Capítulo 24

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Maratón 2/3

Hoy era viernes, tenía muchos planes y cosas parea hacer. La verdad tenía mucho sueño y pocas ganas de levantarme. Pensé en quedarme por lo menos 10 minutos más pero siempre que lo hago termino quedándome  como una hora acostada, y podría ser una opción, pero son las 10:30 a.m.y no quiero perder tiempo, ya que me había despertado tarde.

Así que con todo el valor del mundo me levanté, me dirigí al baño y tomé una relajante ducha de 15 minutos, me puse mi conjunto favorito, (conjunto en multimedia), y bajé a la cocina, donde se encontraba mi madre, que ayer había llegado de un viaje, y mi padre que había ido con mi madre.

– Hola ma– dije– Hola pa– lo saludé.

– Hola, hija– dijeron al unísonido.

– Emm.. Me preguntaba que si podía ir a la casa de Alec.– mis padres se miraron sonriendo y yo me sonrojé.

– Claro, pero vuelve antes de las 8:00 p.m.

– Mamá, bueno, bueno.

– Espera. No has desayunado.

– Si.. Voy a desayunar con él.– mentí.

– Bueno esta bien.

Les sonreí y puse mi celular en el bolsillo de mi short. Agarré mis llaves y comencé a caminar hacia la casa de él. Al llegar, toqué el timbre y en menos de un minuto abrió.

– Hola– dije saludándolo con un beso en la mejilla.

– Hola– dijo mientras pasaba adentro. Cerró la puerta y me senté en el sillón.

– Hey, ¿Ya desayunaste?– dijo mientras se sentaba al lado mío.

– No, pero no tengo hambre.

– Pero tienes que comer.— dijo, rodé los ojos mientras él se levantaba e iba a la cocina.

– No te preocupes, dame cualquier cosa.

– No, tranquila. Te daré un yogur.– dijo y yo reí. Prendí la televisión y busqué alguna película.

– Hace lindo día, no quieres ir al parque de diversiones.– dijo mostrando dos entradas sonriendo.

– Ay, si– dije toda feliz, él me dio el yogur y comencé a comerlo. Él miraba mis labios cada vez que lamía la cuchara.–. Deja de mirarme así.– dije riendo.

– Es muy provocativo.

Reí aún más.

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Ya estábamos en el parque con un algodón azucarado cada uno, el suyo blanco y el mio azul.

– ¿Qué quieres hacer?– preguntó mientras caminábamos.

– ¿Quieres ir allí?– dije viendo una gran rueda que se movía rápidamente de arriba a abajo.

– Ve tú, yo no me subo a eso ni de muerte.– dijo y reí.

– No irás conmigo– dije tirando mi palito en el basurero.

– Me niego– dijo.

– Siii– dije dije atrayéndolo del brazo.

– No– dijo cortante.

– Que sí– dije forzándolo pero era imposible de moverlo–¡Alec!– dije ya cansada.

– ¿Qué?

– No seas malo– dije cruzándome de brazos.

– Bueno.. Esta bien.

Luego de convencerlo y subirnos a muchos más ya se hacía tarde.

–Alec.

–¿Si?

–Tengo que volver a casa.

–Okay– dijo sin protestar.

Entramos en el auto y me llevó camino a casa.

– ¿Te gustó nuestra salida?– preguntó con vergüenza.

– Claro que si.– dije acomodándome mejor.– sonrió  desde ese momento no marcamos otra palabra. Al llegar a casa, apagó el motor.

–¿Te acompaño hasta la puerta?–preguntó.

–No– dije jugando con mis dedos.

–Bueno, adiós.– dijo mientras yo me inclinaba a darle un beso en la mejilla.

– Adiós– lo iba a saludar pero el corrió la cara y me robo un beso. Confundida se lo correspondí y me acerqué más a él.
Nuestros labios y lengua se entrelazaban con pasión. Intercambiando caricias y saliva el beso lo cortó.

–Te amo.

– Yo aún más.

Y así fue como terminó nuestro día.

El Mejor Amigo De Mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora