Capítulo 3

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¡Nuevo capítulo! Para aquellas personas curiosas, dejamos la imágen de James Parker, el abuelo de Robert. Esperamos que disfrutéis del capítulo. Besos.

Año 2021

Miro la caja que hay sobre la mesita de noche. Sonrío al pensar lo que contiene y fantaseo imaginando la cara de Paola cuando lo abra. ¿Le gustará? Seguro que sí, no hay mujer en el mundo a la que no le guste una joya. No puedo evitar suspirar pensando en lo que le pude haber regalado... de verdad, desde el fondo de mi corazón, quise regalarle un diamante. Incluso lo tenía escogido, pero mi abuelo se opuso rotundamente. Dije que pagaría por él y ni eso funcionó para convencerle. Al contrario, me dijo claramente que lo que mejor le venía a una mujer como ella era un rubí, el más rojo de todos. No estoy seguro al cien por cien si lo decía por el color o estaba siendo de nuevo sarcástico.

Decido no darle más vueltas al asunto. Hoy es un día especial, nuestro aniversario. Se lo voy a dar y espero que le guste muchísimo. Abro el armario y empiezo a revisar toda mi ropa, quiero sentirme especial, como el día que es. Ella siempre va preciosa y le queda bien todo lo que se pone. Le gusta mucho que la gente la admire y la vea cuando pasa, algunas veces, eso a mí no me hace gracia.

-Creo que debo empezar a comprar ropa nueva -hablo conmigo mismo. Tal vez, debería pedir consejo a una mujer.

Bajo las escaleras corriendo en busca de Rosalía, reviso cada rincón de la concina, pero ella no está.

-Ha salido a hacer unas compras. -Me vuelvo y veo a mi abuelo en la biblioteca. Debe haberme escuchado porque ni me mira. Desde que conocí a Paola hay una cierta tensión entre nosotros que no me gusta. Él es la única familia que tengo, pero tampoco estoy dispuesto a abandonar mi felicidad por unas ideas locas de un viejo cascarrabias. Siempre ha tenido ese carácter tan suyo. Las cosas para él son siempre o blancas o negras, no conoce los grises.

-Vale -digo sin apenas mirarle. No quiero volver a discutir con él.

-¿A qué viene tanta prisa? ¿Juegas? -Le miro y veo que tiene delante de él ese tablero de ajedrez que tanto le gusta. Recuerdo que él fue el que me enseñó a jugar y siempre tiene estrategias bajo la manga. A decir verdad, son recuerdos buenos.

-Si no vas a ser borde conmigo, supongo que podemos jugar -digo intentando ver cuál es su humor. Pero con James Parker, nunca se sabe.

Me siento frente a él, las suyas siempre son las negras. Ninguno de los dos dice nada y simplemente empezamos con los movimientos. Estoy muy atento, pero el abuelo me está dando un repaso. En los primeros movimientos ya ha conseguido grandes avances, para mi mala suerte. Sí, voy perdiendo.

-Qué decepción. Espero que no le cuentes a nadie que yo te enseñé a jugar. Creerán que soy un mal maestro. -No me pasa por alto su tonito.

-Uno no siempre puede ganar -digo sin entrar en detalles. De verdad, que no quiero discutir.

-Pero sí tiene que ver lo que está delante de sus narices. Eso es lo que te he enseñado Robert. Pero después de ver la «novia» que te has buscado... empiezo a dudar que mis genes estén en ti. -Sus palabras me enfadan. Ahí va de nuevo a faltarle al respeto a mi novia, a meterse con mi felicidad y encima ahora tiene la desfachatez de decir que no parezco de su familia. ¿Qué le pasa?

-Si no tengo tus genes, no deberías haberme criado -digo enfadado. Me levanto de golpe dispuesto a irme. Esperaré a Rosalía en mi habitación. Eso será lo mejor.

Golpeo la mesa con la rodilla, sin querer, y veo un sobre dorado. Me agacho para recogerlo y veo de reojo, como el gran James Parker no hace ningún movimiento. No debe de ser algo relacionado con negocios o me hubiera dicho algo al respecto.

Eres mi debilidad [Saga Eres II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora