Capítulo 3

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Ya se fueron todos, la familia Oviedo a su casa y los demás a la cama. Estaba en la cama con el móvil cuando algo chocó contra mi ventana. Me levanté y abrí la ventana para ver que pasaba.

-¡Guapetona!-dijo Jesús.

-¿Jesús? ¿Qué haces aquí?-susurré-espera que bajo.

Me cambié de ropa, fui al baño intentando no hacer ruido y me peiné. Bajé las escaleras con las zapatillas en la mano y cuando me disponía a salir a la calle, alguien me agarró del brazo.

-¡Abuela!-grité con miedo.

-¿Dónde vas Cris?-preguntó.

-Es que... Eh... No podía dormir y...

-Y te vas con Jesús-dijo mi abuela cortándome.

-Por favor lala no digas nada, es que... No sé qué querrá, te juro que no tardo de verdad-le suplicaba.

-Anda corre, pero no vengas muy tarde que ya sabes como es tu madre-dijo sonriendo.

Le di un beso a mi abuela, me puse las zapatillas y salí a la calle. Ahí estaba Jesús, con un polo de manga corta, unos pantalones pirata y unas Asics. Tan guapo como siempre.

-Hola-le dije dándole un abrazo-¿qué haces aquí?

-Es que... No podía dormirme y mi hermano estaba sobado, entonces pensé que tú estarías despierta-dijo Jesús.

-Entonces acertaste-sonreí.

-Ven, te voy a llevar al parque más bonito de Mairena-me tendió su mano y yo acepté.

Íbamos de la mano y riéndonos como si fuéramos una pareja feliz. Nos detuvimos un momento y nos miramos a los ojos, cada vez nuestra cara estaba más cerca, tan cerca que notaba su respiración, y cuando casi nos rozaban los labios, empezó a hacerme cosquillas.

-¡¡Jesús para!!-dije sin poder parar de reír-¡¡por favor!!

-¿Te gustan mis cosquillas?-decía mientras seguía haciéndome cosquillas.

-¡Para!-y me di la vuelta para mirarlo a los ojos.

Por un momento, pensé que todo era un sueño, un sueño del que nunca querría despertar. Me agarró de la cintura y me acercó contra él, creía que iba a hacerlo, creía que me iba a besar, pero en vez de eso; me mordió en la cara. Caníbal.

-¡Auch! ¿Eres tonto?-le di una colleja.

-Sí, soy tonto, pero desde que te conocí-y me volvió a dar la mano.

Tras pasar diez minutos, llegamos a aquel parque. Era tan bonito, que quería quedar ahí toda la noche.

-¿Te gusta?-dijo Jesús.

-Es súper bonito...-dije atónita.

Estaba todo lleno de flores, con bancos y también una fuente en el medio. Nos sentamos en el banco más cercano y comenzamos a hablar.

-¿Y por qué me has traído aquí?

-No sé, suelo venir aquí cuando quiero estar a solas o cuando quiero cantar.

-¿Cantar? Ay por favor, ¡cántame algo!

-Uf qué vergüenza "mi arma". A ver que te puedo cantar...-dijo pensando-ahí voy:

"Yo solo quiero darte un beso, y regalarte mis mañanas,

Cantar para calmar tus miedos, quiero que no te falte nada..."

-¡Guau!-aplaudí-se me han puesto los pelos de punta Jesús, ¿tu hermano también canta así?

-Sí-dijo sonriendo-estamos componiendo canciones, un día te pasas por casa y te cantamos alguna, ¿te parece?

-¡¡Sí!!-dije gritando-me encantaría-dije dándole un abrazo.

Jesús se quedó en silencio durante unos minutos, yo me quedé mirándole. ¿Qué estará pasando por su cabeza?

Inolvidable (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora