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La grúa tarda casi el mismo tiempo que me ha dicho Eren. Cuando llegan inspeccionan mi moto y preguntan si necesito que avisen a una ambulancia, yo contesto que no y que ya estoy esperando a que alguien vaya a buscarme. Al remolcar la moto para subirla en la parte trasera del vehículo, soy consciente de lo dañada que esta en el lateral que ha derrapado contra el suelo. Si no fuera porque tengo los lacrimales congelados estoy seguro de que en estos momento estaría con los ojos llenos de lágrimas.

Firmo el parte del accidente y me indican la dirección del taller donde van a llevar a mi nena, de nuevo el hombre intenta convencerme de que me vaya con ellos.

-¿Seguro que no quiere venir con nosotros?. Allí puede llamar a un taxi para que le lleve a casa. Si sigue aquí pillará una pulmonía -me explica con preocupación.

Veo que el hombre se queda mirando por encima de mi hombro y giro levemente mi cabeza. Un coche oscuro se ha detenido a pocos metros de nuestra posición con los cuatro intermitentes encendidos. Mi corazón da un vuelco aunque no soy capaz de distinguir al conductor.

Abro los ojos como platos y vuelvo a mirar al hombre de la grúa como si estuviera a punto de suplicarle que me lleve con él. Sin embargo, las palabras se atascan en el nudo que se me ha formado en la garganta.

-¡Levi! -cierro los ojos al escuchar mi nombre y unos ansiosos pasos chapotear a mis espaldas.

No me queda otra que girarme para enfrentar a la persona con la que llevo chateando dos semanas, lo hago despacio, temeroso de lo que me vaya a encontrar. Intento tranquilizarme con el pensamiento de que la grúa sigue ahí y me pueden llevar a un taller si veo que el muchacho no me da confianza.

Ahí está, el mismo chico de la foto, solo que es mil veces más guapo en persona. Se acerca corriendo con un paraguas en la mano hacia mi posición, claro que estoy tan mojado que la idea de taparme con un paraguas ahora es bastante ridícula.

-Viene conmigo -dice con una sonrisa mientras me mira de arriba a abajo sin disimulo.

Si Eren, debo parecer una mierda ahora mismo.

Ahora que lo tengo de cerca puedo observar mejor su cara. Sus ojos verdes me dejan sin habla, son grandes, brillantes y llenos de matices de distintos tonos. Su piel es un poco más bronceada que la mía y su pelo es una maraña castaña rebelde que dan ganas de acariciar. Me está sonriendo como si acabara de recibir un regalo de cumpleaños.

De repente, me doy cuenta de que el hombre de la grúa debe haber estado pronunciando mi nombre media hora, porque se ve obligado a chasquear los dedos delante de mis narices para que despegue mis ojos de Eren y atienda a lo que me está diciendo en estos momentos.

¡Qué vergüenza, joder!.

Después de darme las últimas instrucciones se marchan con mi moto al taller más cercano de mi zona, donde añadirán a la factura de la reparación los gastos del trasporte de la grúa. No sé si voy a poder comer este mes después de todo lo que voy a tener que pagar.

Me quedo solo con Eren, todavía le estoy dando la espalda porque no sé como afrontar esta situación tan surrealista.

-Por fin -suelta Eren con una sonrisa, lo cual me obliga a girarme para encararlo-. Aunque hubiera preferido conocerte en mejores circunstancias.

Intento responderle con uno de mis comentarios mordaces pero, antes de que termine de despegar mis labios y de fruncir del todo el ceño, el perro que llevo en brazos se remueve y suelta un quejido de dolor.

Eren despega sus ojos de mi para examinar el bulto que llevo en mi chaqueta.

-Vamos, sube al coche. Nos estamos mojando -dice mientras se gira.

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