Capítulo 21

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  • Dedicado a Andrea <3
                                    

Eran las cuatro de la mañana y yo seguía despierta. No sabía qué podía hacer, ¿encender el móvil? No. ¿Comer? No. ¿Dormir? No puedo. ¿Cantar? Son las cuatro de la mañana, ¿estás loca? Me dedicaba a pensar qué podía hacer a las cuatro de la mañana para no molestar a nadie. Fui hasta la habitación de Dani y Jesús y, sorpresa, no estaban. Me asusté muchísimo al no verlos, me preguntaba dónde estarían. Bajé a la planta baja para asegurarme de que no estaban ahí, y no pude evitar reírme cuando los encontré en el sofá los dos dormidos uno apoyado encima del otro y con la tele encendida. Apagué la tele y cogí una manta, no hacía frío, pero se notaba que era de noche, estaban tan monos dormidos que no era plan de despertarlos. 

-¿Mamá?-dijo Jesús frotándose los ojos al notar mi presencia.

-Ssh-dije haciendo un gesto. Tu hermano está dormido-susurré.

Le puso un cojín en el cuello a su hermano para que estuviera cómo y vino conmigo al jardín. Nos sentamos en las tumbonas, uno enfrente del otro, nos miramos y sonreímos.

-Siento haberte despertado-dije sonriendo.

-No estaba dormido, tranquila-dijo guiñándome un ojo.

-Claro, por eso estabas roncando-dije riendo.

-Eres una mentirosa...-dijo Jesús chistando.

Estuvimos hablando de todo en general, horas y horas hablando, y sin darnos cuenta eran ya las siete de la mañana. Otra noche más sin dormir, bueno, al menos sabía que podía contar con Jesús para todo.

''Recuerda que si necesitas algo, me vas a tener para todo Cris. Me dolió mucho que te enteraras de lo que estaba hablando con Sara, pero te juro que yo no pienso que seas así, me pareces una chica muy madura y además de una buena persona, una buena amiga''-decía Jesús con una sonrisa.

Al recordarlo, no pude evitar sonreír, no me había dado cuenta de que Jesús seguía a mi lado tumbado. Nos tumbamos los dos en la misma tumbona y él me abrazó. Estuvimos así como una hora, y la verdad que yo estaría así hasta el fin de mis días, pero eso era imposible, Sara estaba de por medio y no creo que le gustara, y tampoco vernos así de bien. 

-¿De qué te estás acordando para que sonrías así?-preguntó Jesús mirándome.

-De lo que me has dicho antes, es muy bonito-dije directa.

-Ya lo sé, como yo-dijo riéndose.

Le dí una colleja y arqueó la ceja, algo estaría pensando para la venganza, ¿el qué? No lo sé, pero me daba bastante miedo.

-¿Por qué arqueas la ceja?-pregunté con miedo.

-Por nada-dijo riéndose a carcajadas.

-Más te vale-dije frunciendo el ceño, luego le saqué la lengua y nos estuvimos riendo otro rato.

Decidimos levantarnos de las tumbonas porque nuestro cuerpo quería vitaminas, es decir, quería desayunar. Al entrar a la cocina, vimos a Dani con la manta tapado hasta la cabeza, parecía una monja, no pudimos evitar reírnos.

-¿Qué os pica?-dijo Dani con un ojo abierto y el otro cerrado a causa de la luz.

-¿Te has visto?-dije sin parar de reír.

-¿Y tú?-dijo lo más borde posible.

Abrí los ojos como platos, y me miré de arriba a abajo. ¿Tan mal iba? pensé.

-Bueno, bueno, bueno, el señorito se ha levantado con el pie izquierdo por lo que veo-dijo Jesús.

Dani ignoró completamente a Jesús y metió el cola-cao en el microondas. Nosotros, al ver que estaba tan borde, nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones. Jesús cayó rendido en la cama, y yo, tres cuartos de lo mismo. Nos levantamos a las ocho de la tarde, casi a la hora de la cena, y Dani no estaba. ¿Dónde se había metido Dani? 

Me aburría tanto, que decidí llamar a mi amiga Andrea. Tras dar dos tonos, se oyó una voz angelical por la otra línea.

-¡¡Cris!! Te echo de menos-dijo ella.

-Yo también-dije haciendo un puchero. ¡¡Podrías venir ya de una vez?!

-Creo que tengo convencidos a mis padres, pero no sé-dijo dudosa.

-Jo, bueno, yo espero que vengas, que dentro de poco es mi cumple y no puedo volver-dije jugando con el encaje de la colcha.

-Que sí, yo lo intento, pero recuerda que te quiero mucho y ya está-dijo riéndose.

-Yo también te quiero-dije sonriendo. Bueno, voy a ver qué está haciendo Jesús, luego te llamo otra vez, te quiero-dije animada.

-Y yo Cris, un besito-dijo Andrea.

Tras colgar, fui a la habitación de Jesús, y al ver que seguía dormido, me tumbé a su lado y le acaricié el pelo. Era tan mono cuando dormía... Al ver que se daba la vuelta, me levanté, porque si me hubiera quedado, me hubiera desplomado en el suelo y no quería eso. Se dio la vuelta y agaché la cabeza para ver si estaba despierto, pero no, seguía dormido. Quería estar ahí, a su lado, pero no era posible. En ese momento le sonó el móvil, lo tenía en vibración, así que no podía escucharlo, vi en la pantalla reflejada el nombre de Sara, y me cambió el gesto de la cara; iba a cogerlo, pero no quería causarle ningún problema a Jesús.

Sara seguía insistiendo, hasta que le mandó un WhatsApp, en él ponía: ''Inútil, te estoy llamando. Qué pasa que ya estás con Cristina, ¿no? Ya sabes lo que le puede pasar si se pasa mucho de la raya, tú sabrás. Quedas avisado, ¡llámame!''. Al verlo me cabreé tanto que apagué el móvil de Jesús y me lo llevé, necesitaba descansar de tanta amenaza, y no quería que se preocupara nada más levantarse.

Inolvidable (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora