eres tan inteligente como yo Robert. El ajedrez es como la vida, tienes que pensar tus movimientos antes de realizarlos. -No termino de entender lo que me quiere decir el abuelo con eso.
-¿Por qué no has movido esa ficha?
-Porque es el Rey quién debe proteger a la Reina...
Abro los ojos de golpe y miro a mi alrededor. Todos los papeles están esparcidos y me he quedado dormido sin darme cuenta. ¿Por qué he soñado con la primera vez que el abuelo me enseñó a jugar al ajedrez? Tal vez sea por la frase que he apuntado y que él dejó para mí.
Un deseo irrefrenable de acudir al lugar donde ese sueño ocurrió, me invade. Voy directamente y sin pensarlo, a ese sillón en el que tantas horas pasaba el abuelo. Casi puedo verle ahí sentado, pero ya no está conmigo. Y su ausencia es más fuerte aquí, en su rincón favorito. Lleno de libros y enormes estanterías. Es extraño que no haya muchos cuadros alrededor, porque le encantaban las obras de arte en muchos sentidos.
Y ahí está, ese ajedrez hecho por él mismo con las piezas de cristal. Dejó una partida sin terminar y sigue así. Sin atreverme a invadir su espacio, me siento en el sillón que hay frente al suyo, justo como en el sueño. Miro el tablero y sonrío.
-Hubieras ganado la partida, abuelo -digo para mí mismo. De nuevo, la reina sigue en el mismo lugar. Ese que no abandona nunca. Sin querer pensar en nada más, decido hacer algo que si James Parker me viera, me cortaría la mano, mover su ficha preferida.
Cojo la Reina y la muevo. Por el rabillo del ojo veo un movimiento a mis espaldas. Me vuelvo y lentamente la estantería donde están sus libros favoritos se mueve hacia afuera. Es prácticamente imperceptible si no eres muy observador. Gracias a James Parker, yo soy un gran observador. Me acerco y empujo suavemente. Parece una especie de puerta, de nuevo mi abuelo y sus misterios se hacen presentes. Me adentro en ella y veo un par de cuadros, pero pondría la mano en el fuego que no son muy valiosos.
-¡No puedes entrar de esa forma! -La voz de Rosalía me sorprende. Salgo rápidamente y cierro lentamente mirando fijamente a la persona que está parada de pie junto a mí. ¿Qué hace aquí?
-Hola, ¿qué hacías?
-Hola Paola. Nada exactamente, viendo los libros de mi abuelo.
-No es eso lo que parecía... -su tono de voz me tiene desconcertado. ¿A qué viene todo esto? No he sabido nada de ella desde que mi abuelo murió.
-Robert... -Rosalía la mira disgustada y Paola le hace una burla. Eso no me gusta.
-Tranquila, déjanos solos. No he sabido nada de ti desde hace algún tiempo -digo alejándome de esa estantería. No estoy seguro de si me ha visto salir de allí, pero prefiero no tener que dar explicaciones.
-No me has llamado desde que salimos de fiesta hace dos días. -La miro sorprendido. ¿De fiesta? ¿Yo?
-No sé nada de ti desde la muerte de mi abuelo. -Observo como su expresión cambia, pero lo disimula.
-¿No dejó testamento tu abuelo? -¿Qué? ¿Cómo se atreve a preguntar eso?
-Paola, eso son cosas familiares.
-¿Perdona? ¿Acaso no formo parte de tu familia? Yo doy siempre todo por ti y estoy a tu lado, en cambio tu solo guardas secretos de mí. ¿Ese es todo el amor que sientes por mí, Robert?
-¿Amor? Tú tampoco me estás demostrando demasiado últimamente -digo sin pensar.
-Eres un egoísta que solo piensa en sí mismo. He venido a visitarte con toda mi buena intención, para saber si te podía ayudar con la herencia de tu abuelo o su testamento. Además, seguro te sientes solo en nuestra casa. -Mi sangre empieza a hervir. ¿Ayudarme con la herencia? ¿Nuestra casa? De verdad, no puedo creer todo lo que está diciendo.
-¿Egoísta? -Estoy tan alucinado, que no sé qué más decir.
-Sí, ¡me tienes abandonada! No salimos por ahí y pareces deprimido. Hasta diría que ya no eres ese Robert sexy del que me enamoré hace años. ¡Cuando quieras compartir las cosas conmigo y decirme la verdad me buscas! Porque si nuestra relación está así de mal es por tu culpa. Siempre pensando en ti y en ese abuelo tuyo. ¡Si rompemos y me pierdes, no vengas a suplicarme porque será todo tu culpa! -sale dando un portazo y yo sigo escuchando su voz gritando en mis oídos.
¿Cómo estáis corazones? Aquí tenéis el nuevo capítulo de la semana. ¿Qué os parece? Ahora que estamos de vacaciones, no os vamos a abandonar. Tampoco podemos dejar que todos estos misterios los descubra solo Robert. ¿Listos para una gran aventura?
Aprovechamos para agradecer todo el apoyo que estamos recibiendo, la oportunidad que le dais a la novela al leerla y a nosotras. Todos esos comentarios que nos sacan más de una sonrisa, sois geniales y se os quiere.
¡Muchos besos!
ESTÁS LEYENDO
Eres mi debilidad [Saga Eres II]
Mystery / ThrillerAbre los ojos en la oscuridad, escucha más allá del silencio, toca la esencia que te rodea, respira el ahogo de aquello que brilla más que un diamante y que seguro tienes delante. Más valioso que el oro y más valiosa que la plata, es el misterio que...