Capítulo 5

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Año 2026

Sigo sin entender como ha pasado todo, como no he sido capaz de ver que mi abuelo estaba en peligro. ¿Cómo cojones he permitido que le matasen?, ¿qué voy a hacer ahora sin él? Me he quedado solo, ni siquiera Paola está aquí para apoyarme en este día tan doloroso para mí.

Hoy, en gran parte, le doy la razón en todo lo que opinaba sobre ella. Me duele en el alma que no haya venido, pero todavía me duele más el no tenerle a mi lado. ¿Ahora quién me reñirá por gilipolleces?, ¿ahora quién me aconsejará de aquello que está bien o mal?, ¿quién se reirá de mí al ser el caballo perdedor en esas típicas partidas de ajedrez?

¿Por qué, ¡joder!? Por qué se ha tenido que alejar de mí de esta manera...

Soy incapaz de retener las lágrimas, incapaz de mostrarme débil ante toda la gente que se acerca a darme el pésame y a darme consuelo. A muchos de ellos los conozco, socios, amistades... Mi abuelo era un hombre muy querido, pero también muy odiado. Aunque su carácter era insoportable, tenía un corazón enorme y me quería, y yo a él.

Ni siquiera he podido despedirme como es debido. Todo ha pasado muy rápido.


***

Compruebo de nuevo que estén las alarmas conectada y cierro la joyería. Hoy ha sido un día bastante llevadero. No ha venido mucha gente y me ha dado tiempo a rellenar unos informes que tengo que enviar a mis nuevos socios. Si todo sale como espero, el abuelo y yo nos vamos a ganar una buena fortuna. Así que, espero que todo esfuerzo tenga su recompensa.

De camino a casa llamo a Paola un par de veces y, como de costumbre, no me coge el móvil. No sé qué hace, cada vez está más distante y distraída. Sé que algo le pasa, pero no quiere contármelo... Si piensa que me chupo el dedo está muy equivocada. Ya no soy el tonto de dieciocho años que acataba todo lo que hacía. Ahora me doy cuenta de muchas más cosas. Por eso, discutimos bastante más.

Paso. Ya me llamará cuando quiera o pueda.

Por fin, casa. Abro, pero no me hace falta ni rodar la llave. La puerta está abierta. Entro cauteloso, observando cada habitación por si algún ladrón ha entrado a robar. Se llevaría un buen botín, puesto que la casa está repleta de objetos históricos. Me acerco al salón y me encuentro a Rosalía con una bolsa de tela negra en la cabeza y atada a una silla, y a mi abuelo, muerto en el suelo.

-Abuelo...

Rosalía gruñe bajo la bolsa y la desato rápidamente. Me acerco y arrodillo al lado del cuerpo de mi abuelo.

-No, abuelo, tú no...

Lo zarandeo un par de veces, pegándole a mi pecho.

-¿Por qué tú?, ¿por qué? ¿Quién ha sido?

-No lo sé señor -dice entre lágrimas, arrodilla frente a mí-. No sé cómo llegué a estar en esa silla.

-Llama a Matt.

Dejo a mi abuelo en el suelo y le tapo con una de las mantas que hay dobladas en el costado del sofá. Al ser tan cuidadosos con nuestro negocio privado, la policía nunca ha sospechado de nosotros, ya que para el mundo solamente tenemos la joyería.

Al instante, llamo a Paola y sorprendido me agarra el teléfono.

-Hola cariño, perdón por no cogértelo antes... tenía unos asuntos qué hacer.

-Han matado a mi abuelo.

-¿Cómo?

-Mi abuelo está muerto... Su funeral será dentro de dos días.

Eres mi debilidad [Saga Eres II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora