31.La Marioneta

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Ingresaba al edificio atendiendo una llamada del los encargados del departamento de finanzas, estaban preocupados de que un corredor de bolsa manejara un pequeño condado, pero para él sería pan comido, tenía el liderazgo en las venas, había crecido para ser el mejor en todo, regreso a su llamada mientras entraba al vestíbulo donde lo recibía directamente una secretaria rodeada de un inmenso escritorio de madera. Al verlo entrar le deseo buenos días, este asintió con la cabeza mientras respondía a su llamada, empezó a subir las escaleras que llevaban al corredora que daba a parar a su oficina, asegurada con una puerta de madera una placa que citaba Alcalde.
La cerró con la confianza de estar finalmente solo, pero se sorprendió al ver a un hombre sentado en su lado del escritorio, asimilo que lo estaba esperando, no pareció sorprendido cuando lo vio entrar. Así que Barner solo lanzó un resoplido y se dirigió a colgar su saco en su perchero.
—Muévete de mi....
—Si dices TU ASIENTO te mataré por engreído y por no entender la operación, aún no has entendido nada por lo que veo, la única y verdadera razón por la que estás aquí es porque así lo queremos. Somos nosotros los que gobernamos realmente este pueblo y tú sólo eres una marioneta— Esa palabra había sobresaltado a Ulises, él no era marioneta de nadie, pero sabía que la amenaza era cierta, había visto lo que le hicieron a ese sujeto, Oswald Bert, el sheriff, como le arrancaron la piel del rostro, sus alaridos le llenaban la cabeza de imágenes.....
—Por favor, sólo muévete del asiento— se limitó a decir, por unos segundos creyó haber dicho MI porque el sujeto calvo y de nariz aguileña le mantuvo la mirada con esos ojos verdes. En cualquier persona el tono de sus ojos la harían ver cómo una persona que suele saludarte en las mañanas si te lo topas, pero con él, el caso es distinto, su nariz gnachuda, sus cejas sumamente pobladas, su calvicie, incluso su barba de candado hacia juego con la maldad que refleja en sus ojos. Una especie de sonrisa apareció en sus labios y se levantó. Ignoró todo lo demás y decidió sentarse.
—He recibido un mensaje por parte de algunas personas que desean instalarse en por unos días en Green Mille— el hombre se puso a recorrer la habitación con las manos en la espalda, Ulises seguía con su mirada al sujeto, el cual llevaba una especie de túnica como el color de la obsidiana, que aparenta ser negra pero tras algunos movimientos se aprecia lo verde, con adornos y símbolos extraños que él, Ulises, no podía leer, sobresalían de la tela, o sea si te acercabas a tocarlas podrías sentirlas.
—Está bien, hay moteles, se puede quedar ahí lo que quieran mientras tengan dinero...— alzó una de sus manos en señal de que se callará— Una ironía, muy grande, es que ellos podrían ser los mismísimos dueños del motel. Por otra parte es hora de comenzar la segunda parte de nuestro plan.

l.La Ciudad de las Almas NocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora