Lunes, 9 de enero de 2017
Suena el despertador. Son las siete de la mañana. He estado durmiendo desde las cinco de la tarde. Parece que dormir tanto me ha sentado bastante bien porque me he despertado con ganas de hacer ejercicio.
La puerta de mi casa se cierra, mis padres han llegado de trabajar. Con los turnos de nocturnidad podría aprovechar e invitar a mis amigos para hacer fiestas. Pero nunca tengo ganas. Las seis fiestas que he hecho siempre era para olvidar algo o a alguien. Bueno, miento, en nochevieja mis padres se fueron de viaje y monté una fiesta. Había gente que ni conocía.
Después lo tuve que recoger todo, pero por suerte mis amigos me ayudaron, Me lo pasé bastante bien. Y el alcohol me ayudó a ser más extrovertida y menos pensativa. Lo malo fue el bajón que me dio después. Aunque es entendible puesto que fue mi primera vez bebiendo.
- ¿No te levantas? – dice mi padre entrando a mi habitación.
- No tengo ganas de ir hoy al instituto. Me encuentro mal – miento.
- Bueno, no pasa nada. Quédate y recupérate. Tu madre y yo nos vamos a dormir. Cualquier cosa nos llamas – me da un beso en la frente y se va cerrando la puerta.
Decido levantarme de la cama. Me pongo el chándal más decente que tengo, me peino y bajo a la cocina. Cojo una manzana y el monedero. Salgo de mi casa, pongo música y conecto los auriculares que me compré hace unos meses pensando que los usaría para hacer ejercicio.
[WHATSAPP]
AROA:
¿No vas a venir?
LARA:
No, hoy no, tengo cosas que hacer primero.
AROA:
¿Qué cosas, Lara?
LARA:
Ejercicio, me apetece correr y que me dé el aire.
AROA:
Bueno... pues ten cuidado.
Inicio mi marcha mientras desayuno la manzana que había cogido, detesto cualquier tipo de fruta, pero es de lo que más me sacia. Al terminarla empiezo a correr por mi parte favorita, unas calles muy poco transitadas.
Una hora después he llegado al gimnasio que queda enfrente del polideportivo. Creo que me voy a dar de alta. Quizá esto me anima. Ver a gente que no conozco hacer ejercicio me da ganas de hacerlo yo también. Y es extraño, porque no soporto que la gente me mire por la calle.
El gimnasio me cuesta 40€ al mes con derecho a piscina y como tengo 200€ ahorrados de las navidades, así que pago 5 meses de golpe. Una vez me he gastado el dinero es más difícil que me quede en casa.
- Señorita – dice el dependiente mientras ya me iba.
- ¿Sí? – me vuelvo a acercar.
- Disculpe, se me olvidaba decirle que al pagar más de tres meses al contado disponía de un entrenador personal durante todo un mes totalmente gratis.
Genial, tenía ganas de tener a una persona cualificada a mi disposición para que me ayudase en las dietas y el ejercicio. Acepto la oferta y él inmediatamente me ofrece el número de teléfono para poder así, contactar con él y así pedirle una consulta.
Ahora sí, me voy ya a mi casa. El día de hoy me está gustando y me siento muy animada. Debo aprovecharlo.
Corriendo llego a casa y al entrar voy a la cocina, donde me encuentro con la lista de la compra en la mesa y también el dinero. Lo cojo y voy al garaje. Esta vez voy a ir en bicicleta.
. . .
Al lado del supermercado hay una farmacia. Voy a entrar para pesarme y así saber cuánto voy a llegar a adelgazar en este tiempo en el que voy a estar haciendo ejercicio.
Meto la moneda y subo a la báscula. Las cifras empiezan a subir y a subir. Ya he superado los 50... 59... Vale, parece que ya ha parado... Definitivamente, necesitaba empezar un cambio ya, pues estoy en 105 kilos. Tengo ganas de llorar, sin embargo, voy a intentar no pensar en estos actuales kilos y voy a mirar hacia el futuro que quiero llegar que a poder ser me gustaría quedarme en 60 kilos.
Salgo de la farmacia y ya no me encuentro muy alegre. Además, estoy muy agotada de la caminata de esta mañana así que voy a descansar un poco en un bar.
- Señorita, ¿se encuentra bien? – pregunta el camarero preocupado.
- Sí, sí, todo bien – miento – Póngame un vaso de agua y dos tostadas con aceite y sal, por favor.
- Muy bien, en dos minutos lo tiene todo – sonríe y se marcha.
A ver si comiendo un poco se me pasa. Lo más seguro es que sea el desmayo del hambre. Son las once, todavía me da tiempo a hacer la compra y la comida.
Mientras almuerzo decido hablar con Sergio, el entrenador personal. Quiero que me diga qué comprar y qué hacer para comer.
. . .
Tras un rato hablando con él por mensaje:
[WHATSAPP]
SERGIO:
Y para comer hoy, puedes empezar con dos trozos de pechuga y una ensalada.
LARA:
Vale, muchas gracias, Sergio.
SERGIO:
Un besazo y ¡ánimo!
¡Que tú puedes!
. . .
Ya ha pasado parte del día y yo acabo de terminar los deberes que han mandado para mañana, ya que Aroa me ha hecho el favor de pasármelos y al menos no ir atrasada en ese aspecto.
Por otra parte, el ejercicio ya está empezando a notarse en forma de agujetas. Me quiero morir, no puedo siquiera sentarme.
- ¡Papá! – grito desde mi habitación.
- ¿Qué pasa? – pregunta desde abajo.
- Por favor, hazme la cena que estoy muy cansada. Tienes la dieta impresa en la nevera.
- Vale, cuando esté te llamo.
Mientras hace mi cena yo recojo como puedo la habitación. Aunque esté muy cansada y dolorida sigo teniendo ganas de seguir mi nueva rutina. Y estoy ansiosa de ver el cambio, igualmente soy consciente de que no va a ser fácil y mucho menos rápido.
Justo al terminar de recoger, mi padre me llama para cenar. Bajo las escaleras como puedo y empiezo a cenar en la cocina sola.
Tras terminar subo a la habitación y sin pensármelo dos veces me tumbo en la cama. Sin darme cuenta, acabo en un profundo sueño.
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Enamorada de mi vecina ⇝COMPLETA Y TERMINADA⇜
Novela JuvenilTras una mudanza inesperada en el vecindario de Lara, su vida da un giro y lo que antes eran fiestas y tranquilidad se acaba tornando en un cúmulo de discusiones, amenazas y daños, ya que, sin saber la razón, su nueva vecina, Loli, le prohíbe termin...