3

7.4K 777 402
                                    

-Oye enano, mira esto -Hange extiende su móvil para que mire uno de esos ridículos vídeos que la gente cuelga en Facebook.

Miro con ojo crítico la pantalla y ella insiste moviendo la mano para que le dé al play. Aunque el té me ha despejado bastante no sé si estoy preparado para empezar a soportar sus tonterías tan temprano.

Rara vez desayunamos juntos, ya que ella tiene turnos rotatorios. Unas semanas le toca ir por las mañanas a trabajar y otras por las tardes, aunque a veces dedica muchas horas extra y no aparece en todo el día. Otra que tampoco se hará rica, somos tal para cual.

Decido darle el gusto, solo por ver si cierra la boca de una vez. Hange es de estas personas que, aunque sean las siete de la mañana, son capaces de soltar una verborrea incansable mientras desayuna, no sé como lo hace, porque yo estoy seguro de que más de la mitad de mi cerebro sigue desconectado a estas horas. Tan solo están activadas las neuronas necesarias para ser capaz de preparar mi desayuno y dedicarle miradas de odio a la gafotas. Esas últimas creo que nunca duermen.

El video habla de por qué las personas desordenadas son más sanas y felices que las que lo son, supuestamente abalado por un estudio de una prestigiosa universidad.

-¿En estos estudios de mierda es en lo que se invierte nuestro dinero? -ni siquiera soy capaz de ver un minuto entero y ya estoy soltando todo tipo de improperios por mi boca-. Esto es absurdo, solo sirve para que los vagos que no limpian sus casas piensen que encima lo están haciendo bien.

Aparto el móvil de mi cara mientras niego fervientemente con mi cabeza.

-Pero Levi, tiene razón. Mírate y mírame -exclama ella, como si estuviera constatando algo muy obvio-. El estrés que te provocas tú solito con tanta obsesión por el orden y la limpieza, eso te acabará matando. Yo soy mucho más feliz.

-Eres más sucia -corrijo-, no feliz.

-Además, somos personas más espontáneas, divertidas y creativas -mientras habla veo que caen gotitas de miel de su tostada sobre la mesa.

-Tch -limpio las manchas con la servilleta mientras ella sigue gesticulando y salpicando gotas-. ¡Hange, estás manchándolo todo!

-¿Lo ves? -se ríe de mi y me dan ganas de estamparle esa tostada en la cara-. No eres capaz de relajarte ni siquiera estando medio dormido.

-¡No soy capaz de relajarme por tu culpa! -replico exasperado-. Termina de desayunar de una vez, vas a llegar tarde.

Ella le da un par de mordiscos pequeños a su tostada y vuelve a hablarme con la boca medio llena. Joder, que asco me da a veces. No sé cómo puedo vivir con ella.

-La verdad es que cumples todos los requisitos para morir en menos de un año, o al menos, tener envejecimiento prematuro -dice convencida.

Apoyo la cabeza en mi mano y cierro los ojos. No sé que hice en mi vida anterior para merecerme semejante suplicio, debí ser un auténtico capullo.

-No duermes, vives estresado, apenas ríes, no te da suficiente el sol, no copulas...¡Y si no fuera por mi, tampoco comerías nada decente! -comienza a enumerar con sus dedos cubiertos de la miel que se ha deslizado de la tostada.

-Otra vez con eso -pongo los ojos en blanco.

-Sin embargo, pareces insultantemente joven -se ajusta los anteojos y se inclina hacia mi para observarme de cerca. Es espeluznante.

-Hange, eso es porque soy joven -empujo su frente con uno de mis dedos para que vuelva a su posición anterior-. Solo tengo veintinueve.

-No por mucho tiempo -responde con exagerado dramatismo.

TinderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora