18

7K 565 242
                                    

LEVI

A pesar del frío no he parado de conducir desde que me dieron la moto. Al principio, casi salgo volando al meter gas para tomar la primera curva, poco acostumbrado a una potencia como esta, pero conseguí equilibrarme a tiempo para evitar la caída. En la ciudad me permite adelantar a los coches y saltarme todos los atascos y en la montaña es una fiera, me hace volar libre en las rectas donde puedo acelerarla y en las curvas no pierde fuerza.

El problema es que he estado al borde de la hipotermia. Por ese motivo, le he pedido a Eren que me acompañe a un centro comercial donde hay una tienda especializada en ropa y complementos para moteros. Necesito reponer la chaqueta y los guantes que quedaron destrozados el día del accidente.

Es viernes y Eren acaba de confirmarme que ha regresado a la residencia. Apenas acabo de terminar de comer, de modo que podremos aprovechar toda la tarde juntos tal y como había previsto durante la noche anterior. Ha estudiado a conciencia para aprovechar al máximo estos días, ya que durante la semana tiene sus exámenes y yo mi trabajo.

Estoy en la mesa de la cocina, intentando poner al día el balance de mi cuenta para averiguar cómo tengo que organizar mis gastos cuando Hange se vaya del piso. A pesar de haber vivido solo con anterioridad, necesito adaptarme de nuevo al hecho de que no podré compartir gastos y por lo tanto, no podré ahorrar tanto como hasta ahora. Una parte de mí se plantea la posibilidad de buscar un nuevo compañero de piso, de volver a colgar un anuncio en Internet y pasar por las insufribles entrevistas para acabar mandando a la mierda a todo el mundo.

La gente no se toma en serio la limpieza.

Aunque si lo pienso bien, Hange no es que sea una persona limpia. No obstante, es alguien que conocía mis manías y que ha sabido acoplarse a ellas a la perfección. Además, sabe cocinar bastante bien, lo que nos permitió llegar a un acuerdo que nos ha permitido vivir juntos durante varios años.

Compongo una mueca de fastidio al imaginarme de nuevo solo entre estas paredes. No voy a negar que antes me aburría bastante cuando llegaba a una casa vacía, sin nadie con quien hablar o compartir mis series favoritas. Sé que tardaré en adaptarme a ese cambio y que echaré de menos esos ratos que comparto con ella. Vivir solo tiene sus ventajas, aunque hay personas que son incapaces de hacerlo, reconozco que hay momentos en los que la soledad pesa demasiado.

Yo tengo un máster en soledad.

Masajeo mis sienes y suspiro, no me apetece colgar un anuncio. Quizás no sea tan malo estar solo una larga temporada. Además, ahora tengo perro.

El sonido del timbre provoca que la casa se llene de ladridos. Me levanto extrañado, ya que Eren suele avisarme siempre por teléfono para que yo baje a la calle. Sin embargo, los ladridos de Moira suenan más desesperados de lo normal y su rabo no para de tirar todo lo que encuentra a su paso. Basta una mirada para que se siente y me permita el paso, poco a poco va aprendiendo.

Cuando abro la puerta, apenas puedo articular una palabra cuando un par de manos enguantadas agarran mi rostro y me empujan de nuevo hacia el interior. Los labios de Eren callan cualquier protesta y su lengua profundiza el beso en cuestión de segundos. Me deja sin aire y desconcertado por completo. No sé si es este beso, la intensidad o lo que transmite, pero creo que es de los mejores que me ha dado desde que nos conocemos.

La falta de aire provoca que se separen nuestras bocas, sin embargo, sus manos no liberan mis mejillas. Una sonrisa triunfante se dibuja en su rostro, sus ojos brillan tanto que me dejan sin habla.

—No sabes las ganas que tenía de hacer esto —susurra pletórico.

Y me besa de nuevo, solo que en esta ocasión he tenido la suficiente capacidad de reacción para enredar una de mis manos en su pelo, atraiéndolo aún más contra mi cuerpo y tomando el control de su insaciable lengua. Joder, yo también tenía ganas de hacer esto.

TinderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora