Bungou Stray Dogs(oneshots)

Dazai Osamu

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Mientras esperábamos la hora de mi operación, Dazai y yo decidimos salir a la parte más linda y favorita del hospital. Estaba llena de unas flores hermosas que te hacían olvidar en dónde estabas y, además, el viento refrescaba y aligeraba el ambiente.

Nos acostamos en el césped del lugar. Sentí el brazo del castaño rodearme, envolviéndome en un abrazo que me decía a los vientos que quería protegerme. Al verlo a los ojos, noté que estos se veían tristes y apagados. Y, sinceramente, odiaba verlo así. No poder hacer nada más que esperar, no poder decirle que todo saldría bien porque, no veo el futuro. No poder decirle que estaré con él hasta el final.

Supongo que es inevitable. Hace dos años me detectaron cáncer. Un cáncer que con el tiempo ha ido acabando con mi vida de poco a poco. Era increíble ver fotos antiguas, donde se me veía brillante y radiante, y compararlas con las de ahora, que solo indicaba tristeza y cansancio.

La única esperanza que nos quedaba, era la operación que iba a tener lugar en unas cuantas horas. Hablábamos positivo, que todo iría bien. Pero muy en el fondo, ambos sabíamos que las probabilidades de que me salvara no eran muchas. Así que, desde que amaneció, hasta ahora, Dazai ha estado aquí conmigo. Me ponía un poco nostálgica, pero tampoco le iba a pedir que se fuera.

—Por cierto, ¿no tienes trabajo? —pregunté luego de percatarme de ese pequeño detalle. 

—Hmmm, ¿no?

—No me estés mintiendo —le dije mientras le pellizcaba una de sus mejillas y suspiró.

—Eres mil veces más importante, (T/N), lo sabes.

Una sonrisa se formó en mis labios.

—¿En serio? —pregunté divertida, queriendo hacer los mayores recuerdos felices posibles.

—Sí, en serio —respondió seriamente, volteando a verme a los ojos.

—Si no fuera por tu trabajo no te hubiera conocido.

—Supongo que es verdad, pero eso no quita el hecho de que sigues siendo más especial.

Me empecé reír al recordar como nos conocimos. En el mundo hay chicos raros, pero él, él estaba en otro nivel.

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Algunos años atrás.

—Entonces, ¿sí vienes?

—Ya les dije que sí —respondí algo molesta mientras volteaba los ojos. ¿Cuántas veces ya habían preguntado?

Mis amigas siempre han sido así, saliendo, paseando y conociendo todos los lugares posibles. Hoy, al parecer habían abierto una cafetería cerca de la escuela y habían rumores que decían que el mesero era bastante guapo, que fácilmente lo confundidas con un modelo. Y bueno, sinceramente no estoy muy interesada.

—¡Perfecto! Pues vamos todas.

Al llegar al lugar todas mis amigas se pusieron a buscar como hienas hambrientas al supuesto chico guapo. Yo, por otro lado, fui directo a sentarme en alguna de las mesas para pedir un café. Al no encontrar al chico, las chicas se calmaron y se sentaron junto a mi a esperar a que nos tomaran la orden.

En ese momento apareció.

—¡Hola! ¿Puedo tomar sus órdenes, bellas damas?

Un mesero de no más de 18 años, alto,  de cabello castaño y rizado, tenía una sonrisa de oreja a oreja y sus ojos parecían brillar. Sí, bastante apuesto.