Capítulo 20

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  • Dedicado a Fati, Miri y Laia <3
                                    

Después de estar el día entero en la cama, decidí levantarme para asearme. Todo se me acumulaba, y encima, dentro de nada era mi cumpleaños. En ese momento lo único que quería era morirme.

-Cris, ¿qué querías ayer?-preguntó Jesús apoyado en el marco de la puerta del baño.

-Nada.-dije viendo mis inmensas ojeras en el espejo.

-¿Qué te pasa?-dijo entrando en el baño y poniéndose detrás de mí.

Nuestras miradas se encontraron en el espejo, él estaba con su gran sonrisa y sus ojos marrones. Yo estaba con mis grandes ojeras y mis ojos rojos de tanto llorar.

-Nada tranquilo-dije forzando la sonrisa. 

Salí del baño y Jesús hizo lo mismo, llegamos a la habitación y se sentó en la silla del escritorio, mientras, yo estaba haciendo la cama.

-¿Te vas a quedar ahí todo el día?-pregunté poniendo la colcha en su correspondiente sitio.

-¿Te molesta?-dijo Jesús riéndose a lo bajo.

-Un poco, la verdad-dije molesta pero a la vez sonriendo.

-Bueno, si quieres me voy-dijo haciendo el amago de levantarse.

-¡No, espera!-dije poniéndome delante de él para impedir su huída.

-Dime pues-dijo cruzándose los brazos.

-A ver, que pienso que ya que somos lo suficiente mayores, dejemos de un lado nuestro enfado. Por tu bien y por el mío, obviamente, porque no quiero y no puedo tener que verte las 24 horas del día y no hablarte; además, quiero que estés presente y que te lo pases bien en mi cumple, ya que estaremos tú, Dani y yo sólos-dije cabizbaja.

Jesús me abrazó y sonreímos a la vez, ya volvíamos a estar unidos, aunque sintieramos algo uno del otro, era mejor dejarlo y ser amigos. Ya que las amenazas de Sara podían llegar a más, y no quería eso.

-Entonces, ¿arreglado?-dije esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

-Por supuesto-dijo Jesús repitiendo el mismo gesto que yo.

En ese momento le sonó el móvil a Jesús, y en su pantalla pude ver cómo ponía Fati, se fue para atender a la llamada y me quedé sola en la habitación. Abrí el armario y cogía algo de ropa, cómoda obvio, ya que no tenía ganas ni quería, salir a la calle. Bajé al salón y estaba Dani, haciendo zapping, como yo la anterior noche.

-Veo y creo, que lo has arreglado con Jesús, ¿me equivoco?-preguntó Dani curioso.

-No, no te equivocas-dije riendo.

-Me alegro mucho de que lo hayáis arreglado-dijo levantándose y dándome un abrazo.

-Y yo-dije aún pegada a él. Aunque tengo un poco de miedo, no quiero que Sara le haga nada a Jesús, y tampoco a mí.

-Tranquila, no creo que haga nada. Todo irá bien-dijo acariciándome el pelo.

Estábamos hablando, hasta que a Dani también le sonó el móvil, era Laia, una amiga que veraneaba por el pueblo desde hace un par de años, los gemelos me han hablado mucho de ella, dicen que es muy guapa y muy buena amiga, tenía ganas de conocerla. Se fue y me dejó sola en el salón, vaya un déjà vu. Fui a la cocina porque tenía hambre, miré el reloj que había colgado en la pared y marcaban las cuatro y media de la tarde. No me di cuenta de la hora ya que mi móvil permanecía apagado, tampoco tenía intenciones de encenderlo, no quería saber nada de nadie. Después de tomar un picoteo salí al jardín y me senté en una tumbona, quería reflexionar sobre todo lo que me ha pasado desde que llevo aquí, demasiadas emociones, demasiadas risas y sobre todo; demasiadas lágrimas.

Inolvidable (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora